Sigillum nostrum es el sello propio de una universidad comprometida con su presente, pero fiel a su pasado. No me refiero al silencio cauteloso que, a veces, acompaña algunas decisiones de los gestores públicos, sino al útil instrumento de comunicación que, mediante estas líneas, permite, por cortesía del rector, y, en mi condición de presidente del Consejo Social, dirigirme, y de alguna manera presentarme, a los miembros de la comunidad universitaria de los campus de Alcalá y de Guadalajara.
Desde su creación en 1986, durante los casi 40 años de andadura de nuestro Consejo Social, primero con José Luis Leal, y, después, hasta el pasado septiembre, con Joaquín Leguina, la coordinación con los demás órganos de la universidad, la armonía entre ellos, si se prefiere, ha contribuido a que la UAH se haya convertido en un instrumento fundamental para el desarrollo del Corredor del Henares.
Cuando, el pasado noviembre, asistí al acto de entrega de los premios AEDHE a los empresarios del Corredor del Henares y pude ver lo que se había conseguido en los últimos 25 años, tuve la satisfacción de pensar que nada de aquello hubiera sido lo mismo sin la existencia de la UAH. Pero hacer las cosas bien es mucho más difícil de lo que pudiera parecer. Nadie puede fallar para que el resultado sea bueno.
Las administraciones públicas en su sitio, sin pretender ocupar otros espacios que los suyos; la universidad atenta, en tensión, para encontrar la mejor manera de ayudar; los empresarios dedicados a crear riqueza, y los sindicatos como parte activa fundamental en el diálogo social. En los tiempos que corren, estas palabras pueden parecer algo naif, hasta tiernas, quizás. Pero si el Corredor del Henares ha llegado a la situación actual es porque las cosas no se han hecho de manera muy distinta a las que acabo de contar.
Pero nos corresponde afrontar el futuro. Ni el entorno económico es el mismo que hace veinte años, ni tampoco el panorama universitario; la normativa universitaria es otra; no sólo se ha incrementado el número de las privadas sino también la manera de impartir las enseñanzas. Necesariamente, la realidad aboca a que se produzcan cambios en las universidades públicas. Sabemos dónde están nuestras fortalezas y nuestras debilidades. Llevamos años repitiendo y divagando sobre las mismas cosas. Estoy convencido de que los Consejos Sociales, por su propia naturaleza y composición, podrían ser un instrumento útil para la modernización de nuestras universidades públicas.
Que nadie piense que pido para los Consejos Sociales un papel distinto al que le corresponde. Creo saber lo que son y, sobre todo, lo que no son; las funciones que por ley les corresponden y lo que no hacen o no pueden hacer. De la misma manera que pienso que la solución a los problemas que tiene la universidad pública (no olvidemos que son administración pública) no pasa por cambiar la gobernanza, la elección del rector o encorsetando la gestión, sí creo que un papel más activo de los consejos en el ámbito supervisor, acompañado de una normativa que facilite la gestión, producirían a medio plazo un efecto beneficioso para el sistema universitario.
Y termino:
Para mi es una gran satisfacción presidir el Consejo Social de la UAH. No es una universidad cualquiera. No sólo por sus orígenes centenarios, sino porque en nuestra etapa democrática ha mantenido los más altos niveles académicos con una gestión económica sostenida, sin sobresaltos. No es fácil y no todas las universidades españolas lo han sabido hacer. Me gustaría pensar que también forma parte de su sigillum y que, en esta nueva etapa, el Consejo Social pueda resultar tan útil como en las anteriores.