Todo lo que tenemos que saber sobre la sed

Hablamos constantemente de la importancia de la hidratación para nuestro organismo, de la cantidad de líquido que debemos ingerir a diario, de la poca o nula sed que algunos tenemos cuando otros llevamos la botella en la mano todo el día. Pero ¿qué es la sed y por qué es tan importante saciarla?

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Raimundo Pastor.

En esta entrevista contesta a estas y otras preguntas el profesor del departamento de Medicina y Especialidades Médicas de la UAH y médico de familia en el centro de salud Miguel de Cervantes de Alcalá de Henares, Raimundo Pastor

-Profesor, ¿qué es la sensación de sed y qué la produce en nuestro organismo?
-La sensación de sed en los humanos es un mecanismo fisiológico indispensable para el mantenimiento correcto del equilibrio del medio interno. La sed es uno de los recursos de autorregulación de la homeostasis en los organismos vivos. Esta sensación consiste en tener sequedad en la boca y la faringe, asociada a un deseo imperioso de beber agua u otros líquidos, cuya ingestión generalmente la alivia.  Se produce por una falta de hidratación o por un aumento de la concentración de sales minerales en nuestro cuerpo. Unos receptores celulares detectan estas situaciones y originan estímulos hacia el sistema nervioso central, entonces el cerebro induce la sed.

-¿Por qué tenemos más sed en verano, o esto es un mito?
-Más que el verano, es el calor el que nos induce a tener mayor sensación de sed. Por ejemplo, en los trabajos donde hay hornos, o en las saunas, también se incrementa la sensación de sed. Se debe a que, con el incremento del calor externo, usamos nuestra agua interna para disminuir la temperatura corporal y mantenerla entre los 35ºC y 37ºC. Y uno de estos mecanismos de autorregulación es el incremento de la transpiración y, al perder más agua por el sudor, el cerebro nos pide reponerla incrementando la ingesta hídrica.
Pero hay que tener cuidado, porque hay actividades como el deporte o la ingesta de determinados medicamentos (sobre todo los diuréticos) que también pueden incrementar la necesidad de hidratación y, por tanto, la sensación de sed.
También se incrementa la sed en medios hostiles para nosotros, como es el desierto, u otros parajes donde resulte difícil disponer de agua potable.

-¿Debemos obligarnos a beber o solo tenemos que escuchar a nuestro cuerpo?
-En general, es suficiente con beber con regularidad, sobre todo durante las comidas. Pero si nos encontramos en situaciones en las que se incrementa el calor, debemos compensarlo incrementado la ingesta hídrica con agua o con alimentos. En adultos de más de 50 años la sensación de sed decrece y continúa disminuyendo con la edad causando, en muchos casos, síntomas de deshidratación. También hay que tener cuidado con los bebés y con las personas con dificultad para comunicarse.
 
-¿Qué tipo de líquidos o alimentos apaciguan más la sed?
-Sin duda, la principal sustancia que nos apacigua la sed es el agua potable. La mayoría de los alimentos incluyen un porcentaje de agua, siendo mayor en las frutas, lo que es una ventaja, sobre todo porque se pueden ingerir en muy diversas presentaciones: al natural, como zumos, etc. Las frutas y los vegetales (verduras y hortalizas) son los nutrientes con mayor porcentaje de agua en su composición, por encima del 90%. La sandía, el melón, los tomates, el apio, la coliflor, los pimientos verdes, el pepino o las espinacas, entre otros, son ricos en agua. También disponemos de alimentos elaborados a base de productos naturales, que son muy recomendables en el estío, como el gazpacho, los jugos de hortalizas o las infusiones.
Pero no podemos desdeñar otro tipo de alimentos en situaciones o pacientes especiales. Por ejemplo, hay personas que tienen dificultad para deglutir, por lo que se usan aguas gelificadas, gelatinas o espesantes. A los niños les resulta muy atractivos los refrescos, pero están muy azucarados y les crea malos hábitos nutritivos.

-Hablemos de cantidades, doctor
-Nuestras necesidades hídricas se cubren básicamente con agua y nutrientes saludables que debemos incluir en nuestra alimentación diaria, para alcanzar aproximadamente un litro y medio de líquidos. Pero, dependiendo de la temperatura ambiente, el nivel de sudoración, la actividad física laboral o deportiva, ciertas enfermedades o medicamentos, a veces, tenemos que incrementar la ingesta de líquidos para alcanzar los dos litros diarios.

 

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