Más de 200 participantes en el ‘I Concurso de ‘MicroRelatos’’ de la UAH



Más de 200 participantes se han presentado al ‘I Concurso de ‘MicroRelatos’’ organizado por la Red de Medios Sociales de la UAH en Facebook.

La Universidad de Alcalá viene realizando en los últimos años una apuesta decidida por la utilización de las redes sociales y los nuevos medios de comunicación social a través de Internet. La creación de la Red de Medios Sociales de la UAH en septiembre de 2011, y su desarrollo posterior, han convertido a la UAH en una de las primeras universidades españolas en influencia en las redes sociales, como acredita el índice Klout, el principal indicador internacional que se emplea para medir la reputación de una organización en las redes sociales.

Ester Muñoz, ganadora de la tablet.


El ‘I Concurso de ‘MicroRelatos’’, que se ha desarrollado durante los meses de mayo y junio a través de Facebook, responde a esta vocación por utilizar las nuevas tecnologías como medio para promover el acercamiento a la sociedad, tanto en el ámbito nacional como internacional.

No en vano, la UAH es, con sus más de 5.500 estudiantes extranjeros, la primera universidad española en capacidad de atracción de estudiantes internacionales. Este hecho se ha puesto de manifiesto en el éxito alcanzado por el concurso, en el que han participado más de 200 personas, provenientes de varios países.

‘La alta calidad de los relatos presentados ha hecho difícil la selección de los finalistas, a la vez que da testimonio del entusiasmo y la preparación de los seguidores de la UAH en las redes sociales’, ha señalado el vicerrector de Coordinación y Comunicación, José Santiago Fernández Vázquez.

Según lo establecido en las bases del concurso, los 10 relatos más votados por los seguidores de la cuenta institucional de la UAH en Facebook pasaron a ser finalistas.

Tras examinar los relatos finalistas, atendiendo a la calidad literaria y originalidad de los relatos, el jurado acordó conceder el primer premio, consistente en una ‘tablet’ cortesía de Telefónica a Ester Muñoz, y otorgó, además, 4 premios finalistas consistentes en un ejemplar del libro ‘Universidad de Alcalá. Patrimonio de la Humanidad’. Por otra parte, al margen del número de votos populares obtenidos, se han entregado varios premios especiales. El primer premio ha consistido en un tique regalo por valor de 100 euros en artículos de la tienda oficial de la UAH, al relato titulado ‘La escalera y un chicle de sandía’. Los segundos premios especiales han disfrutado igualmente del libro ‘Universidad de Alcalá. Patrimonio de la Humanidad’, y los 3º premios han consistido en una camiseta de la Red de Medios Sociales de la UAH.

La UAH ha publicado una recopilación con los microrrelatos, que próximamente podrá verse en la cuenta institucional de SlideShare de la UAH. Esta publicación electrónica pretende servir de agradecimiento y homenaje a todos aquellos que han participado en el concurso con sus cuentos y narraciones, y a los que lo han hecho votando sus relatos favoritos.
A continuación, incluimos en esta información los relatos que han obtenido premio.

Más de 200 participantes en la primera edición.
GANADOR
Ester Muñoz, ‘Incondicional’: Él siempre tuvo claro que yo iría a la Universidad. De todos sus nietos yo sería la primera con carrera, les decía a sus amigos en la partida de dominó. El verano que me matriculé empezó a confundir nuestros nombres. ‘Abuelo, soy yo, Ester, ya soy médico’. No se movió de la cama y no puedo demostrarlo, pero os juro que vi un brillo de orgullo en sus ojos.

RELATOS FINALISTAS
Angel Velasco Fernández, ‘De guante negro’: Me lo como, me lo como todo. Me lo como y me lo como, vamos si me lo como. Me lo como y repito, ¡Qué agonía! Gritan las mujeres del mercado al verme tropezar, tragar, correr, morder, saltar, escapar, engullir y huir con las salchichas en la boca, no dejando a la saliva recrearse en el manjar. Pero como perro aprendiz de la universidad callejera, esa es mi misión.

José Carlos Casado Castro, ‘Amor entre líneas’: Esta es la historia de un amor clandestino, fraguado entre los ciclópeos muros de la universidad vieja. Un amor eterno que el tiempo vistió de fugaz, en un simple recuerdo de papel. Quizás fue que él ya no tenía más palabras que regalarle lo que la llevó a poner punto final, a pasar página, a entregarse a muchos más. Lo cierto es que nunca fue mujer de un solo libro.

Celia Beltrán, ‘La última página que escribimos juntos’: Romeo cerró los ojos y desapareció. Cumplía 72 años en su pequeña librería y decidió acabar devorado por su libro favorito. Su difunta mujer le había regalado un ejemplar en blanco que les acompañó toda su vida desde el asiento que compartieron en la universidad. Aquel viejo tomo lo llevó a una historia que nunca fue escrita aunque siempre estuvo en sus manos.

Fátima González Donado, ‘Tienes la voz muy grave’: No le gustaba su voz pero pronto se acostumbró a ella. A partir de ese momento siempre fue demasiado tarde. Ataviada en su vestido rojo dejó la universidad y jamás volvió. Y como nada es para siempre y como nunca se lo dijo, intuyó un "adiós" como respuesta. Permaneció inmóvil. "Cuando el fuego no prende, no ilumina", pensó mientras encendía su último cigarro.

RELATOS FINALISTAS CON INDEPENDENCIA DEL NÚMERO DE VOTOS
1º PREMIO

José Luis Serrano, ‘La escalera y un chicle de sandía’: Llegué a Madrid más solo que la una, en los ochenta. Una chica sentada en la escalera de la Universidad me ofreció un chicle de sandía. Tuve un hijo con ella, en los noventa. El chico que estaba a su lado aquél lejano día (¡odiaba los chicles, de sandía!) se casó conmigo en 2006. Ayer estuvimos los tres en la boda del niño. Y eso. La vida pasa. La escalera sigue.

SEGUNDOS PREMIOS

Carlos A. Aguilera, ‘La Decisión’: Años después, ella se topó con la universidad y, con un suspiro, recordó que todo pudo haber sido distinto.

Antonio V García García, ‘El primer día’: Aún recuerdo cuando vi por primera vez el edificio, cuando entré en él sin saber lo que me iba a encontrar. No sabía muy bien qué iba a pasar conmigo. No conocía a nadie en aquel lugar. Sentí algo, no sé si llamarlo miedo, inquietud, o quizá extraña curiosidad, porque aquel día inicié una nueva etapa en mi vida. Aquel día, comencé la universidad.

Jose Angel Delgado Torres, ‘De los cuerdos tristes’: Del viejo archivo de la universidad rescaté un girón de papel, final perdido de una historia de cuyo nombre no quiero acordarme: -Siempre supe que eran molinos. Nadie escribe de cuerdos ordinarios tristes; de los locos felices nace la épica. Sancho rompió en llanto. Debajo, la firma de un tal Miguel.
Carolina Noriega Noriega Arroyo, ‘Biblioteca’: Un día antes de entrar en la Universidad terminó de pasar la última página del último libro de la biblioteca de su pueblo. Se prometió leerlos todos y así lo hizo bajo la ventana con vistas a un naranjo que la había visto crecer. Después cerró los ojos para saber que se sentía. Sólo sintió ganas de hacer el amor..

Juan Antonio Rivero Jiménez, ‘La llegada del verano’: La luz del sol se filtra por las ventanas de la universidad, solitaria, dibujando en el suelo sombras de la mano de sus sillas y mesas, ahora calladas tras el ruido de la vida fluyendo entre ellas. Los pasillos esperan vacíos e impacientes, una vez más, a quien llegue con la ilusión de recorrerlos.

 

TERCEROS PREMIOS

Juan Luis Santos, ‘A la vuelta de la esquina’: Una mortecina luz titilaba en el desierto pasillo. La joven se movía rápido, temerosa de que alguien pudiera acechar en un rincón. Notó un crujido y se sobresaltó. La hojarasca había tomado el suelo de la estancia. La muchacha se precipitó hacia la puerta trasera entreabierta. Feliz con su exiguo botín de hilo de cobre se alejó de la universidad abandonada.

Antònia Fontirroig, ‘Anita’: Se llama Ana, pero le dicen Anita. Sirve cafés y copas en una cafetería de la carretera principal. ¿Qué puede tener...? ¿Veinte añitos? Quizás menos. Es huérfana de madre. Tiene dos hermanos pequeños. Esta mañana he oído que va a la universidad: trabaja para poder estudiar.

Sara B. Sanchez, ‘Apocalipsis Z’: La bala atravesó su cráneo de lado a lado. El cuerpo, cubierto de tierra y sangre, se tambaleó un instante antes de desplomarse a sus pies. \'¿Sabes?\' murmuró en voz baja para que los demás no le oyesen \'creo que le conocía. De hecho, juraría que fuimos compañeros de clase en la Universidad.

May Leal Chen, ‘Fugaz Fugaz’: Como tu partida, como mis lágrimas, como tu risa. Nunca dejabas de llorar. Eras, simplemente, infeliz. Por más que luchases, tu carácter no estaba dispuesto a luchar por serlo. Pasaste la universidad, conseguiste un buen empleo, y a mí. Conseguiste besos, amores. Pero no dejar de sufrir. Y aquí estoy. Viendo como te vas por última vez, para siempre.