Especies exóticas invasoras: un problema de todos

Según la Ley, las especies exóticas invasoras (EEI) son ‘aquellas que se introducen o establecen en un ecosistema o hábitat natural o seminatural y son un agente de cambio y amenaza para la diversidad biológica nativa, ya sea por su comportamiento invasor o por el riesgo de contaminación genética’. El profesor de la UAH, Juan Junoy, nos aproxima a las EEI y su problemática en parques naturales y otros espacios.

 junoyex
 Juan Junoy

Hay aves de bellos colores, como la cotorra argentina; insectos molestos, como el mosquito tigre, y otros muy dañinos, como la avispa asiática y luego están los de apariencia ‘tierna’, como el mapache, al que, como señala Junoy, ‘vemos en dibujos animados como amigo de Pocahontas pero, a pesar de su aspecto, es un animal voraz y oportunista, capaz de cazar y acabar con nidos, ocupando el espacio de las especies autóctonas – como el zorro, el tejón o la nutria - ya que tiene una gran potencial colonizador. Son agresivos y pueden trasmitir la rabia y otras enfermedades’. Y no son solo animales. Hay plantas demoledoras, como el camalote que se extiende por ríos como el Guadiana o la caña, o la mimosa, igualmente dañinas para los ecosistemas autóctonos. Y esta ‘invasión’ de especies exógenas afecta también a los Parques Nacionales españoles, como se puso en evidencia hace unos meses en un encuentro celebrado en la UAH.

Unos espacios que nacen como un medio de protección y gestión del patrimonio natural, un sistema integrado para preservar hábitats y especies donde las EEI se han convertido en una amenaza y fuente de preocupaciones. ‘La ventaja que presentan los espacios protegidos es que cuentan con personal atento a su mantenimiento ecológico, capaces de detectar las alteraciones de estas especies. Otra cuestión diferente es que cuenten con los medios suficientes para hacer frente a la invasión. En eso se puede diferenciar de un parque público de nuestras ciudades, donde vemos cada vez más a las escandalosas cotorras argentinas. El control de este tipo de especies es drástico: se deben erradicar, porque todas esas invasiones se iniciaron solo con unos pocos individuos que tienen un potencian reproductivo tan grande que son colonizadores expansivos’, explica el profesor de la UAH.

No hay Parque Nacional o espacio protegido que no esté afectado en mayor o menor medida. Pero, por poner dos ejemplos muy claros: las ratas son un problema en el Archipiélago de Cabrera y las hormigas argentinas en el Parque Nacional de Doñana. ‘La disparidad entre estas dos especies nos indica una vez más que debemos conocer bien su biología para poder erradicarlas, siendo los mecanismos utilizados muy dependientes de la especie considerada. Menos llamativas que los animales, las plantas también representan un gran problema del que prácticamente no se sustrae ningún espacio protegido. La uña de gato, sin ir más lejos, se ha extendido por toda la costa y está siendo erradicada del PN de las Islas Atlánticas de Galicia’. A veces la erradicación es una utopía. Lo más que se puede hacer es controlar sus poblaciones, al menos en los espacios naturales protegidos.

Invaden y exterminan
El problema no es solo que invaden, sino que se expanden, colonizan y, en ocasiones, erradican a las especies autóctonas. ‘De una manera sencilla podemos decir que estas especies utilizan el ‘quítate tú para ponerme yo’. Hay una competencia por los recursos con las especies autóctonas, ya sea de alimento o de espacio. Hay competencia por cuestiones tan sutiles como la atracción de insectos polinizadores… Volviendo a la uña de gato, tiene unas hermosas y grandes flores que atraen mucho más que las pequeñas florecitas de las especies de las dunas. También hay especies exóticas muy voraces que directamente acaban con las autóctonas por el sencillo método de comérselas... y, además, algunas especies nativas pueden verse afectadas por infecciones de las especies foráneas.

Pero, ¿los ciudadanos pueden hacer algo por evitar el asentamiento de estas EEI o está todo perdido de antemano? El profesor de la UAH estima que podemos adoptar sencillas medidas y una de ellas es muy fácil: no comprar ejemplares exóticos y, si ya se ha cometido el error, no los suelte en la naturaleza. ‘No está haciendo ningún bien a nadie pensando que su mascota estaría mejor viviendo libre; no es la orca Willy. Esas ocurrencias tuvieron muchos que adquirieron en su momento una ‘tortuguita’ - en realidad el galápago americano o de orejas rojas – que acabaron ‘liberando’ en un río, afectando a todo el ecosistema fluvial. Ahora, esas tortuguitas son una de las especies invasoras más extendidas en nuestro país’, concluye.

 

Publicado en: Reportaje