La UAH estudia la capacidad de ecolocación humana: Orientarnos como murciélagos o cetáceos

Los murciélagos, los delfines y algún tipo de ballena, ecolocan. Es lo más parecido a lo que hace el sonar de un barco. Mandan ondas sonoras que rebotan en los obstáculos y vuelven en forma de eco al emisor, pudiendo éste determinar distancias y objetos a su alrededor. La ecolocación es ver sin los ojos, es ver con los oídos. Una vez más, la capacidad del ser humano no deja de sorprendernos y es que Juan Antonio Martínez, profesor de la Escuela Politécnica Superior de la UAH, junto a su equipo de investigadores, han desarrollado unos estudios pioneros en el mundo para poder usar la capacidad infrautilizada de ecolocación que tiene el hombre.

El profesor Martínez en su despacho junto a la imagen de uno de los animales que mejor dominan la ecolocación
Los murciélagos, los delfines y algún tipo de ballena, ecolocan. Es lo más parecido a lo que hace el sonar de un barco. Mandan ondas sonoras que rebotan en los obstáculos y vuelven en forma de eco al emisor, pudiendo éste determinar distancias y objetos a su alrededor. La ecolocación es ver sin los ojos, es ver con los oídos. Una vez más, la capacidad del ser humano no deja de sorprendernos y es que Juan Antonio Martínez, profesor de la Escuela Politécnica Superior de la UAH, junto a su equipo de investigadores han desarrollado unos estudios pioneros en el mundo para poder usar la capacidad infrautilizada de ecolocación que tiene el hombre.

- ¿Qué es eso de ecolocación en humanos?
Básicamente la ecolocación, tanto en humanos como en animales, consiste en una detección activa. Emites un sonido o una vibración y la reflexión, lo que llamamos eco de ese sonido, es lo que captamos y tenemos que interpretar. En función de esa interpretación, que es lo más difícil, podemos crearnos una idea del entorno en el que estamos.

- ¿Cómo empezó a estudiarse la capacidad de ecolocación?
La capacidad de ecolocación está muy estudiada en animales. Desde la década de los años 50 comenzó a estudiarse en murciélagos y luego se descubrió que cierto tipo de cetáceos, delfines y marsopas también tenían esta capacidad de detección. A partir de aquí, se empezó a invertir más esfuerzo en estudiar la ecolocación en animales que en el caso de los humanos, para poder aplicarlo en el diseño de sónares más potentes para submarinos de la armada estadounidense. En los humanos, el estudio empezó como algo anecdótico. Había casos de personas, sobretodo ciegas, que por compensación, eran capaces de orientarse a través del sonido. Ya en el 2000 se conocieron dos casos de personas ciegas que habían desarrollado la capacidad de ecolocación y que tuvieron una gran transcendencia en los medios de comunicación. Daniel Kish, el único ciego que ha conseguido el certificado de guía de otra persona invidente y Ben Anderwood, el mejor ecolocador del mundo hasta que falleció en 2009.

- ¿En qué consiste el sonido que debemos emitir para poder ecolocar?
El más efectivo es el clic palatal. Se coloca la punta de la lengua en la parte dura del paladar y se hace un movimiento hacia atrás, muy rápido como un latigazo, de tal manera que sueltas un chasquido, como el que podemos hacer con los dedos. La clave es que cuanto más rápido y corto sea un sonido, más frecuencia contiene, es más penetrante permitiendo atravesar más los objetos y recibes más detalles del eco.


"El 'clic palatal' es el sonido más efectivo para ecolocar. Es un chasquido rápido que se hace con la lengua en la parte dura del paladar"



- Y si ya dominamos el clic palatal ¿Cómo aprendemos el resto del desarrollo para la ecolocación humana?
En el aprendizaje hay tres partes fundamentales. La primera es aprender a ejecutar correctamente los sonidos. La segunda parte es entrenar al cerebro para que reconozca los objetos más simples y sea capaz de distinguir los ecos, cuando hay un obstáculo y cuando no lo hay. Estos dos pasos llevan su tiempo pero es relativamente simple y a partir de ahí podríamos orientarnos sin muchos problemas. La tercera fase es más complicada. En ella hay que entrenar el sistema auditivo y entrenar la interpretación cerebral para reconocer todos los detalles que hay en el eco. Desde que nacemos el cerebro humano, mediante la vista, va componiendo una imagen del mundo, mientras que nuestro sistema auditivo se especializa en distinguir la voz y aprender el lenguaje. Por ello, habría que volver a entrenar la mente para que sea capaz de interpretar los ecos, que tienen demasiada información.

- Se ha demostrado que el cerebro de los murciélagos y de los delfines tiene una zona especializada para la ecolocación ¿Nosotros también?
Tendríamos que analizarlo con un aparato mientras el cerebro está ecolocando, pero eso es muy caro y todavía no lo sabemos. Hoy por hoy, cuando uno ‘ecoloca’ a cierto nivel pueden ocurrir tres cosas. Que se activen zonas cerebrales que prácticamente no se usaban para otra cosa, o que no se usaba para eso; Otra opción podría ser que se subdesarrolle o se compense toda la parte correspondiente al sistema auditivo y también podría pasar que se creara una interconexión entre los centros auditivo y visual, con lo que se podría llegar realmente a ver con el sonido. Es como lo que le ocurre a ciertas personas que cuando oyen sonidos lo asocia a colores o gente que ve letras y le sugiere sonidos e incluso sabores. Se llama sinestesia.

- Su equipo de investigación está desarrollando ciertos protocolos para poder emitir, recibir e interpretar los sonidos ¿Cuáles son?
Hay dos formas de detectar los objetos. Una es más precisa pero más lenta. Sería el método del barrido que es como si hiciéramos un escáner: Mueves la cabeza despacio y vas emitiendo clics. En cada posición recibes un eco distinto y según eso, reconstruyes la imagen mental. La otra forma es más rápida aunque recibes menos detalles. Consiste en mandar un conjunto de ecos, dos o tres muy rápidos y tras una pausa de unos segundos, te creas una imagen global del entorno en el que estás. Así percibes lo que tienes a unos 180 grados pero con menos detalle. Son dos tipos de entrenamiento distinto por lo que habría que hacer dos protocolos distintos.


"Si desarrollamos la ecolocación se podría crear una interconexión cerebral entre los centros auditivo y visual con lo que se podría llegar realmente a ver con el sonido"



- ¿Qué límites existen a la hora de ecolocar?
Cuando pasas a la tercera fase y la vas dominando, es decir, cuando tienes una imagen tridimensional de las cosas, hemos comprobado que la ecolocación no se hace por el sonido, sino por las vibraciones. Los chasquidos que haces con la lengua hacen vibrar la cavidad bucal y traspasan dientes y tejido blando, por lo que se podría ecolocar hasta con la boca cerrada e incluso, se pueden detectar objetos detrás de una pared o detrás de un vidrio. Esto se debe a que la capacidad de penetración de las vibraciones es tremenda, tanto, que hasta podemos ‘ecolocar’ en ambientes tan ruidosos como el Metro. Lo que estamos estudiando es hasta cuánto podemos atravesar con los clics y cómo interpretaríamos tantas cosas porque se genera demasiada información para descifrar.

- Es decir, que en principio los límites biológicos todavía no se han trazado ¿Un nuevo superpoder para el hombre?
(Risas) Hay límites biológicos, como en todo, pero el ser humano puede hacer cosas muy precisas y más increíbles de las que pensamos. Vamos a publicar ahora un estudio en el que comparamos la capacidad de los murciélagos con la de los humanos. Los murciélagos son capaces de detectar hilos de sedal de 0.3 milímetros a una distancia desde 0.8 metros hasta 3 metros. Eso es increíble y su sistema auditivo no explica esa precisión. Nosotros hemos hecho experimentos en los que hemos sido capaces de detectar sedales de 0.2 milímetros a 10 metros de distancia. Las capacidades del ser humano, aún no estando adaptados para la ecolocación en un principio, son mucho más increíbles de lo que podemos pensar. En este caso mejor que la vista por ejemplo.

Aprender a ‘ecolocar’ en 3 partes

1.- Aprender a ejecutar correctamente el ‘clic palatal’ e identificar los sonidos propios.

2.- Entrenar para reconocer objetos simples y distinguir los ecos que se generan cuando hay un obstáculo y cuando no.

3.- Entrenar el sistema auditivo y entrenar la interpretación cerebral para reconocer todos los detalles que hay en el eco.

- ¿Y hasta dónde podríamos llegar con un avanzado desarrollo de las ecolocación?
Para cualquier persona en general sería una nueva forma de percibir el mundo. Sería una técnica muy práctica para los invidentes, los sordos también la podrían desarrollar, e incluso para profesionales como bomberos o equipos de rescate que podrían localizar a gente. También se podría diseñar un aparato que emita vibraciones y que amplifique los sonidos y estaría simulando la ecolocación.

- ¿Cree que el ser humano percibe cada vez más con la vista, en detrimento de otros sentidos?
Sí, creo que hoy por hoy el ser humano se está volviendo casi exclusivamente visual y eso nos está atrofiando. Antes dependíamos mucho más del sonido o del tacto para otras cosas. Hay ocasiones en las que usar la vista es mucho mejor, pero por ejemplo, con el tacto el ser humano es capaz de detectar estructuras más pequeñas que una célula. Algo imposible para la vista. Somos seres visuales, pero también auditivos, táctiles, olfativos y tenemos gusto para percibir. Cuando disponemos de varios sentidos es por algo. Es porque los necesitamos todos.