Taller de autor con Alberto de Casso
El dramaturgo Alberto de Casso ha sido el último invitado de los Talleres de la Escuela de Escritura. Para él ha sido su primera experiencia ante un público universitario, al que habló sobre teatro.
Alberto de Casso, (Madrid, 1963), es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid. De 1986 a 1992 se dedicó a la docencia, impartiendo clases de Teatro y Lengua y Literatura. También ha trabajado como lector de español en la Universidad de Legon (Ghana). Perteneció al grupo Madera-1, con el que actuó en el Festival Internacional de Almagro, y fundó un grupo teatral en Aranjuez. Actualmente es profesor de Lengua y Literatura en el IES Antonio Machado de Alcalá de Henares.
En 1999 ganó el Premio Nacional de Teatro Calderón de la Barca con la obra Los viernes del Hotel Luna Caribe. Ha ganado el Premio Lope de Vega 2008 por Y mi voz quemadura y el Premio Escena Contemporánea 2009 por El cuerpo oculto. En abril de este año estrenó La lengua muerta en el teatro Bertolt Brecht de La Habana con la compañía El Buscón.
- ¿Qué espera de su encuentro con los estudiantes?
A mí me hace una especial ilusión venir aquí, ya que no tengo experiencias previas de confrontar mi obra teatral con alumnos de un taller de escritura. Yo soy profesor de instituto, de enseñanzas medias, entonces para mí es una experiencia nueva, insólita. Yo me imagino que va a ser un intercambio productivo, que hay muchas cosas que vamos a intercambiar. Yo voy a tratar de contarles mi experiencia teatral desde el lado más personal, desde el lado de los logros, los hallazgos, los sinsabores, etc., y lo que sí espero es que sean participativos y que hagan preguntas que me hagan pensar, pero no me he creado todavía un perfil de alumnos y, de hecho, me siento bien con el margen de incertidumbre que eso me crea. Lo que espero es estar a la altura de las circunstancias...
- ¿Qué le parece la iniciativa de la Escuela de Escritura de la UAH, ya sea como centro en sí mismo o en su promoción de estos talleres de autor?
La verdad es que me parece muy importante que la Universidad se implique. Creo que en la universidad española el teatro, ya no desde el punto de vista de la creación y la escritura sino en general, ha sido un género marginado. Yo recuerdo que cuando era estudiante el teatro era "La Cenicienta": se leían sólo las obras canónicas, como La Celestina, y apenas recuerdo que los profesores abordaran las obras teatrales. Algunos sí lo hacían, pero se echaba en falta gente de teatro que nos "iluminara".
Me parece que la iniciativa de la Escuela de Escritura es estupenda, que hay que fomentarla y traer para los talleres más gente de teatro, variada, que escriban de formas muy diferentes y tengan nociones y enfoques muy diferentes de la escritura teatral.
-¿Cómo ve el momento actual del teatro en España?
Ahora mismo yo creo que hay cuatro generaciones escribiendo. Una sería la de los maestros de posguerra: hace unos años murió Buero Vallejo, pero todavía siguen en activo Alfonso Sastre, que, aunque ha sido un autor ninguneado, ha conseguido en las dos últimas temporadas llevar dos obras suyas a los escenarios, Francisco Nieva, Martín Recuerda, Rodríguez Méndez...dramaturgos que tienen 80 años y que jugaron un papel importante en la posguerra, pero que siguen escribiendo y alentando al teatro.
Luego hay grandes maetros indiscutibles, quizá el más conocido José Sanchis Sinisterra, que ha formado autores españoles y latinoamericanos de diferentes generaciones (yo, por ejemplo, me formé con él), y autores de la quinta de Sinisterra tenemos también unos cuantos: Fermín Cabal, Alonso de Santos...
Y luego ya la gente de mi edad, los que somos cuarentones. También en esta generación hay grandes escritores, de los que quizá el más conocido sea Juan Mallorga, que ha tenido la suerte de llegar a los escenarios, suerte merecida por la calidad de su obra.
Por último, hay una generación que va apuntando, de la que, aunque yo no soy muy conocedor de los autores novísimos, sí puedo contar que este año me dieron el Premio Escena Contemporánea con una autora argentina, Agustina Muñoz, de 24 años.
Es posible también que los talleres teatrales ayuden mucho en la formación de los autores. Otra cosa ya es la posibilidad de llegar a los escenarios: los autores llegan con cuentagotas, los directores y los programadores siguen siendo las grandes estrellas y sólo confían en los autores consagrados y los canónicos. Yo creo que deberían apostar más por los autores españoles, ya que, por ejemplo, en Madrid se han multiplicado las salas. Yo, en cambio, por ejemplo, no he sido estrenado en teatros oficiales o municipales, aunque es posible que el año que viene estrenen mi obra premiada con el Lope de Vega en el Teatro Español. El problema, que lo decía Alfonso Sastre en una entrevista en El País, es que los autores pintamos poco, tenemos poco peso específico. La profesión de dramaturgo, salvo que el dramaturgo se dedique a montar sus obras, es fantasmagórica; la mayoría de la producción teatral, de la que mucha es poderosa, se queda fuera del escenario, y eso crea desmoralización en los autores.
-Como decía antes es usted profesor de secundaria, de Lengua y Literatura, ¿cómo ve actualmente la relación de los jóvenes con la literatura y la escritura?, ¿cree que, como se suele repetir, se escribe cada vez peor y se lee menos?
Lo que es cierto es que el sistema educativo se ha deteriorado con el paso de la Ley Villar Palasí de los 70 a la ley actual donde se extendió la educación obligatoria hasta los 16 años. El nivel de exigencia en los institutos ha bajado mucho, los programas cada vez son más livianos y se da excesiva importancia a la pedagogía: por ejemplo, los libros de texto tienen un trabajo muy elaborado desde el punto de vista pedagógico pero carecen muchas veces de contenido, de sustancia, no tienen enjundia.
Por poner un ejemplo de esto, yo llevo 20 años en esta profesión, y cuando empecé a los alumnos les mandábamos leer El Quijote completo y La Celestina, que yo recuerdo que lo leí con 16 años y lo disfruté. Después ya El Quijote les resultaba algo inabarcable e imposible de leer, así que les mándabamos la primera o la segunda parte. En años sucesivos se fue pasando a una selección amplia de capítulos, es decir, los alumnos leían como una tercera parte. Y actualmente hemos llegado a que se les manda leer 4 o 5 capítulos puntuales. Te pongo este ejemplo para que veas que un libro capital como El Quijote, que ha inspirado a tantos escritores, que la gente lo lee muchas veces motu proprio, se ha convertido ya en algo inasequible para nuestros alumnos.
Además, se empiezan a mandar demasiadas novelas juveniles sin la suficiente calidad, y también es verdad que los alumnos cada vez son más descuidados, escriben peor. Esto no se debe a que los profesores seamos menos exigentes, sino a que es necesario leer para dominar el lenguaje. Escriben con una ortografía telegráfica, llena de dislocaciones sintácticas, y no saben puntuar. Por ejemplo, yo este año tuve el récord: un alumno, en una sola palabra, una palabra además común, cometió 5 faltas de ortografía. La palabra era convencer, que él convirtió en "combeze".
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