Pilar Bonet, VI Premio Internacional de Periodismo ‘Cátedra Manu Leguineche’: ‘Rusia no ha encontrado aún una forma de existencia moderna’

La corresponsal de El País en Rusia ha obtenido el Premio que conceden la Diputación de Guadalajara, la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), la Universidad de Alcalá (UAH), la Fundación General de la Universidad de Alcalá y el Ayuntamiento de Brihuega. El jurado reconoce con este premio ‘su trayectoria profesional como corresponsal de El País en Moscú durante 32 años, todo un hito profesional'.

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Pilar Bonet.

Pilar Bonet es licenciada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona y en Filología Hispánica por la Universidad Central de Barcelona. Inició su labor en los periódicos locales Última Hora, Baleares, la revista 'UC' y en la agencia EFE. Como corresponsal en Moscú, relató en su primera etapa (1984-1997) todo el proceso de cambios experimentados por la antigua Unión Soviética y en su segunda etapa, desde 2001, ha cubierto la información de Rusia y el espacio ex-soviético, siguiendo conflictos bélicos como los de Chechenia, Georgia, Armenia o Ucrania, entre otros.

Bonet se suma a una lista de premiados en la que ya se encuentran Javier Espinosa, reportero de El Mundo; Roger Jiménez, ex defensor del lector en La Vanguardia; la periodista mexicana Lydia Cacho, el fotoperiodista Fidel F. Raso y Mikel Ayestarán, periodista especializado en zonas de conflicto.

-¿Qué sintió cuando recibió la noticia del Premio?
-Fue una sorpresa total y muy agradable que me pilló en Madrid, adonde había ido para perfilar la nueva etapa de corresponsal especial que comienzo el próximo diciembre y que va a consistir en seguir cubriendo el espacio postsoviético haciendo reportajes, comentarios, entrevistas, investigaciones y, en general, textos más reflexionados de lo que permite la presión del día a día. Hay algo común entre el nombre de Manu y el carácter de esta nueva etapa. Le doy un sentido simbólico positivo a la coincidencia.

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 Pilar Bonet recogiendo el Premio el día 15.

-En el ámbito del periodismo lo que casi siempre se recibe son críticas, y no premios ¿o no?
-Así es, sobre todo cuando trabajas en un entorno alejado de la redacción y cuando intentas ser equitativa en temas muy envenenados, como es en estos momentos la relación entre Rusia y Ucrania. Además, están los comentarios a los artículos escritos--ya sea por iniciativa propia o por encargo-- que, amparándose en el anonimato, tratan de lanzar mensajes propagandísticos o de agredir personalmente. Es un fenómeno al que nos hemos acostumbrado, pero creo que requeriría un tratamiento más riguroso.

-Pilar, el premio reconoce su labor como corresponsal en Rusia a lo largo de una época cambiante, llena de convulsiones, no siempre satisfactorias ¿Uno es consciente de que está narrando la historia cuando describe la realidad?
-He tenido la suerte de poder narrar el fin de la Guerra Fría y la desintegración de la URSS y ahora la desilusión por el peligroso rumbo que está tomando la política internacional. En su conjunto esa narración puede denominarse como ‘cubrir la historia’, pero en el día a día nos encontramos ante una sucesión de ‘instantes’ que se van tejiendo progresivamente en el tiempo para formar un panorama histórico cuando los miramos en perspectiva. Las noticias, las piezas que formarán el panorama, son en el día a día de distinta intensidad, de distintos materiales y profundidad. Esa sensación vertiginosa y única de cubrir la historia se da puntualmente en momentos claves. Yo la he sentido en el careo entre el líder de la URSS Mijaíl Gorbachov y el líder ruso, Boris Yeltsin, en agosto de 1991, después del intento de golpe de Estado perpetrado por un grupo de altos funcionarios del régimen. Y la sentí también durante el cañoneo del parlamento ruso en octubre de 1993. No todos los formatos son tan espectaculares. Los hubo también personales e individualizados, por ejemplo, los conflictos de lealtades entre ciudadanos de la URSS que debían decidir cuál de las repúblicas soviéticas iba a ser su nueva patria. Lo más frecuente para mí es que la sensación de haber cubierto la historia venga de forma diferida, cuando se adquiere una perspectiva del proceso sobre el que se ha estado informando día a día.

-¿Hacia dónde camina Rusia en este momento: el enfrentamiento con EE.UU., el conflicto con Siria, la situación en Ucrania…?
-Los dirigentes rusos se apoyan en una idea de ‘patriotismo’ con nostalgias imperiales. Prueba de ello es el apoyo popular recibido por la anexión de Crimea en 2014, que le valió a Putin el apoyo masivo de la ciudadanía. A mi juicio, Rusia, como Estado, no ha encontrado aún una forma de existencia ‘moderna’ y sus dirigentes parten de la idea de que Occidente no ha tratado a su país como éste se merecía, y lamentan la desintegración de la URSS y la pérdida de peso de Rusia en el mundo en relación con la Unión Soviética. De ahí que sea tan popular la idea de recuperar la grandeza del pasado, aunque mantener el potencial militar y la presencia bélica en diversos lugares del mundo tiene un coste económico que se traduce en una disminución del nivel de vida de los ciudadanos. Las autoridades recurren a la narrativa de la ‘fortaleza acosada’, tradicionalmente muy popular en Rusia. En esta narrativa hay una parte de ‘verdad’ y una parte de ‘lemas propagandísticos autoritarios’ y podemos discutir sobre cuáles son las proporciones entre ambas cosas.

-¿Tenemos Putin para rato?
-A juzgar por la práctica política y la trayectoria de la actual administración rusa, ni Putin ni su equipo parecen tener ningún deseo de dejar el Kremlin y son muchos los rusos que se preguntan cuál será la fórmula que se sacarán de la manga para prolongar la presidencia de Putin, cuyo último mandato, según la legislación, concluye en 2024. Ahora bien, Rusia es un país sorprendente donde cosas que parecen imposibles pueden suceder en un abrir y cerrar de ojos. Así que hay que estar atentos a las sorpresas.
-Volviendo al periodismo. ¿Usted, que atesora una gran experiencia de décadas de ejercicio, qué piensa de la profesión en España y de la forma en que se está ejerciendo?
-Sería muy presuntuoso opinar sobre un conjunto que conozco sólo de forma parcial y fragmentaria. No me gusta generalizar. Leo distintos medios digitales y encuentro muchas cosas que me interesan y otras que no. Mi lectura, no obstante, no es sistemática y tiene que ver con temas concretos. Suelo leer varios medios distintos para entender los diversos aspectos de un tema, como por ejemplo los conflictos en torno al independentismo en Cataluña o la situación política tras el cambio de Gobierno.

- En el ruedo internacional, sobre todo en países como Rusia, la sociedad española todavía necesita intérpretes que les hagan entender lo que ocurre. Afortunadamente, ni las redes sociales, ni el periodismo digital, ni la diosa inmediatez están aniquilando la necesidad de profesionales que nos ayuden a entender la realidad internacional…
-En mi opinión, el corresponsal en el extranjero es el traductor de las realidades sobre las que escribe, pero no es el único, y su labor es un instrumento más para la comprensión de procesos y entornos. Aunque tal vez suene ingenuo, pienso que la ‘verdad’, esa categoría cuestionada hoy desde muchos frentes, sigue siendo el criterio por el que debe regirse la información, aunque haya que ver y estudiar esa verdad como un objeto polifacético. Si hablamos del trabajo concreto de un periodista individual, en unas ocasiones se ven más facetas y en otras menos, pero es básico tener el deseo de encontrarlas y desarrollar las habilidades e instrumentos más adecuados para ‘arrancar’ en la mina, por así decirlo, estas piedras preciosas del magma formado por bulos e informaciones irrelevantes.

Fotos de portada  Luis Sevillano (EL País)

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Publicado en: Entrevista