Las desigualdades se acentúan durante la pandemia

El profesor de Medicina Preventiva de la Universidad de Alcalá y epidemiólogo, Pedro Gullón, es coautor del libro Epidemiocracia: Nadie está a salvo si no estamos todos a salvo en el que se desmonta la idea de que el COVID-19 no de entiende clases sociales.

 - ¿De qué trata el libro?

En el libro proponemos una reflexión sobre las epidemias desde una perspectiva amplia, que, al menos intentamos, se salga de lo estrictamente médico o sanitario. Hablamos de las epidemias como lugar de encuentro entre diferentes disciplinas y miradas, de cómo respondemos a estos fenómenos, y de qué manera preparar la sociedad para estar preparados para lo cotidiano a la vez que para lo extraordinario.

- ¿Con qué objetivo lo han escrito?

Podríamos decir que lo escribimos con un doble objetivo. El primero, más académico, utilizar el marco que nos proporcionaba estar inmersos en la pandemia del COVID-19 para analizar los elementos sanitarios y no sanitarios que rodean a las epidemias. No como algo coyuntural del COVID-19, sino que queríamos utilizarlo para hablar también de otras epidemias recientes como el VIH o las gripes. El segundo, y que pensamos que está íntimamente ligado con el primero, es un libro con una vocación activista por la equidad en salud y por la importancia de la política (como elemento amplio) en nuestra salud. A través de las reflexiones que presentamos queremos poner encima de la mesa elementos para comprender el mundo en el que nos movemos, pero también pensar en las herramientas que podemos tener para transformarlo con el objetivo de tener sociedades más saludables y más justas.

- ¿La epidemia ha venido para ponernos a todos al mismo nivel o incluso en una epidemia hay clases?

Había una frase muy repetida en las primeras semanas de la pandemia de ‘el COVID-19 no entiende clases’. Y creo que esa frase, repetida incluso por la mayoría de representantes políticos, se decía con un objetivo positivo, mostrar la inter-dependencia de la pandemia: nuestra salud depende de la salud de las personas alrededor nuestro.

Sin embargo, esa frase ocultaba otra realidad: no todo el mundo tiene la misma posibilidad de enfermarse o, incluso, de que la enfermedad tenga consecuencias fatales. Podríamos decir que la pandemia entiende desigualdades sociales a 3 niveles. En el primero, no todo el mundo tiene la misma posibilidad de enfermarse; definitivamente no tiene la misma posibilidad de enfermarse un directivo tele-trabajando en su casa pidiendo comida a domicilio, que el rider que le lleva la comida (a él y a otras casas), y que seguramente compatibilice con otro trabajo en hostelería, ganando un sueldo que no le permite vivir en un hogar donde existan las condiciones para poder realizar un correcto aislamiento si un miembro del hogar da positivo. En un segundo nivel, las personas que tienen COVID-19 y son de clase social menos favorecida también tienen más posibilidades de tener una enfermedad grave; esto es porque las condiciones que hacen que el COVID-19 sea más grave (enfermedades crónicas como la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica o la enfermedad cardiovascular) son también mucho más prevalentes en clases menos favorecidas, lo que sitúa una doble carga: más riesgo de exposición y más vulnerabilidad a las consecuencias de la enfermedad. En un tercer nivel, en el futuro empezaremos a ver cómo las consecuencias de la recesión económica, especialmente si va acompañada de políticas de austeridad, afectará también de forma más grave a las personas con menos recursos.

- Parece que incluso para recibir la vacuna también ha habido distinciones, ¿qué le parece esta situación?

Claro, es que estos ejes de desigualdad ocurren en casi todos los procesos de salud y de acceso a medicamentos. En la distribución de las vacunas se produce un fenómeno más complejo, dentro de nuestro contexto (el estado español), la distribución de las vacunas está siguiendo un proceso de distribución basado en indicadores de riesgo, exposición o equidad que, aunque siempre puede ser mejorable, garantiza que la distribución cumpla algunos principios de justicia distributiva. Sin embargo, si miramos el marco más global, la distribución por países está siguiendo unos ejes de desigualdad enormes, con una distribución de las vacunas a varias velocidades dependiendo de la capacidad económica del país. Si hemos entendido que las vacunas, como un bien escaso y esencial, las tenemos que repartir dentro de nuestras fronteras con criterios de priorización, ¿por qué hemos dejado la distribución global en manos casi exclusivamente del mercado?

- ¿Qué enseñanzas nos ha aportado el coronavirus?

Me parece muy complicado hablar de esto cuando todavía estamos inmersos en el proceso. Diría que nos puede dejar lecciones sobre la importancia de lo público, la importancia de la cooperación, de la investigación con fondos públicos… Pero, por desgracia, todas esas lecciones están en disputa y no tengo nada claro que consigamos convertirlas en hegemónicas. Desde luego que decir ‘vamos a salir mejores’ me parece cínico cuando estamos en una situación que, sobre todo, ha provocado una gran crisis. Pero esperemos que consigamos resaltar aquellos valores que son fundamentales para enfrentarnos a situaciones de este tipo.

- ¿Cree que viviremos una transformación social cuando la situación sanitaria se estabilice?

Seguramente se vivan transformaciones. Nosotros en el libro reservamos unos capítulos finales bajo el epígrafe de reconstrucción, a algunas de las transformaciones que podrían darse lugar tanto desde el punto de vista sanitario como no sanitario. Intentamos resumirlo en un manifiesto por la Salud Pública (Public Health New Deal) orientado en 3 principios: diseñar las políticas públicas con una mirada de salud, incentivar la salud en todos los sectores y cambiar lo que hablamos de salud cuando hablamos de salud.

- Como médico y como profesor de la UAH, ¿cómo está viviendo la pandemia?

Dura, como para todo el mundo. La docencia online es más complicada, tanto para los que estamos en el lado de dar clase, como para las que lo están recibiendo: poca formación de dar docencia online, dificultades de concentración, otros problemas personales y preocupaciones ocurriendo a la vez… No es fácil para nadie. Al menos, como profesor de Medicina Preventiva, en el curso intentamos esforzarnos y sí que nos da oportunidad de poder tratar en clase temas de mucha actualidad, y debatir sobre ellos. 

Publicado en: Entrevista