Contaminación atmosférica, un problema de todos y una solución en la mano de cada uno

España es uno de los nueve países de la Unión Europea acusados de superar los límites de contaminación del aire establecidos por las leyes europeas. Londres superó el primer mes del año los niveles de concentración de dióxido de nitrógeno para todo el 2018… ¿cómo se le pone freno a esta situación? Pedro Letón, profesor del departamento de Química Analítica, Química Física e Ingeniería Química, habla de este problema estructural.

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Pedro Letón.

No es un problema exclusivo de España. Afecta a más de 50 zonas de Europa incluyendo, además de Madrid y Barcelona, a todas las grandes ciudades europeas, como París, Londres, Roma, Milán o Berlín. La advertencia que realizó hace varias semanas la Unión Europea a 9 países por superar los límites de contaminación del aire establecidos por las leyes europeas ‘supone que en un corto periodo de tiempo las administraciones implicadas, especialmente Ayuntamientos y Comunidades Autónomas, han de informar de las medidas que se van a llevar a cabo para reducir los niveles de contaminación y cumplir con la legislación vigente. De no recibir respuesta o información precisa y convincente, la Unión Europea lo denunciará ante el  Tribunal de Justicia de la propia Unión y será el Tribunal el que determine el veredicto, siendo lo más habitual la imposición de multas millonarias.  

Las advertencias que realiza la UE afectan al dióxido de nitrógeno pero, con buen criterio, Letón señala que no podemos hablar del efecto aislado del dióxido de nitrógeno en nuestra atmósfera o sobre la salud: ‘El dióxido de nitrógeno es un gas que se forma en los procesos de combustión, consecuencia de las altas temperaturas que se alcanzan y de la presencia de nitrógeno y oxígeno en el aire. Simultáneamente se producen otros contaminantes como partículas y moléculas orgánicas sin quemar totalmente, que hacen de ello una mezcla que nos puede llegar a afectar de manera importante. Además, en episodios de estabilidad atmosférica, donde se produce una acumulación de estas sustancias por falta de dispersión,  la radiación solar provoca el inicio de una serie de reacciones químicas en las que se llegan a formar otros productos más tóxicos, si cabe, como por ejemplo el ozono’.

Hay muchos estudios que establecen números muy elevados de muertes prematuras debido a la mala calidad del aire que respiramos, ‘con datos un tanto dispares dada la incertidumbre en este tipo de estudios’. Lo que no se puede discutir es que en los días de máximos niveles de contaminación se produce un aumento de ingresos en urgencias de hospitales y ambulatorios por afecciones pulmonares, especialmente entre las personas más vulnerables, como ancianos y niños. ‘Los efectos suelen estar relacionados con la inflamación de las vías aéreas, irritaciones de garganta, problemas respiratorios... También puede haber afecciones en el sistema circulatorio o inmunológico, incluso afectando a órganos como el hígado o el bazo. Y podemos mencionar efectos sobre el medio ambiente, como la acidificación y eutrofización o limitaciones en el crecimiento de las plantas. Además, la parte exterior de los edificios se puede ver afectada por la reactividad de los gases’.
El problema de la calidad del aire o de su efecto sobre la salud no es tanto que en algún momento puntual se superen los valores máximos permitidos, es más importante y nocivo superar valores elevados durante largos periodos de tiempo, como está sucediendo en las grandes ciudades europeas y españolas ¿Cómo ponemos freno a las emisiones? Cuando hay una alerta, en momentos puntuales, algunas ciudades en España establecen restricciones al tráfico y el estacionamiento en los centros urbanos y limitan la velocidad en el entorno, pero esas medidas no se extienden más allá de unos días, hasta que llueve o sopla viento y se reduce el nivel de contaminación. Letón indica, en ese sentido, que esas medidas deberían ser permanentes, y no coyunturales, y opina que más pronto que tarde ‘llegaremos a ello’.

No obstante, ‘el problema es de mucho más alcance y necesita de muchas otras medidas simultáneas de todo tipo, aunque el resultado no sería inmediato. ‘Por un lado, hay que hacer una apuesta clara por el transporte público, más allá de la simple publicidad recomendando a los ciudadanos que lo usemos. Algo parecido ocurre con el uso de la bicicleta: se debe fomentar su uso para ir a trabajar, a estudiar o a comprar. Es increíble que en una ciudad como Alcalá, donde todo está relativamente cerca y su superficie es llana, apenas se use la bicicleta, cuando es uno de los elementos fundamentales para resolver el problema de la contaminación’.

Y luego están medidas que se escapan a la decisión personal de cada uno, como el incremento del impuesto fiscal al diésel para incentivar el abandono de este tipo de combustible… El sector automovilístico está poniendo en el mercado automóviles con menores consumos y con sistemas de control de emisiones más eficaces y promoviendo los vehículos eléctricos y los híbridos. En ese sentido, el profesor de la UAH señala que ‘una renovación del parque automovilístico hacia los eléctricos sería muy importante, pero eso siempre es un proceso lento. Necesitaría medidas de incentivación o ayudas a la compra para acelerar el cambio, así como de infraestructuras para la recarga de las baterías. En este sentido, los taxistas en Madrid tienen de límite el año 2023 para abandonar los diésel y adquirir un automóvil con motor híbrido o eléctrico para su actividad’.

Letón es consciente de que algunas de estas medidas son estructurales y, por tanto, difíciles de respuesta a corto plazo, ‘pero hay un aspecto del que nunca se habla, y considero que es muy importante: todo empieza en cada uno de nosotros. Tenemos que pensar en qué medida podemos aportar nuestro granito de arena. Hay que exigir a las autoridades, pero también nos tenemos que exigir a nosotros mismos’.

 

Publicado en: Reportaje