Kaufmann aporta respuestas sobre la dificultad de las mujeres para acceder a altos cargos

La catedrática de Sociología de las Organizaciones de la UAH, Alicia Kaufmann, ha publicado un libro titulado “Alt@ dirección”, que desde la perspectiva social, laboral y cultural trata de dar explicaciones al hecho de por qué las mujeres tienen más dificultades para acceder a puestos de responsabilidad dentro de las empresas.

El estudio no sólo se ha limitado a las mujeres, también aborda estas circunstancias desde el punto de vista de los hombres, y diferencia la trayectoria que unos y otros han tenido cultural y socialmente para llegar a este punto en el que nos encontramos ahora.
-¿Por qué las mujeres tienen más dificultades para acceder a puestos de alta dirección?

Alicia Kaufmann es la autora del libro 'Alt@ dirección'.

-Hemos analizado la situación desde distintos niveles: a nivel social, estudiamos elementos como los horarios, que son salvajes y fueron diseñados en el siglo pasado, con las necesidades del siglo pasado, no con las actuales... porque ahora, con las nuevas tecnologías, sería muy fácil trabajar de 8 a 5 de la tarde, y no pasar todo el día fuera de casa. Por eso, a veces, no compensa. No es que las mujeres no quieran tener puestos de responsabilidad, es que simplemente no les interesa. Son ambiciosas, pero no están dispuestas a pagar ese precio.
Luego está la cultura de la empresa y los condicionamientos familiares, ¿qué mensajes han recibido los hombres y cuáles las mujeres?. Siempre tenemos que trabajar el doble, siempre tenemos que demostrar, cosa que el hombre no hace, y eso es porque se nos ha insistido mucho desde la educación. Y en el ámbito sentimental pasa lo mismo, yo me solidarizo mucho con los hombres en este sentido, porque los hombres tienen emociones, pero no se les está permitido expresarlas. Pero creo que estamos en otro momento histórico y las cosas pueden cambiar.
-¿Y por qué las mujeres, cuando mandan, repiten los modelos masculinos?
-Sí, es un mensaje que se repite mucho: las mujeres tienen que ser como los hombres y la pregunta es ¿y los hombres, cómo tienen que ser?. Cuando tienes 18-20 años el que más presiona para que seas un buen profesional es el padre. Y ese es el modelo que tienen hombres y mujeres de generaciones pasadas. Y cuando llega a la empresa, la mujer ya se ha identificado con la figura del varón y se implica mucho en el trabajo y en conseguir sus objetivos. Lo que ocurre con las mujeres es que cuando cumple los 40 años se plantean que quieren ser madres y, cáspita, se les ha pasado el arroz. Están solas, sin novio, sin hijos...Y entonces se replantean las cosas y llegan a la conclusión de que el trabajo es importante, pero no es lo único, y empiezan a dar prioridad a otras cosas. ¿Qué ocurre con los hombres? Pues ocurre un poco lo mismo, pero en su caso están huérfanos emocionalmente, porque culturalmente no se les ha permitido expresar sus sentimientos. Por eso muchos cortan por lo sano y sus vidas dan un vuelco, y abandonan a la familia y cambian por completo de vida.
-De hecho, hay un tópico en el aire sobre lo ‘malas’ que son las mujeres jefas, sobre todo con sus compañeras
-Es cierto ese tópico y se evidencia en el estudio. Las mujeres no quieren trabajar con mujeres, ni los hombres quieren trabajar con mujeres. Yo creo que lo que ocurre es que el hecho de que la mujer ocupe un puesto de poder es algo novedoso, y no está acostumbrada a mandar. En este sentido pienso que la solución es que las mujeres en puestos de responsabilidad dejen de ser solitarias y sean más solidarias. La autoridad es un aprendizaje y es cuestión de tiempo que aprendamos. Es cierto que en núcleos pequeños de mujeres nos ayudamos a progresar, pero eso tiene que multiplicarse por mil, porque si eso no cambia, no hay ley que iguale.
-La cosa no pinta bien para nadie, ¿qué recomienda?
-La recomendación es que no entremos en una batalla de sexos. Todos tenemos que tirar del mismo carro y no tenemos que ser clones los unos de los otros. Hay una igualdad cada vez mayor desde el punto de vista de la formación y las posibilidades laborales deberían ser las mismas.