Una profesora de la UAH explica la historia de las transfusiones en su primer centenario



La catedrática de la UAH, Carmen Burgaleta, habla de cómo y cuándo comenzaron a realizarse las transfusiones de sangre como hoy las conocemos.

Tal día como hoy, hace un siglo, el investigador argentino Luis Agote consiguió realizar por primera vez una transfusión de sangre tal y como la conocemos. Es decir, creó un sistema para la conservación de la sangre simple, inocuo y fácil de utilizar,

Carmen Burgaleta.
gracias al cual se han salvado millones de vidas.
Corría el año 1914 y miles de hombres morían en el campo de batalla durante la I Guerra Mundial. El investigador argentino inventó el método y enseguida lo difundió para que pudiera ser utilizado por los médicos reclutados en la contienda. Han pasado 100 años, los sistemas de transfusión y los medios han dado pasos de gigante, pero todavía hoy la base de las transfusiones continúa siendo la misma.
En esta entrevista, la catedrática de la UAH y jefa del Servicio de Hematología y Hemoterapia del Hospital Príncipe de Asturias, Carmen Burgaleta, analiza la evolución y el futuro de las transfusiones de sangre, una materia que trasciende lo científico y se vincula al compromiso social, gracias a la figura del donante.

-La sangre ha sido un elemento casi ‘mítico’ a lo largo de la historia, doctora

-Es cierto, las referencias a la sangre en la historia son muy remotas. En el libro del Levítico, del Antiguo Testamento, ya se decía que la sangre era fuente de vida y provocaba cierto estupor descubrir que cuando alguien fallecía inmediatamente se solidificaba. Ello contrasta con otra creencia, mantenida durante siglos, que consideraba que la sangre era vehículo de toxinas y que llevó a la práctica de sangrías, mediante distintos procedimientos, desde los egipcios hasta el siglo XIX.
Es evidente que siempre ha despertado interés científico y, de hecho, la primera transfusión documentada a humanos la hizo en 1667 Jean Batiste Denis, en la Corte de Luis XIV, utilizando la sangre de un ternero. Tras el fracaso se prohibió y no se volvió a intentar hasta el siglo XIX, realizándose solo entre humanos. Las dificultades por mantener la sangre sin coagular siguieron retrasando su uso hasta que un argentino, Luis Agote logró con éxito, en pleno siglo XX, realizar la primera transfusión de sangre entre humanos, utilizando citrato sódico para que la sangre no se coagulara.

-¿Qué supuso este hallazgo para la ciencia?
- No cabe duda que ha sido uno de los grandes avances de la medicina en el siglo pasado, permitiendo salvar un número incontable de vidas y desarrollar la cirugía.
Al principio se tardó un tiempo en buscar soluciones que mantuvieran la sangre sin coagular y también en disponer de dispositivos que facilitasen la transfusión. Aunque el primer intento de recoger y conservar sangre tuvo lugar en la I Guerra Mundial, el primer banco real se produjo en la Guerra Civil española y en la II Guerra Mundial ya se aplicó la transfusión de forma generalizada, fomentándose la investigación en este campo. Por tanto, podemos decir que el gran desarrollo de las investigaciones relacionadas con la hematología no se produce casi hasta mediados del siglo XX. Desde entonces hasta ahora no ha parado de avanzarse en el estudio de la compatibilidad sanguínea, en el la obtención de conservantes para prolongar la ‘vida útil’ de la sangre, así como en el uso de los distintos componentes de la sangre por separado, según las necesidades. Ya no se hace una trasfusión de sangre ‘total’, digamos, como en las primeras épocas; se trasfunden hematíes, plaquetas, plasma etc. Además, se han desarrollado sistemas para obtener células madre para trasplantes. Hoy en día se utiliza solo lo que se precisa en cada indicación o situación concreta, lo que amplía enormemente la utilidad de cada donación.
Podemos decir que la transfusión sanguínea ha sido una de las mayores contribuciones al mundo de la cirugía, ha permitido reducir la mortalidad perinatal y también ha mejorado la calidad de vida de pacientes con enfermedades que cursan con anemias crónicas. Además se ha aprendido a prevenir sus potenciales complicaciones y la utilizamos cada vez mejor.

-Pero sigue siendo un elemento ‘perecedero’…
-Sí, no se ha conseguido una durabilidad más allá de los 41 días. La sangre sigue teniendo la limitación de que es un producto que no se puede fabricar y el intercambio solo puede ser de humano a humano. A pesar de todas las investigaciones llevadas a cabo todavía no se ha conseguido un producto que la sustituya. Por tanto, los requerimientos de sangre siguen siendo vitales.

-¿Llegará el día en que la sangre sea un producto de laboratorio?
-Pues no lo sé, probablemente; de hecho, como ya he comentado, hay líneas de investigación abiertas en ese sentido, pero hoy por hoy no podemos contar con ello.

-El fenómeno del donante también es reciente en el tiempo, profesora
-Al principio la donación era algo excepcional. Se buscaban acopios de sangre en situaciones de guerra o catástrofes y, de hecho, los primeros donantes no fueron altruistas, se les remuneraba. En este sentido, la labor de la Cruz Roja ha sido importantísima en el mundo y lo sigue siendo, porque son las donaciones altruistas las que garantizan la mejor calidad de la sangre. Porque la donación está regulada y exige controlar tanto al donante como al receptor, se protege a los dos. En nuestro país las asociaciones de donantes voluntarios comienzan alrededor de la década de 1960 y desde 1971 las Hermandades de Donantes de sangre tienen personalidad jurídica.
Los centros habituales de donación son los hospitales y centros regionales de transfusión. En el Hospital Príncipe de Asturias, en lo que va de año, se han realizado 3.400 donaciones, una cifra ligeramente superior a la del año pasado y he de decir que se trata de uno de los hospitales de la Comunidad de Madrid más eficientes, pero siempre hace falta más.

-¿Los universitarios están implicados en la donación de sangre?

-Esta zona sanitaria siempre ha sido muy generosa y, además, teníamos las aportaciones de las Fuerzas Armadas, muy ligadas a esta ciudad. En los últimos años nos afectó la apertura del hospital de Torrejón, ya que las donaciones que recibía este centro se han dividido entre los dos, pero es cierto que las características de Alcalá de Henares, como ciudad universitaria, han hecho posible que las donaciones sigan siendo importantes en este hospital.
La labor del donante es necesaria, imprescindible y muy meritoria y es importante que la gente sepa que nunca ha sido más segura la donación que hoy en día.

-Doctora, no hay dos sangres iguales
-Bueno hay que analizar la compatibilidad entre donante y receptor. Por eso es muy importante, sobre todo en casos de pacientes crónicos y/o transfundidos, buscar las compatibilidades genéticas. Hay sistemas que se analizan en todos los casos, como el RH o el AB0, pero también hay muchos otros sistemas que se analizan cuando existe necesidad. Los avances en este campo están mejorando mucho.