J. Ramón Cuadrado Roura, una trayectoria brillante premiada con la Gran Cruz de los economistas



Juan Ramón Cuadrado
, acaba de recibir la Gran Cruz en Mérito al Servicio de la Economía que concede el Consejo General de los Colegios de Economistas de España. Recientemente también ha sido nombrado Miembro Correspondiente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

El catedrático emérito de Economía Aplicada de la UAH y titular de la Cátedra Jean Monnet ‘Política Económica y Unión Europea’, Juan Ramón Cuadrado, acaba de recibir la Gran Cruz en Mérito al Servicio de la Economía que concede el Consejo General de los Colegios de Economistas de España. Recientemente también ha sido nombrado Miembro Correspondiente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

Juan Ramón Cuadrado.

Cuadrado-Roura recibe esta Gran Cruz en atención no solo a su trayectoria como académico y al desempeño de responsabilidades públicas. También se le reconoce el hecho de haber creado una escuela de profesores que actualmente están repartidos por varias universidades españolas. El Colegio de Economistas valoró las numerosas publicaciones editadas en forma de libros y artículos científicos y el haber sido pionero en dos campos de estudio en España: los estudios de Economía y Política Regional y los dedicados al análisis de las actividades de Servicios, que no habían recibido la atención que merecen. Por último, se subrayó también su proyección académica internacional, tanto en Europa como en USA y en América Latina.

Docente e investigador incansable, en la actualidad continúa desarrollando una gran actividad en la UAH, con la dirección de tesis, la publicación de libros, la participación en congresos… Concede esta entrevista, en la que hace un repaso de su trayectoria, llena de éxitos profesionales en distintos ámbitos, justo después de un viaje por Colombia y Ecuador, donde ha impartido varios seminarios y conferencias en distintas universidades.

-¿Qué implica para usted recibir esta medalla del Consejo General de los Colegios de Economistas?
-No cabe duda de que ha sido una enorme satisfacción a nivel personal y familiar. En primer lugar, porque cuando el presidente de dicho Consejo General me comunicó la decisión que habían adoptado, francamente no lo esperaba ni tenía la más mínima idea al respecto. Pero, además, lo que me ha satisfecho muy especialmente es que se trata de una distinción que solo poseían un reducido número de académicos que tienen toda mi admiración, como los profesores J. Luis Sampedro, Juan Velarde y José Barea, entre otros; tiene un carácter estrictamente profesional y se concede por el conjunto de los colegios de economistas de España.

-En todo caso, ser 'profeta' en la propia casa de los economistas debe ser muy satisfactorio ¿no?

-Sin duda. Este es un aspecto que, como ya he señalado antes, me agrada muy especialmente. En los Colegios de Economistas, como en los que existen para otras profesiones, se agrupan quienes trabajan en este campo, tanto en el ámbito académico como en el ejercicio profesional, ocupando cargos de cierto nivel en las empresas y por supuesto en las Administraciones Públicas y como asesores de numerosas instituciones nacionales e internacionales. Que sea este colectivo quien te distinga con una condecoración como su Gran Cruz constituye, sin duda, una honra muy singular.
Lo anterior no significa que no haya otros economistas que puedan ser merecedores de este tipo de distinciones, por supuesto. Hay que ser humilde. Los hay. En mi caso, como manifesté al recibir la Gran Cruz, siempre he procurado ‘servir’ a la sociedad. La idea de servicio me ha guiado en el trabajo universitario, donde he tenido siempre la puerta abierta para ayudar a los jóvenes, a los doctorandos, a quienes buscaban una orientación, y esta ha sido también mi divisa en el desempeño de algunas responsabilidades fuera de la Universidad y en la tarea de crear opinión a través de los medios de comunicación.

-¿De quién se acordó al recibir la Gran Cruz?
-En el acto me acompañó María Luisa, mi esposa, profesora también de la Universidad de Alcalá; mis hijos no pudieron por diversos motivos, pero me acordé muy especialmente de mis padres, ambos fallecidos. Me hubiera gustado que estuvieran presentes para compartir un premio en cuya base estuvo siempre su sacrificio. Mi familia era bastante modesta y yo empecé a trabajar cuando cumplí los 14 años, combinando mis estudios con el trabajo hasta prácticamente el último año de la carrera, cuando pude conseguir una beca que tampoco alcanzaba a sostenerme, pero…

-Usted es un economista con una reconocida trayectoria docente, investigadora y es también una voz acreditada en los medios de comunicación. Además, recientemente ha sido elegido Miembro Correspondiente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas ¿qué destacaría de su trayectoria?
-De lo que más satisfecho estoy a estas alturas de la vida es de haber desempeñado siempre mi trabajo con honradez y con espíritu de servicio a los demás. Estas han sido mis divisas. Y de ellas ha surgido el empeño de empujar y ayudar a cuantos se fueron integrando en los equipos de trabajo que he dirigido y en las tareas docentes, así como a los estudiantes, incitándoles a trabajar duro, a conseguir becas, a estudiar en otros países... Con todos ellos he sido exigente, desde luego. Pero en absoluto tuve en cuenta nunca ni su ideología, ni su condición o procedencia. Si juzgo por el contenido de muchas de las cartas y correos de felicitación que he recibido, veo que el afecto y las relaciones de amistad se sobreponen claramente al respeto por mi trayectoria profesional.

- ¿En qué está trabajando actualmente, profesor?

-Afortunadamente, sigo trabajando con mucha intensidad en lo que me gusta. Colaboro en los cursos de posgrado de nuestra Facultad, dirijo varias tesis doctorales (algunas de estudiantes latinoamericanos), atiendo a estudiantes que algunos colegas envían a Alcalá desde otros países, y, por supuesto, sigo publicando y estando presente en algunos congresos y foros nacionales e internacionales.
En los últimos meses, la editorial alemana Springer, sin duda una de las más prestigiosas del mundo, ha publicado dos libros de los que soy editor y co-autor: uno sobre las actividades de servicios, su crecimiento, localización y proyección a futuro, y otro sobre los problemas y políticas regionales en América Latina, en el que ha colaborado un buen número de colegas de países de esa región.
Hace solo unas pocas semanas, gracias a un proyecto conseguido de la Unión Europea, organizamos en Alcalá un Congreso Euro-Mediterráneo de Servicios, con participantes de bastantes países europeos y de la ribera Sur mediterránea. Asimismo, estoy dirigiendo un trabajo que terminará en libro sobre las exportaciones españolas de servicios. Y están en proceso un ‘paper’ para el próximo congreso de la ERSA en San Petersburgo y la publicación de dos artículos más…
En definitiva, por suerte tengo muy buena salud y no he perdido mi espíritu luchador y abierto a la innovación.

-¿Cómo ve el presente y el futuro de la economía española en estos momentos tan convulsos a nivel institucional, político y social?
-Soy, desde luego, optimista. No tanto como nuestros gobernantes, pero creo que en los últimos meses hay datos que indican que empezamos a superar los más de seis años de crisis que hemos padecido. La economía española seguramente cerrará el 2014 con varios resultados positivos: crecimiento de la economía alrededor del 1,2%, inflación muy baja, una balanza comercial en verde (aunque las exportaciones han empezado a flaquear), creación neta de empleos, buena calificación a escala internacional y un cierto cambio en el ánimo de los españoles cara al futuro.
Sin embargo, sigue pesando esa tremenda losa de alrededor de 6 millones de parados, las muchas empresas que se han cerrado, el castigo que han sufrido los autónomos, y esas miles de familias donde todos están en paro y/o que no pueden atender las hipotecas adquiridas ni los gastos más esenciales. Me fastidia asimismo enormemente el clima de corrupción en el que vivimos, con un alto grado de impunidad para quienes especularon, hundieron bastantes cajas de ahorro, dejaron un rastro de deudas sin pagar y se embolsaron indemnizaciones absolutamente improcedentes e injustas. La corrupción y la falta de sensibilidad social de los grandes partidos, tan encerrados en sí mismos, estimo que es algo catastrófico. Creo que la sociedad española requiere cambios muy importantes y no puede convivir con esas lacras.

-Un deseo para el futuro
-Permítame un doble deseo: en relación con el país, mi deseo es que la justicia pida cuentas, como solo en parte lo está haciendo, a los que nos han conducido a la situación económica y social que padecemos. Los daños causados no deben quedar impunes. Y las políticas llamadas de ‘austeridad’ han golpeado a gran parte de la clase media y por supuesto a los trabajadores de más edad y sin mucha formación, así como a los jóvenes. Es decir, a todos menos a una minoría que incluso ha acumulado beneficios a costa del resto.
En relación con la Universidad, me gustaría que cambiara radicalmente el trato que están recibiendo la enseñanza pública y las universidades en particular. El daño que suponen las políticas de no sustitución de profesores, la falta de incentivos, el progresivo ‘vaciamiento’ y envejecimiento de las plantillas de profesorado, los recortes en investigación… van a pasar factura a este país ,lo están haciendo ya. Y esta factura no solo afectará al próximo año, ni al siguiente, sino que sus daños van a perdurar durante las próximas décadas. A menos que se empiece cuanto antes a modificar esta política tan ciega.