Las lenguas muertas: un fenómeno de siempre, una preocupación del presente



El profesor del departamento de Filología, Comunicación y Documentación de la UAH, Jairo J. García Sánchez, analiza en esta entrevista por qué y cómo desaparece una lengua y cuáles son las claves para evitar su extinción.

No hay un censo concreto, pero se calcula que en el mundo existen entre 6000 y 7000 lenguas. Su distribución es muy desigual y la mayor diversidad lingüística se concentra en determinados países de la franja ecuatorial y de los trópicos, en

Jairo J. García Sánchez.
Asia, África, América y Oceanía. Según la UNESCO, en torno al 50% de las lenguas que se hablan en el mundo está en peligro de extinción, de manera que a final de siglo el número total podría quedar reducido a 3000. Europa es el continente con menor índice de lenguas ‘vivas’, un escaso 3%, pero también aquí las lenguas corren peligro y mueren.

-Profesor, ¿cuál es la última lengua que ha desaparecido en Europa?
-El livonio, que se hablaba en Letonia. Su última hablante murió recientemente, en 2013, con 103 años. Era una lengua emparentada con el finés y el estonio. Sucedió lo mismo a finales del siglo XIX con el dalmático, que era una lengua románica –descendiente del latín, como el español– hablada en las costas de Dalmacia, en la actual Croacia. Quizá el hecho de que se muera una lengua en Europa resulte más llamativo, porque hay menos lenguas que en otras zonas. Las lenguas europeas son unas 200 y solo en Papúa Nueva Guinea se hablan más de 800, pero todas son igual de valiosas, ya que podemos considerar cada manifestación lingüística como patrimonio de la humanidad. El lenguaje es lo que nos distingue como seres humanos.

-¿Qué provoca la desaparición de una lengua?
-Su desuso progresivo hasta dejar de transmitirse de generación en generación. La reducción del número de hablantes que la utilizan como lengua materna provoca que, a medida que estos mueren o van disminuyendo, la lengua va muriendo con ellos. La convivencia con otras lenguas más prestigiosas y que se usan para fines comunicativos importantes, para los que no se utiliza o deja de usarse la lengua en cuestión, puede conducir a esa situación.

-¿Es un fenómeno que se acentúa en este siglo?
-Lo que está claro es que es un fenómeno que ahora se conoce mucho más, pero el hecho de que haya mejores datos y una mayor conciencia de que están desapareciendo lenguas no significa que lo estén haciendo en más cantidad. Puede que sí, pero esto ha ocurrido desde siempre. Es cierto que el mundo globalizado actual favorece el uso y el crecimiento más rápido de lenguas mayoritarias por su ya importante número de hablantes, por motivos políticos y económicos, por su amplio dominio en los ámbitos cultos y elevados, en la ciencia, en la tecnología, en la cultura y en las artes, y eso contribuye al mismo tiempo a la minorización de otras lenguas que pueden terminar desapareciendo, pero también ahora hay mayor conciencia de la necesidad de preservarlas.

-¿Cómo se puede preservar y defender una lengua, profesor?

-Mediante políticas lingüísticas y educativas que promocionen su mantenimiento y su uso desde el propio ámbito familiar y, sobre todo, entre las personas jóvenes. Para que una lengua siga viva debe utilizarse de manera cotidiana. El desarrollo de estudios descriptivos que permitan conocer la lengua, difundirla y prestigiarla contribuirá a su conservación, así como la elaboración de un diccionario, una gramática y una ortografía, que supongan la adopción de un modelo de lengua; también en la escritura, si es exclusiva o predominantemente oral. En Europa se han llevado a cabo algunas iniciativas interesantes para salvaguardar las lenguas en peligro, como la firma de la Carta Europea de las Lenguas Regionales y Minoritarias, promovida por el Consejo de Europa, si bien los países participantes siguen una política lingüística propia.

-En España ¿hay lenguas en peligro?
-La UNESCO ha publicado un Atlas de las Lenguas del Mundo en Peligro, donde fija el riesgo en cinco categorías. En él se incluyen algunas lenguas que se hablan en España con algún grado de peligro, como el asturiano o el aragonés. Además, hay variedades lingüísticas y hablas de frontera, como la fala -variedad romance de adscripción galaico-portuguesa hablada en los municipios cacereños de San Martín de Trevejo, Eljas y Valverde del Fresno- que, por su reducido número de hablantes, sería vulnerable. No obstante, conviene señalar que en España se dan buenas condiciones para las políticas de preservación de lenguas, al menos en comparación con otros países europeos, como, por ejemplo, Francia o Italia. Así, se da la paradoja de que el occitano, lengua de enorme importancia histórica, no atraviesa su mejor momento en Francia, y, en cambio, es en España donde goza de mejor estatus y protección, pues, en concreto, el aranés, que se habla en el Valle de Arán, en Lérida, y es una de las variedades del occitano, es cooficial desde 2006 en toda Cataluña.