Una investigación en la que participa la UAH descubre cómo evolucionaron los tiburones gigantes

El estudio, en el que está implicado el investigador de la UAH, Juan López Cantalapiedra, se ha publicado en la revista ‘Evolution’ y desvela las condiciones que determinan el tamaño de los tiburones.
Este estudio internacional, en el que también intervienen investigadores del Reino Unido y Estados Unidos, ha permitido analizar los rasgos biológicos de las especies de tiburones y de sus parientes, las rayas, con el fin de determinar cómo evolucionó el gigantismo de estos animales con el paso del tiempo.

 

Los resultados indican que para que un tiburón alcance grandes dimensiones –como las del megalodón, extinguido hace 2 millones de años- tendría que modificar su alimentación, su propia temperatura corporal o convertirse en un filtrador de plancton.

Es el caso de dos de los tiburones más grandes conocidos: por un lado, el megalodón, conocido por el gran público gracias a una película reciente, se sabe que podía medir hasta 18 metros de longitud y era un depredador activo. Por otro lado, el tiburón ballena, especie viva, puede alcanzar un tamaño similar pero no es un depredador, sino un filtrador que se alimenta exclusivamente de plancton.

El estudio, que incluye información de más de 450 especies de tiburones y rayas, determina que el tamaño de estos animales está relacionado con su estrategia de alimentación, pero también con la capacidad de algunas especies de predadores de retener calor en los músculos relacionados con la natación, lo que se conoce como ‘mesotermia’.
‘La adaptación mesotérmica permite a los tiburones que la desarrollan vivir en diferentes tipos de hábitat, incluyendo las aguas frías, así como cazar de forma eficaz presas de gran tamaño, ya que alcanzan mayor velocidad y cubren distancias más largas. Por su parte, la adaptación a dietas filtradoras permite comer el alimento más abundante del océano, el plancton’, señala el investigador de la UAH.

Ambos, depredadores y filtradores gigantes, corren riesgos como especie en situaciones de cambio climático o distorsiones del entorno. ‘Las especies mesotérmicas necesitan consumir grandes presas para mantener sus elevadas necesidades energéticas por lo que, cuando esas especies son escasas, los tiburones gigantes mesotérmicos son más susceptibles de desaparecer. De hecho, la escasez de presas grandes en tiempos de cambio climático drástico fue la causa más probable de la extinción del megalodón. Por su parte, los filtradores han mostrado más capacidad de adaptación a cambios climáticos pasados, aunque en la actualidad corren el riesgo de ingerir grandes volúmenes de microplásticos tóxicos que se encuentran en las aguas de nuestros océanos, lo que igualmente amenaza su supervivencia’.

Tanto es así que, en este momento sobreviven tan solo 20 de las casi 500 especies de tiburones y rayas que podrían superar los 6 metros y denominar gigantes. ‘Pero ahora sabemos qué las ha hecho ecológicamente diferentes y que el hecho de ser filtradores o mesotermos ha sido crucial para que lleguen a alcanzar su tamaño. Tristemente son estas especies las más vulnerables a factores como la sobrepesca y las altas concentraciones de microplásticos en los océanos’, concluye el investigador.

 

Publicado en: Reportaje