Algunas claves para entender por qué la epidemia de ébola crece sin frenos



El brote de ébola mantiene en jaque a las autoridades sanitarias internacionales, mientras que los casos se extienden por Guinea, Liberia, Sierra Leona y Nigeria, con un registro de, 5.335 personas contagiadas y unos 2.622 fallecidos, según los informes divulgados por la Organización Mundial de la Salud.

En esta entrevista, la profesora titular de Parasitología, Consuelo Giménez Pardo, responsable de la asignatura ‘Enfermedades Tropicales y Salud Global’, que se imparte en Medicina y promotora, junto con la Delegación de Estudiantes de Medicina, de las jornadas sobre enfermedades tropicales que se celebran en la UAH cada año, analiza este brote que, según entidades como Médicos Sin Fronteras, está ‘fuera de control’.

Consuelo Giménez Pardo.


Consuelo Giménez es profesora en el Máster de Medicina Tropical de la UAM y coordina junto a Fernando Simón (MSC) el Módulo de Cooperación al Desarrollo y Alertas Sanitarias del ‘Máster Universitario en Microbiología Aplicada a la Salud Pública e Investigación en Enfermedades Infecciosas’ que se celebra en la UAH.

-¿Qué es el ébola y por qué se ha producido este brote epidémico tan brutal?
-Se trata de una enfermedad producida por un virus, ya conocido desde 1976, que se transmite al ser humano por animales salvajes y de persona a persona. Los huéspedes naturales del virus son los murciélagos frugívoros de la familia ‘Pteropodidae’. De hecho, la distribución geográfica de los virus de ébola puede coincidir de manera casi perfecta con la de dichos murciélagos. Periódicamente aparecen brotes de la enfermedad en humanos, con una tasa de letalidad del 90% y casi siempre en aldeas remotas de África Central y Occidental. En este momento, no hay tratamiento específico ni para las personas ni para los animales.

-¿Cuáles son los síntomas y las formas de contagio?

-Se trata de un virus que se propaga con facilidad por contacto muy próximo con órganos, sangre, secreciones u otros líquidos corporales de animales infectados. Entre la comunidad humana se transmite de persona a persona (en ceremonias de inhumación, infección del personal sanitario al tratar a pacientes ….), por contacto directo (a través de las membranas mucosas o de soluciones de continuidad de la piel) con órganos, sangre, secreciones u otros líquidos corporales de personas infectadas. También se transmite por contacto indirecto con materiales contaminados por estos líquidos. Los pacientes son contagiosos mientras el virus está presente en la sangre y las secreciones. El periodo de incubación (intervalo desde la infección hasta la aparición de los síntomas) oscila entre 2 y 21 días.
En cuanto a los síntomas, son parecidos a otras enfermedades tropicales: cursa con fiebre, debilidad intensa y dolores musculares de cabeza y de garganta, seguido de vómitos, diarrea, erupciones cutáneas, disfunción renal y hepática y, en algunos casos, hemorragias internas y externas. Bajan los leucocitos y las plaquetas y se elevan las enzimas hepáticas.

-Está resultando muy difícil frenar la epidemia… ¿por qué?

-Ya en mayo, en Guinea, se hablaba de 178 casos confirmados y de un total de 113 personas que habían fallecido (cifras del Ministerio de Salud de Guinea). En junio las noticias que llegaban de Guinea y Sierra Leona indicaban que había más de 300 personas infectadas en África Occidental. Se han identificado enfermos de ébola en más de 60 lugares diferentes en los países afectados y esto complica mucho los esfuerzos para tratar a los pacientes y frenar el brote, según señalan organizaciones humanitarias internacionales…
Y es que problemas hay muchos: la desconfianza por parte de los pacientes a ir a los centros de salud o a los hospitales, la falta de comprensión sobre cómo se transmite la enfermedad… hace que el movimiento de personas infectadas y el traslado de cuerpos sin vida por parte de las familias se lleve a cabo sin las debidas medidas de control. En estos casos es frecuente que se transporten los cuerpos a otros pueblos para organizar los funerales.
Además, las autoridades políticas, religiosas y los líderes de la sociedad civil no han sido muy conscientes de la epidemia y las personalidades destacadas que pueden difundir mensajes en los medios de comunicación de masas para promover la lucha contra la enfermedad no son muchas.

-Se está trabajando con 8 tratamientos experimentales y 2 vacunas, ¿será factible utilizar alguno próximamente?
-Hasta la fecha no hay vacuna. Efectivamente se están probando varias, pero ninguna está aún disponible para uso clínico. Entre ellas hay una prometedora de GSK, codesarrollada con los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, pendiente de suministrarse a voluntarios en Gran Bretaña y Estados Unidos desde mediados de septiembre. La idea es extender su uso a Gambia y a Mali si funciona. Sin embargo, tener una vacuna no va a ser algo inmediato. Pasarán quizás como mínimo 5 años para que podamos hablar de una vacuna segura.
Tampoco hay ningún tratamiento específico, aunque se están evaluando nuevos tratamientos farmacológicos, también prometedores, como el cocktail de proteínas (MB-003), que de manera experimental ha protegido al 100% de los monos de un ensayo.
Los casos graves requieren cuidados intensivos porque los enfermos suelen estar deshidratados y necesitan rehidratación por vía intravenosa u oral con soluciones que contengan electrólitos.
En este sentido, la OMS aporta conocimientos especializados y documentación para apoyar la investigación y el control de la enfermedad. Las ONG y las organizaciones religiosas sobre el terreno tratan, con los medios de los que disponen, de mitigar un problema que no solamente trasciende al sanitario (los sistemas sanitarios, ya muy frágiles en estas zonas están colapsados y hay problemas de abastecimiento de alimentos. Además, existe un pánico lógico e importante, con un alto grado de violencia social.
Y es que se trata de una enfermedad socialmente estigmatizante, muy dolorosa y que produce una muerte en situación de aislamiento y rechazo familiar.

-¿Hay riesgos reales de que el ébola llegue a Europa y se extienda?
-Coincido con otros profesionales en que es muy posible que siga habiendo casos individuales de personas que lleguen a España o a otros países occidentales contagiados con ébola, pero no es fácil que se desencadene una epidemia en un país occidental ya que hay recursos más que suficientes para hacer un seguimiento cuidadoso y metódico de los contactos, algo que en las regiones de África rural y remota no existe.
También es cierto que es necesaria una acción rápida y, a mi modo de ver (vuelvo a coincidir con otros profesionales), la OMS ha tardado mucho en reaccionar. La declaración de emergencia tardó y pasaron otros 20 días hasta tener un plan concreto de emergencia. En cuanto a los países occidentales, creo que estaban más preocupados de recibir a los pocos pacientes que llegaban que de aportar soluciones al origen de la epidemia.
Sin embargo, también es cierto que se trata de una epidemia nueva y que nadie sabía cómo se iba a comportar.

-¿Qué se puede hacer para contener el brote?

-En primer lugar, tenemos que darnos cuenta de la magnitud del problema; un problema del que ya se tiene constancia desde hace casi 40 años, y no minimizarlo por cuestiones e intereses políticos. Recordemos que la alarma ha saltado cuando el ébola ha pasado a Occidente desde Nigeria y Guinea, vía viajes y aeropuertos internacionales.
En segundo lugar, establecer apoyos y compromisos -no solo frente al ébola sino frente a otras epidemias- que permitan tomar acciones rápidas que no condenen a miles de personas a una muerte segura. Estamos ante problemas de salud global y las repuestas deben ser gestionadas de manera global, con rapidez y eficacia. Es básica la labor preventiva que realiza la cooperación al desarrollo, reducida desde hace unos años en un 70%, pero clave para mejorar las condiciones de vida de las poblaciones.
Incidir en prevención es la mejor manera de trabajar frente a éste y otros problemas que, seguro, se plantearán en el futuro. Invertir en la educación y en la sanidad de las personas y no reducir el dinero destinado a estos temas es un buen camino.