Diego Santos Sánchez, experto en teatro español del siglo XX, Premio Jóvenes Investigadores



Diego Santos Sánchez, del departamento de Filología, Comunicación y Documentación, ha sido elegido Premio Jóvenes Investigadores de la UAH 2016 en el área de Ciencias Humanas y Sociales. Es experto en teatro español del siglo XX y en la censura durante la dictadura.

El premiado ha vuelto a la UAH después de un largo periplo por distintas universidades internacionales: se licenció en Filología Hispánica y obtuvo en la UAH el doctorado europeo en Teoría, Historia y Práctica del Teatro. Desde 2008 ha sido investigador posdoctoral en las universidades de Durham, donde trabajó

Diego Santos.
durante tres años en el proyecto Theatre Censorship in Spain (1931-1985); la Universidad Autónoma de Barcelona, donde colaboró en el proyecto ‘Escena y literatura dramática en el exilio republicano de 1939’; y la Universidad de Berlín, donde disfrutó de una beca de la Fundación Alexander von Humboldt. También ha sido investigador visitante en las universidades de Edimburgo, Harvard, París 8 y São Paulo. En la actualidad ha regresado a la UAH gracias al programa de Ayudas Posdoctorales del Vicerrectorado de Investigación.
Su investigación versa sobre el teatro español del siglo XX: ha realizado numerosos trabajos sobre el impacto de la censura en el teatro español durante el Franquismo y también dedica una línea de investigación a los autores exiliados durante esta etapa de la historia reciente de España.

-Imaginamos que muy contento por recibir este premio que valora su trayectoria investigadora en Ciencias Humanas y Sociales
-Para mí es algo muy especial, porque yo estudié aquí, me doctoré aquí, y luego estuve muchos años fuera. Volví con una ayuda posdoctoral de la propia UAH el año pasado y, ahora, recibir este reconocimiento supone una gran satisfacción. Y que te premien por una trayectoria investigadora en Humanidades es una alegría doble, porque hacer investigación en este ámbito es aún más difícil que en otros. Somos como los ‘hermanos pobres’ de los investigadores. Entre otras dificultades, en los programas de ayudas a la investigación disponemos de una cuota muy marginal, lo que hace que todo sea más complicado desde el punto de vista de la financiación…

-¿Cómo decide uno dedicarse a estudiar el teatro español del siglo XX?
-La tesis la hice en Alcalá con un profesor ya jubilado, Ángel Berenguer, que era especialista en Fernando Arrabal, un autor muy polémico que sigue vivo y cuyo teatro solo puede definirse como brillante. Creo que es el mejor dramaturgo del siglo XX en España, rivalizando con García Lorca. Me fascinó su teatro y me dediqué a él durante 4 años. Es un teatro que se escribe durante el Franquismo, aunque él estaba fuera de España. En aquella época yo estaba muy interesado en el análisis escénico y literario del teatro... Desde 2008 me he dedicado a las relaciones del teatro con la dictadura; no analizando autores concretos, sino fenómenos más transversales, como la censura. También me dedico parcialmente a analizar cómo articularon la memora del conflicto los autores del exilio republicano, que se marcharon en 1939. En este momento me interesa mucho esa relación entre memoria, poder, trauma y teatro… e intento expandirme con otros proyectos que tienen más que ver con el mundo luso-hispano.

-¿Y cómo es ese teatro de la dictadura?

-Pues depende. Los autores del exilio no están sujetos al filtro de la censura. Los que permanecen en España hacen un teatro con una beligerancia más camuflada. También depende del momento, porque las imposiciones a la creación cultural no son las mismas en la década de 1940 que a finales de la dictadura. El Franquismo dura 40 años y hay muchas etapas diferentes: en la etapa posterior a la guerra civil se repone un teatro de preguerra; durante los años 50 se genera un teatro realista, propio de la dictadura en tanto que se gestó como respuesta a la misma; y en la década de los 60 prima el teatro de corte vanguardista. Se trata de un momento de mucha creación en España. Lo más interesante es que en muchos casos la censura llevó a una serie de lenguajes más crípticos que, a su vez, trajeron consigo un público mucho más vivo, más capaz de encontrar los dobles sentidos y los mensajes encerrados. Se trata, en definitiva, de un fenómeno poliédrico.

-¿Cómo ve el teatro que se hace en la actualidad?

-Muy bien en lo que se refiere a calidad. Hay sitio para todas las propuestas. Y si bien la crisis ha sido demoledora en muchos ámbitos, la gente no ha dejado de ir a las salas en la medida que habría cabido esperar. También han surgido salas nuevas, pequeñas, que a nivel de creación están haciendo cosas espectaculares, aunque sin ayudas públicas, que son casi esenciales para poder sobrevivir del teatro.

-Como joven investigador, ¿qué recomienda a los estudiantes que deseen dedicarse a la investigación en Humanidades?
-Es una carrera de obstáculos muy dura, que exige una movilidad casi permanente. Yo en los últimos años he vivido en Barcelona, Brasil, Alemania, ahora otra vez en España… No encaja mucho con la idea de una vida corriente, así que yo les animo a emprender el camino si están convencidos de lo que quieren hacer, si les fascina su trabajo. Les aconsejaría que se armasen de valor y fuesen a buscar trabajo donde se lo puedan ofrecer. Es una carrera de fondo en la que de tanto en tanto te enfrentas al vacío pero, repito: si te fascina lo que haces, adelante.