Fukushima un año después: “las cosas están como una semana después”, dice Julio Gutiérrez
Un año después, el catedrático de la UAH de Física Atómica Molecular y Nuclear, Julio Gutiérrez, aporta su punto de vista del accidente nuclear más grave ocurrido en el mundo desde Chernobil.
Hace un año, un terremoto de 9 grados en la escala de Ritcher y el tsunami posterior asoló las costas de Japón oriental. El resultado fue devastador: unos 20.000 muertos, más de 127.000 viviendas destrozadas, pueblos enteros demolidos con sus correspondientes servicios públicos esenciales... El desastre trajo consigo destrucción y dolor y provocó un accidente muy grave, del que aún hoy se desconoce su magnitud real: la destrucción de la central nuclear Fukushima I.
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Julio Gutiérrez. |
Un accidente cuyas consecuencias reales todavía son un misterio, pero que provocó decisiones en cadena, como el acuerdo del gobierno alemán de no prolongar la vida de las nucleares más allá del año 2022, o de los italianos, que votaron en referéndum la paralización del programa nuclear.
Julio Gutiérrez, catedrático de Física Atómica Molecular y Nuclear, aporta su punto de vista en esta entrevista.
-¿Cómo analiza la situación de la central nuclear de Fukushima un año después del desastre?
-La verdad es que es muy difícil saber qué está ocurriendo, entre otras cosas porque apenas existe información útil. Es prácticamente imposible saber el grado de destrucción de la planta nuclear, cuál es el estado real de los 4 reactores que sufrieron daños, cuál es el estado de los que, en principio, estaban apagados y también han sufrido daños... Lo que podemos decir un año después es que todo está igual que a la semana de la catástrofe: los reactores siguen teniendo problemas, sigue habiendo también problemas con la refrigeración... Algo se ha avanzado, los reactores están más controlados, pero Fukushima sigue siendo un lugar inaccesible, que no se puede desmantelar.
-¿Y el entorno, cree que es más accesible que hace un año?
-No, en absoluto, el entorno sigue siendo una región prohibida. Es verdad que el perímetro restringido se ha reducido, pero no cabe duda que el suelo sigue contaminado, no ya por la radioactividad que emita hoy la planta, que probablemente es muy poca, sino por los daños ya causados.
-¿Qué lección tenemos que extraer de este desastre, profesor?
-Primero, que la energía nuclear está muy lejos de ser una energía segura; que tampoco es tan limpia como dicen, teniendo en cuenta los residuos; y, desde luego, de barata nada, porque no puedo ni imaginar el coste que supondrá el enterramiento de, al menos, 4 de los reactores de Fukushima. Es cierto que a la empresa Tepco no le habrá supuesto mucho coste, pero al gobierno japonés le va a costar mucho dinero afrontar este accidente nuclear.
Y otra de las lecciones que hay que extraer de todo esto es que no hay 2 desastres iguales y que ello genera muchísima improvisación. No hay protocolo que aguante un desastre como el de Fukushima. Se ha improvisado mucho, pero no sólo en este accidente, se ha improvisado mucho en todo lo relacionado con la energía nuclear; nadie ha previsto, por ejemplo, qué hacer con los residuos. No hay una solución definitiva para los residuos nucleares.
-¿Por qué se radicaliza tanto en los discursos en torno a la energía nuclear?
-La energía nuclear no es mala en sí misma. La generación de energía siempre tiene riesgos, sean del tipo que sean. Ciertamente la energía nuclear tiene riesgos desde su construcción, como cualquier otra instalación energética, hasta en el proceso de explotación, y lo que se debe hacer, siempre, es un balance entre los riegos que genera una explotación y los beneficios que provoca. El problema de la energía nuclear es que, si hay un escape, el peligro es a largo plazo, los muertos son a largo plazo y, además, a lo peor, los muertos pueden ser del país vecino. Además, tenemos el problema adicional, quizás el más grave, sobre cómo se gestionan los residuos de forma definitiva.
-Lo que parece es que también se ha acallado ese debate sobre la viabilidad o no de la industria nuclear...
-Sí, hubo países, entre ellos Alemania, en los que se arriesgó a poner fecha al fin de las centrales nucleares, pero es verdad que sigue habiendo un debate pendiente. El debate no existe porque no interesa. Sin embargo, lo mejor que puede ocurrir es que la gente, la sociedad, conozca exactamente los riesgos de una tecnología como la nuclear, la más peligrosa, porque es el modo de disponer del conocimiento de cómo se debe reaccionar ante cualquier incidente. En los primeros días tras el desastre del 11 de marzo en Japón, aquí, en España, hubo gente, expertos, miembros del Consejo de Seguridad Nuclear, que dijeron que no pasaba nada en Fukushima, que lo ocurrido era como si se produce un incendio en una boutique... Ocultar la verdad siempre es malo y anular los debates por interés económico o político peor aún. El problema es que alguien quiere que asumamos que el desarrollo de las centrales nucleares es imparable porque es la única forma de controlar las emisiones de CO2, cuando no es cierto, cuando hay otros medios para controlar las emisiones; podemos mencionar las reforestaciones y la paralización de las deforestaciones, por poner un ejemplo simple.
-En España también se han tomado decisiones en estos últimos meses, como la prolongación de la vida útil de Garoña
-Esa decisión forma parte de esos intereses políticos y económicos a los que me refería antes y yo, desde luego, no me arriesgaría jamás a tomar una decisión de esa naturaleza, teniendo en cuenta que no sabemos hasta dónde aguanta una central nuclear de este tipo que, por cierto, es del mismo modelo que Fukushima, con un diseño, en principio, aberrante. La pregunta es ¿por qué correr riesgos innecesarios?
-El ATC también tiene ya sede, en Villar de Cañas. ¿Usted qué opina de este tipo de instalaciones?
-El ATC se tiene que construir, eso es evidente, porque no hay ninguna solución a nivel planetario sobre qué hacer con los residuos de forma definitiva; necesitamos depósitos temporales y en España este tipo de cementerio nuclear es urgente, pero que nadie se crea que esto va a ser dinero llovido del cielo. Habrá cierta actividad durante la construcción que, por cierto, requiere de profesionales especializados... pero una vez construido, el mantenimiento de un ATC no creará empleos ni actividad económica en la zona.
-Por último, ¿vamos a saber alguna vez qué pasó exactamente en Fukushima?
-Sabemos muy bien lo que ocurrió en Chernobil, pero lo de Fukushima no lo sabremos, entre otras cosas porque no se van a poder desmantelar los reactores. No se sabrá exactamente hasta dónde se han llegado a fundir los núcleos, sobre todo porque la empresa Tepco no tiene interés alguno en que se sepa.
Publicado en: Archivo entrevistas-reportajes