El riesgo de medicarse en el embarazo


Francisco Zaragozá, catedrático de Farmacología de la UAH, alerta sobre el riesgo que conlleva el medicarse durante el embarazo.

El profesor Francisco Zaragoza, en su laboratorio.
El embarazo es un momento especial que pasa la mujer. Ella tiene que tener presente durante la gestación que mientras consume un medicamento, este tiene su efecto sobre dos personas: el feto y la mamá. Según Francisco Zaragozá, catedrático de farmacología de la Universidad de Alcalá, el 97 % de las mujeres en estado toman medicamentos bajo prescripción médica durante el embarazo.
“Es importante distinguir los medicamentos que son necesarios y los que son de lujo” explica Zaragoza. La inmensa mayoría de las mujeres embarazadas toman ácido fólico que ayuda a prevenir defectos de nacimiento en el cerebro y la médula espinal del feto, denominados defectos del tubo neural o algún tratamiento para mitigar los vómitos u oxitocina para facilitar el parto y la lactancia. “Un medicamento de lujo es, por ejemplo, tomarse una aspirina ante un dolor de cabeza. En este caso la mujer embarazada tendría que evitar tomársela e intentar aguantar un poco -más- el dolor, tanto en cuando lo pueda soportar, pero hay que hacer el esfuerzo”
En este sentido, los medicamentos están clasificados en categorías y por letras siendo estas A, B, C, D y X. En la categoría A se encuentran aquellos medicamentos que afectan en menor grado a las embarazadas y en la clasificación X los que conllevan un mayor peligro para la madre y el feto. Comenta Francisco “en la categoría A estarían los antiácidos, por ejemplo, o el ácido fólico que lo deben de tomar todas las mujeres encinta. Una infección adquirida durante la gestación tendría que ser tratada con amoxicilina y este medicamento está en la categoría B. En este caso se prescribe porque el riesgo es mínimo pero claro, siempre existe un riesgo”.

Fármacos necesarios y de lujo
Hay casos en lo que la ingesta de medicamentos es necesaria, es decir que no son de lujo. “Si una mujer es epiléptica no puede dejar el tratamiento porque aunque incluya un riesgo para el feto, si deja el tratamiento puede aparecer una crisis provocando una caída o una falta de oxigeno y eso si que es un mal mayor para la madre y el embrión. En estos casos hay que hacer un balance entre el beneficio y el riesgo, es decir, conseguir un aumento del beneficio con el mínimo riesgo posible”
En otras ocasiones hay que retirar el medicamento y buscar alternativas que poder suministrar, como es el caso de las mujeres que toman hormonas tiroideas o mujeres que sufren de hipertensión que toman IECA (inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina), unos hipotensores suaves que no se deben tomar durante el embarazo. Añade Zaragozá “lo mejor es buscar fármacos alternativos o que el propio especialista hable con la paciente embarazada para establecer una pauta y que la mínima dosis haga el máximo efecto”
En cuanto a la sustitución de medicinas por plantas medicinales, Zaragozá es muy claro “hay que tener en cuenta que las plantas medicinales también pueden ser consideradas medicamentos y se recomiendan siempre y cuando sean bajo el control de médicos y farmacéuticos”

Lo más recomendable: evitar la ingesta de medicinas
La máxima es no usar medicamentos durante el embarazado, salvo que se deba y tener especial cuidado durante las primeras semanas de gestación, en las no es nada recomendable. Concluye el profesor Zaragozá “Cuando una célula que se está formando en las primeras semanas, se ve afectada, se produce el efecto ‘perdigonazo’ y esa misma célula puede alterar a muchas más. Esta situación es menos peligrosa en etapas más avanzadas de gravidez”.