Pedro L. Valenzuela: ‘El ejercicio durante la hospitalización previene en un 70% el deterioro funcional de los pacientes mayores’

El confinamiento y, en algunos casos, la hospitalización o reposo por haber contraído el virus COVID-19 ha afectado a la calidad de vida de los más mayores. Como muestran los estudios realizados por Pedro L. Valenzuela, investigador en el Departamento de Biología de Sistemas de la Universidad de Alcalá, junto con el Servicio de Geriatría del Hospital General Universitario Gregorio Marañón (incluido dentro del Consorcio de Investigación Biomédica en Red de Fragilidad y Envejecimiento Saludable), los programas de rehabilitación en estos pacientes serán fundamentales para que retomen su independencia y mejoren su calidad de vida. A continuación, Pedro explica los resultados de dichos estudios.

 - ¿Cuáles son las consecuencias, para los ancianos, de permanecer mucho tiempo en reposo u hospitalizados?

El reposo, conocido en la literatura científica como ‘desuso muscular’, tiene importantes consecuencias para cualquier persona, pero especialmente para los más mayores. Como curiosidad, existe evidencia de que en personas jóvenes encamadas durante periodos tan cortos como 5 días, algo desgraciadamente común en los tiempos actuales con el COVID-19, se produce una pérdida de masa muscular y de capacidad funcional de entre un 5 y un 10%, efectos que aumentan con la edad. Por ejemplo, una de cada tres personas mayores pierde la capacidad de realizar de forma independiente al menos una actividad de la vida diaria, como ir al baño o desplazarse independientemente, desde el momento de ingreso hasta el momento del alta hospitalaria, y en la mayoría de casos no vuelven a recuperar dicha capacidad. Estos datos son enormemente relevantes, ya que esto supone una mayor dependencia, y mayor riesgo de re-hospitalización y mortalidad.

- ¿Existe alguna forma de evitar estos efectos?

Una de las características más curiosas de estas adaptaciones al ‘desuso muscular’ es la relativa facilidad para evitarlas. Por ejemplo, en una investigación reciente mostramos que ejercicios tan simples como andar o levantarse de la silla, con ayuda si era necesario, y hasta completar 20 minutos de media a lo largo del día, eran eficaces para disminuir el riesgo de deterioro funcional en un 70% incluso en los pacientes hospitalizados más frágiles y mayores de más de 85 años. Además, hemos realizado una revisión de todos los estudios publicados hasta la fecha sobre este tema y los resultados son claros: los programas de ejercicio durante la hospitalización mejoran la capacidad funcional de los pacientes mayores, y estos efectos siguen patentes incluso en los meses posteriores. Como curiosidad, incluso en pacientes muy graves ingresados en Unidades de Cuidados Intensivos se ha demostrado que, realizar programas de rehabilitación temprana como ejercicios de movilidad, o incluso aplicando electroestimulación para provocar contracciones musculares involuntarias, previene el deterioro funcional y reduce la duración de la estancia hospitalaria. Por lo tanto, la forma de evitar estos efectos es no dejar de moverse dentro de las posibilidades de cada uno.

- ¿Qué ejercicios son los indicados para su rehabilitación?

El primer criterio que debe prevalecer a la hora de elegir los ejercicios será el criterio médico, ya que quizá en algunos pacientes puede no ser recomendable realizar algún ejercicio concreto debido a posibles patologías. No obstante, es importante remarcar que, incluso los ejercicios más simples, aportarán beneficios en comparación con mantener un reposo absoluto y, por lo tanto, los ejercicios serán en casi todas las situaciones adaptables a las necesidades individuales. Algo que sí que ha quedado patente en los distintos estudios publicados hasta la fecha es que las intervenciones deben ser preferiblemente multicomponentes, es decir, que incluyan tanto ejercicio de fuerza como aeróbicos. Por ejemplo, aunque se han visto mejoras con intervenciones tan simples como andar por el pasillo, los beneficios se maximizan al incluir ejercicios de fuerza como pueden ser las sentadillas y la intensidad se puede adaptar a cada persona. Así, en personas mayores y frágiles, las sentadillas pueden consistir en levantarse de la silla con ayuda de una persona utilizando los apoyabrazos de la silla, mientras que en personas con una buena capacidad funcional, puede ser recomendable añadir una carga externa para aumentar la dificultad.

- ¿Existen unidades en las que ya se han puesto en marcha?

Cada vez son más los hospitales que incluyen este tipo de intervención. Actualmente uno de los centros punteros en el ejercicio con personas mayores es en el Servicio de Geriatría del Hospital Universitario Gregorio Marañón, donde hemos realizado alguna investigación comprobando los beneficios de esta intervención. En esta Unidad los médicos son totalmente conscientes de los beneficios del ejercicio y de los perjuicios del reposo absoluto y lo consideran una parte rutinaria del tratamiento de los pacientes. También, dentro de la red del Centro de Investigación Biomédica en Red Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES) se encuentran varios investigadores y médicos que ya incluyen el ejercicio como intervención terapéutica en distintos hospitales.

- ¿Qué beneficios tiene la rehabilitación en la recuperación de los mayores según vuestras investigaciones?

Podríamos hablar de numerosos beneficios, desde mejoras en la masa muscular hasta mejoras a nivel cognitivo, ya que el ejercicio parece atenuar incluso este deterioro que se produce en mayores hospitalizados. No obstante, uno de los beneficios que considero más relevante es la reducción del deterioro funcional a corto y medio plazo, es decir, evitar que una persona hospitalizada que ingresa pudiendo valerse por sí misma requiera de la ayuda de otra persona para realizar las actividades más básicas de la vida diaria al salir del hospital, lo cual, como he comentado, puede prevenirse en aproximadamente un 70% con ejercicios muy simples. Además, también hemos observado que el ejercicio durante la hospitalización previene el deterioro del rendimiento físico. Esto quiere decir que al salir del hospital los pacientes que han hecho ejercicio durante la hospitalización son capaces de andar más rápido o levantarse más veces de una silla en un tiempo determinado, lo cual, por simple que parezca, ha sido identificado como uno de los principales marcadores de supervivencia. 

Publicado en: Entrevista