La aprobación de la Ley Orgánica 2/2023, de 22 de marzo, del Sistema Universitario (LOSU) ha traído consigo la obligación de las universidades españolas de adaptarse a un nuevo marco normativo. Esta adaptación no se limita a la necesaria aprobación de unos nuevos Estatutos, sino que implica la modificación de estructuras, políticas y mecanismos de gobernanza.
La Secretaría General tiene la responsabilidad de garantizar la transición de un régimen jurídico a otro con pleno respeto a la seguridad jurídica, sin merma de la eficacia en el funcionamiento de la Universidad y con plenas garantías para el conjunto de la comunidad universitaria. Con la finalidad de que los cambios se realicen con éxito y con el sosiego deseable, se ha procurado asegurar la máxima participación de toda la comunidad universitaria, en un clima de diálogo y valoración de las diferentes perspectivas e intereses.
Hay tres aspectos de la LOSU que merecen una valoración particularmente positiva. El primero de ellos es convertir la transparencia, la responsabilidad social y la rendición de cuentas en un elemento vertebrador de todo el sistema universitario. La trascendental misión de las universidades públicas, como motor económico, agente de progreso y ascensor social, se ve reforzada cuando se convierten en cuerpos transparentes ante la opinión pública, de forma que la ciudadanía pueda evaluar, fiscalizar y enjuiciar sus actuaciones. Entender la autonomía universitaria como una coartada para la opacidad no es un camino adecuado para proteger el valor de los centros de educación superior.
El segundo elemento es el compromiso con el respeto a la diversidad. Las Unidades de Diversidad pasan a ser unidades básicas de toda universidad. En los centros universitarios se ha de garantizar la integración, el respeto y la plena igualdad de oportunidades, con una atención personalizada y con la adopción de las adaptaciones educativas que, sin merma de la calidad y la exigencia, permitan a todos los estudiantes alcanzar sus objetivos. Somos un espacio de interacción en el que las diversidades suman y nos enriquecen. Si estas premisas calan, los profesionales del mañana que salgan de las aulas universitarias estarán ética y humanamente preparados para el desempeño de sus cometidos.
El tercer elemento, canalizado a través de las Unidades de Igualdad, es la incorporación de la igualdad entre mujeres y hombres en el desarrollo de las políticas universitarias. La LOSU también se incluye la perspectiva de género en el conjunto de actividades y funciones de la universidad. Se trata de otro factor fundamental, que da continuidad al enfoque seguido en las etapas preuniversitarias y que permite combatir las discriminaciones y el acoso, así como erradicar estereotipos todavía presentes en muchos ámbitos de nuestras sociedades.
Desde la Secretaría General de la UAH hemos puesto un especial empeño en potenciar esos tres elementos de la LOSU. Somos plenamente conscientes del camino que queda por recorrer, pero creemos haber sido capaces de sembrar las semillas necesarias para lograr una universidad más transparente, diversa, plural, abierta, respetuosa y comprometida.