Un estudio de la UAH sobre el polen reconstruye el paisaje y el clima de Madrid de los últimos 400.000 años

Las profesoras Mª Blanca Ruiz Zapata y Mª José Gil García, miembros del grupo de Palinología de la UAH, junto a tres científicos del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), han publicado un estudio en la revista Quaternary International sobre los cambios en la vegetación y en el clima de los últimos 400.000 años en la región de Madrid.

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Mª José Gil y Blanca Ruiz.

El estudio, liderado por la Universidad de Alcalá, se ha llevado a cabo partir de los análisis del polen en ocho secuencias sedimentarias asociadas a yacimientos arqueológicos y reconstruye los paleoambientes de los grupos humanos que ocuparon las riberas de los valles de los ríos Manzanares y Jarama desde mediados del Pleistoceno Medio. La investigación pone de manifiesto el cambio en el clima del entorno de Madrid, así como la alta variabilidad palinológica de la zona.

-Profesoras, describan el proyecto que ha liderado la UAH y los objetivos del mismo
-Esta investigación forma parte de un estudio multidisciplinar en el que hemos participado el equipo de Palinología de la UAH junto con geólogos y arqueólogos del CENIEH. Los objetivos fueron reconstruir el paisaje vegetal en los valles del Jarama y Manzanares durante los últimos 400.000 años y poder detectar el entorno en el que vivieron las sociedades de cazadores-recolectores. La investigación, además, ha permitido conocer y establecer la variabilidad climática durante el Pleistoceno Medio y Holoceno. Por tanto, el principal objetivo era saber más sobre los cambios globales pasados en el ‘Sistema Tierra’ para mejorar nuestras proyecciones del clima y medio ambiente en el futuro, colaborando así en generar estrategias de sostenibilidad.
Podemos decir que nuestro estudio es excepcional, ya que nos ha permitido conocer la dinámica de la vegetación durante los últimos 400.000 años en una región sin apenas datos hasta este momento, como es la región central peninsular, a lo que se une que posee un adecuado control cronológico. El haber podido establecer la variabilidad climática y sus particularidades en la zona nos ha facilitado entender y explicar la estacionalidad de las poblaciones de cazadores establecidos en el entorno de las áreas de ribera, por tratarse de áreas con excelentes recursos, que les permitían las actividades de caza y recolección.

-¿Por qué es tan importante el centro peninsular para este tipo de estudios?
-Porque el área mediterránea es uno de los ‘puntos calientes’ del planeta por la gran biodiversidad que alberga y porque puede ser particularmente afectada por los cambios globales en este siglo. Las actividades humanas y el clima, caracterizado por una sequía estival y una propensión al déficit hídrico con una gran variabilidad interanual, han moldeado durante milenios unos paisajes muy particulares. La tendencia al aumento en temperatura en esta región es clara, pero el descenso de las precipitaciones y el aumento de fenómenos tormentosos indicado por algunos modelos no es tan evidente.
De nuevo, lo ocurrido en periodos cálidos anteriores nos puede servir de guía. Los estudios de polen fósil conservado en secuencias sedimentarias terrestres como las del Jarama y Manzanares identifican claramente un aumento de la vegetación de estepa adaptada a la sequía y un aumento de los bosques de cupresáceas frente a los de caducifolios durante los períodos secos del Pleistoceno Medio (hace 400.000 años). Sin embargo, en este caso la presión ejercida por el ser humano no era comparable a la actual. En la actualidad, por tanto, la elevada población, creciente urbanización y gran consumo de agua en las zonas mediterráneas, la pérdida de especies y hábitats y la degradación de ecosistemas puede ser especialmente más intensa que en cualquiera de los anteriores periodos cálidos.

-¿Cómo analizando el polen se pueden ver los cambios medioambientales que se han producido en esta zona de la Península?
-Para entender cómo a través de los granos de polen podemos reconstruir los cambios medioambientales, hay que partir de que los ecosistemas han sido siempre escenarios muy cambiantes.  Las comunidades vegetales, al ser un componente fundamental de los ecosistemas terrestres en equilibrio con su medio natural, brindan la posibilidad de estudiar los efectos de los cambios ambientales del pasado, y para estudiar el paleoambiente o condiciones reinantes del ambiente (clima, suelo, vegetación, etc.) en un lugar e intervalo de tiempo determinado, debemos recurrir a las evidencias fósiles. Uno de los microfósiles más importantes es el polen, que es la célula reproductiva masculina de las plantas Fanerógamas. Es muy importante porque es específico y, por ello, permite identificar el tipo de planta al que pertenece; y tiene una gran capacidad de preservación en el tiempo, de miles y millones de años. Los estudios de polen fósil, por tanto, permiten reconstruir la vegetación del pasado, las fluctuaciones en el paisaje que han tenido lugar a lo largo del tiempo y saber si dichas perturbaciones son debidas a cambios climáticos o son debidas a la acción del hombre sobre los ecosistemas.

-¿Qué cuenta el estudio a futuro, teniendo en cuenta el análisis realizado?, ¿qué adivina sobre los cambios que se van a producir?
-Durante las últimas décadas se ha constatado la existencia de cambios a escala planetaria que han desembocado en un calentamiento global, en pérdidas de biodiversidad por la extinción de especies, en la destrucción de hábitats, en la alteración de los ciclos del nitrógeno y el fósforo, etc. En todos estos procesos, la huella de la actividad humana es evidente y abrumadora.
Nuestra capacidad para anticipar el futuro y prepararnos para el impacto de todos estos cambios se basa en modelos matemáticos que integran lo que conocemos de cómo el sistema Tierra se ha comportado en los últimos años. Una manera de comprobar si esos modelos funcionan es ver si son capaces de reflejar los cambios del planeta en el pasado. Cuanto mejor reproduzcan esos cambios que la ciencia ha reconstruido para el pasado, más confianza tendremos en que predicen con acierto los escenarios futuros.
El estudio del Cambio Global en el pasado es la mejor herramienta para entender lo que nos está pasando en la actualidad y para prepararnos frente a los impactos negativos que pueda tener. Por lo tanto, estudios de reconstrucción de la variabilidad climática a partir de secuencias terrestres, como este de los valles del Jarama y Manzanares, ayudan a tener más información sobre la dinámica de los ecosistemas del pasado.
Queríamos concluir diciendo que es cierto que poder contribuir al progreso en el conocimiento de la historia de la vida resulta fascinante y poder trabajar en lo que gusta supone una gran motivación; es todo un privilegio, lo que retroalimenta a que la investigación en Palinología esté impulsada con el combustible de la pasión.

 

Publicado en: Entrevista