‘Lo que el ojo no ve’, la exposición de fotografía científica se cierra con un gran éxito

La Exposición ‘Lo que el ojo no ve’, se clausuró recientemente en Caracciolos. El Jefe de Servicio del Gabinete de Fotografía Científica del CAI Medicina-Biología de la UAH, Luis Monje, ha mostrado más de un millar de imágenes del trabajo que ha llevado a cabo en las últimas décadas. Su objetivo: enseñar al gran público lo que se escapa a nuestra vista, pero es evidente mediante las técnicas fotográficas adecuadas. El éxito de público y el éxito mediático han acompañado a esta muestra, que también se ha convertido en un homenaje a un pionero que supo convertir su pasión en su profesión.

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Luis Monje.

El fotógrafo científico es un explorador en un planeta en el que ya es difícil contemplar lo inhóspito. Existen más de una treintena de técnicas de fotografía científica que evolucionan a la velocidad de la luz –y nunca mejor dicho-, permitiendo a nuestros ojos ver lo que ellos, por sí mismos, no atisban. El fotógrafo científico es el nuevo conquistador, curioso, tenaz y apasionado. Su cámara, su tesoro; su conocimiento, su carta de presentación. Luis Monje reúne, sin duda, todas esas características, lo que le han convertido en un referente de la fotografía científica en todo el mundo hispano. En la actualidad, es el presidente de la Asociación Española de Imagen Científica y Forense y codirige el único curso internacional de posgrado en imagen científica a nivel mundial, que este año cumple su tercera edición y, como en las anteriores, está teniendo una gran acogida. En esta entrevista, el ‘explorador’ de la UAH, biólogo de formación, habla de las repercusiones que ha tenido esta exposición, única en su ‘especie’, igual que muchas de las imágenes que muestra.

-¿Cómo surge esta exposición, que tantas alegrías le está dando?
-El objetivo fundamental no era tanto mostrar la belleza de las imágenes sino dar a conocer la cantidad de disciplinas que tiene la fotografía científica y lo que somos capaces de hacer con estas técnicas. La verdad es que estoy muy sorprendido por la difusión que ha tenido la exposición. Pero, modestamente, pienso que hemos tenido la suerte de que nos ha cogido agosto de por medio y además los medios de comunicación valoran también mucho el atractivo y la repercusión que tienen ante el gran público las imágenes. De todos modos, estoy muy contento con la repercusión que ha tenido este trabajo que, no dudo en decir, ha sido posible gracias al apoyo del equipo del departamento de exposiciones de la Fundación General de la Universidad.

-Ya nadie duda de que usted es un referente de la fotografía científica en nuestro país, ¿cómo llega un biólogo a ser fotógrafo científico?
-Yo estaba realizando el doctorado en Botánica en la Universidad de Alcalá cuando se me atravesó esta pasión que también he convertido en mi trabajo principal. Me sentí atraído por la capacidad de experimentar, la sorpresa de poder enseñar lo que no se ve. Empiezas a descubrir distintas ramas y experimentas con ellas y es apasionante, porque estás mostrando un conocimiento que se escapa a nuestros ojos, pero existe.

-Usted maneja todas las técnicas, pero está especializado en algunas de ellas…
-Por un lado, tengo la suerte de trabajar con Gabriel Moreno, que es uno de los grandes expertos en mixomicetes a nivel mundial. Hemos desarrollado sistemas con súper macro que nos permiten hacer unas fotos tan espectaculares que nos envían ejemplares de todo el mundo para que los fotografiemos. También he sido pionero en España en la fotografía de infrarrojo digital y ultravioleta digital. Ambas técnicas son muy útiles a nivel médico y forense, militar, científico…Sobre todo la infrarroja.

-¿En qué está trabajando ahora?
-Ahora estoy volcado en mi trabajo en el Gabinete de la UAH y en el posgrado, que es un gran reto cada año, sobre todo a nivel burocrático. Estamos muy satisfechos porque es casi la única forma de estudiar imagen científica que hay en el mundo, se imparte en español y atrae a personas de diferentes culturas.
También tengo otra preocupación: me queda un año para jubilarme como jefe del servicio del Gabinete de Fotografía Científica de la UAH y no deseo que el conocimiento y la experiencia adquiridas en estos 30 años se pierdan. Me gustaría que la Universidad cubriera mi plaza con un contrato de formación que nos permita trasmitir esa experiencia y el conocimiento adquirido.

-No somos conscientes de la importancia que tiene para la UAH este tipo de servicios
-Lo cierto es que los investigadores son cada vez más conscientes de la importancia que la imagen, la ilustración o las infografías tienen a la hora de publicar proyectos en revistas de impacto y cómo la calidad de una imagen o la falta de ella puede volcar la balanza y convertir un artículo de investigación en una portada.

-¿Qué imagen de las que ha registrado le ha impresionado más?
-Lo más sorprendente fue cuando conseguí ver con el ultravioleta, mientras preparaba para el ayuntamiento de Barcelona la exposición del Año de la Ciencia, los dibujos de las flores. Se trata de unas formas que son el mecanismo que tienen las flores para atraer los insectos. Fue una sorpresa y una emoción tremendas.

-¿Y con qué fotografía sueña?
-Me gustaría fotografiar en microscopía sin que desapareciese el color. Ahora hay un límite físico que no se puede romper, pero se están produciendo grandes avances en la fotografía digital, gracias a las matemáticas. Son las matemáticas, las operaciones numéricas, las que están favoreciendo esta evolución.

-La fotografía digital, como dice, está en continua evolución, ¿dónde están los límites?
-Sí, la evolución es vertiginosa. Los principales avances se dan en la velocidad de disparo. Yo tengo una de las fotografías más rápidas que se han hecho en España, pero son de 2 millonésimas de segundo. Ahora estamos hablando de femtosegundos que, para que nos hagamos una idea, es el tiempo que tarda en recorrer la luz una distancia equivalente a una bacteria.

-Usted ha hecho de su trabajo una forma de vida…
-Lo cierto es que sí. Este trabajo también me ha permitido avanzar en mis estudios de botánica, me ha permitido viajar, adquirir conocimientos en el manejo de mapas… He recorrido más de 1,3 millones de kilómetros en coches y todoterrenos y visitado unos 64 países fotografiando la naturaleza, las flores, los árboles. He atravesado grandes desiertos, he cruzado fronteras complicadas, he pisado el Círculo Polar Ártico, el Círculo Polar Antártico…Como curiosidad, diré que soy uno de los pocos seres humanos que ha fotografiado el árbol más grande, el árbol más alto, el árbol más viejo y el más ancho del mundo. Eso se lo debo a Manuel Peinado.

-Para terminar, ¿qué cree que se necesita para dedicarse a este trabajo?
Curiosidad permanente, no perder la curiosidad infantil, amar la Ciencia y sentirse atraído por lo que uno desconoce para tratar de llegar más allá de lo posible, que es lo que intentamos hacer los fotógrafos científicos.

 

Publicado en: Entrevista