La lechuza, esa rapaz rodeada de misterios, ‘ave del año’

SEO/Birdlife ha declarado a la lechuza común ‘ave del año’ después de una reñida votación. La lechuza común ha ganado a otros dos pájaros: el chorlitejo patinegro y el alimoche común, menos populares, aunque igualmente importantes para el mantenimiento de sus hábitats. El profesor de Ecología del departamento de Ciencias de la Vida, Salvador Rebollo, investigador en ornitología, habla de la importancia de esta rapaz para el mantenimiento del medio agrícola.

 

Es una buena ‘amiga’ del hombre. Habita en el campo, en el medio agrario, en los campanarios de los pueblos y hasta se atreve con algún paraje oscuro y poco ruidoso en la ciudad. La lechuza común es una rapaz envuelta en el misterio que rodea habitualmente a las aves nocturnas: esos grandes ojos frontales y los extraños ruidos que emite durante la noche alimentan la imaginación e invita a las leyendas y al mito. Además, es una especie cosmopolita, con una amplia distribución mundial que, sobre todo antiguamente, frecuentaba los cementerios y los edificios religiosos. ‘Hay múltiples creencias asociadas a la lechuza –señala Rebollo-. Por ejemplo, existía la creencia popular de que se alimentaba del aceite de las antiguas lámparas de aceite de las iglesias o que su blanca silueta nocturna eran almas de personas fallecidas o espíritus malignos... Nada más lejos de la realidad. Es un ave rapaz que se alimenta principalmente de pequeños vertebrados, especialmente pequeños mamíferos, como los roedores. Y frecuenta los cementerios y edificios religiosos porque allí encuentra habitáculos tranquilos donde refugiarse durante el día, próximos a las zonas agrícolas donde se alimenta por la noche. Por otra parte, sus misteriosos sonidos nocturnos van dirigidos a sus congéneres, sin más pretensiones’.

 

Pero su elección como ‘ave del año’ no responde a misterios, responde más a la necesidad de llamar la atención sobre el declive de la biodiversidad en el medio agrícola, que es su entorno. En este sentido, el experto de la UAH indica que ‘el grupo de las aves de los medios agrícolas es, posiblemente, el más amenazado en la actualidad en Europa, si lo comparamos con las aves forestales o las aves marinas’.

 

¿Por qué ocurre? En su opinión, tiene que ver con los profundos cambios que ha experimentado la organización y funcionamiento de los espacios agrarios, que han sufrido en pocas décadas una gran transformación, pasando de sistemas agrarios tradicionales, con una equilibrada actividad agrícola, ganadera y forestal de baja intensidad o extensiva a sistemas agrícolas intensivos que, entre otras cosas, han eliminado el mosaico de hábitats existente y los retazos de vegetación natural en amplias zonas. ‘Estas transformaciones han permitido, de momento, asegurar el abastecimiento de alimento de una población humana global creciente a un precio razonable y han mejorado las condiciones de trabajo y de vida de las personas dedicadas al sector agrario. Sin embargo, también están teniendo un impacto ambiental notable por destrucción y degradación de los hábitats previamente existentes. Una de las especies que lo está sufriendo es la lechuza común, por la simplificación del paisaje agrario, pérdida de construcciones tradicionales y el abuso de pesticidas. Al tratarse de un depredador, es sensible a los problemas que ocurren a lo largo de toda la cadena trófica, como un pescador que detecta todas las perturbaciones que se producen a lo largo del sedal’, explica Rebollo.

Mejorar la población de lechuzas en España y en el resto de Europa es complicado: ‘tenemos que diseñar sistemas de producción agrarios más sostenibles, con mayor capacidad para compatibilizar producción agraria y ganadera y conservación de la naturaleza’, indica.

Pero no solo es una cuestión de impacto ambiental y conservación de la naturaleza. ‘Los modelos de producción agraria más intensivos están basados en la explotación de una pequeña variedad de plantas y ganado, lo que provoca la erosión de nuestro patrimonio genético de variedades de plantas y razas de ganado autóctonas, ya que producen unos pocos estereotipos, lo que reduce la variedad de productos agrarios generados. Igualmente, el abuso de ciertas sustancias (pesticidas, medicamentos, antibióticos…) aumenta el riesgo sanitario de algunos productos agrarios. En el caso de las granjas intensivas de producción animal, se han detectado disfunciones importantes como consecuencia del alimento y el trato recibido por los animales y, por otro lado, hemos perdido paisajes, gastronomía y cultura, lo que reduce nuestra oferta turística’, agrega el profesor.

 

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