Las cartas, una herramienta de evasión y expresión en situaciones extremas

La situación de refugio o asilo, un conflicto bélico, una enfermedad incurable, una tragedia familiar… La escritura en general y las cartas en particular, ayudan a sobrellevar y asimilar esos momentos de extremo.

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Verónica Sierra y Antonio Castillo.

En esta entrevista, los profesores del grupo LEA-SIECE, Verónica Sierra y Antonio Castillo, explican qué diferencian las cartas de extremo de otro tipo de correspondencia epistolar.

-Profesores ¿cómo se sitúa el que escribe en una situación extrema?
-La escritura adquiere en estos contextos un valor reparador al permitirnos verbalizar el dolor y compartirlo con los demás, especialmente con las personas más próximas. Históricamente, la carta ha sido la práctica de escritura más empleada en el marco de los llamados ‘acontecimientos de movilización masiva’, como pueden ser las guerras o las represiones asociadas a regímenes totalitarios y todo lo que éstas conllevan (cautividad, persecución, exilio…), al igual que lo ha sido en el seno de vivencias dramáticas, como enfermedades terminales, atentados terroristas, asesinatos, suicidios, tratamientos psicológicos, etc. Escribir, y en concreto escribir cartas, hace posible resistir y superar las dificultades y los traumas cuando vivimos momentos difíciles. Por eso podemos hoy encontrar muchas cartas escritas en multitud de situaciones extremas que nos sirven a los investigadores para poder contar la historia desde una clave íntima, personal.

-¿Cuáles son las características, la estructura, de las cartas que se escriben en situaciones extremas?
-Dadas las circunstancias en las que se escriben (muchas de ellas al borde de la muerte o tras haber vivido un trauma importante), todas estas cartas son excepcionales, pues en ellas no importa tanto el respeto a las normas habituales de la escritura epistolar cuanto el poder comunicarse con otros o poner por escrito lo que se lleva dentro. Son un modo de desahogo, una forma de consuelo. Por eso, también es habitual que quienes escriben cartas en una situación extrema empleen lo que tengan más a mano para escribir: si no hay papel, vale un trozo de ropa o un objeto que se lleve encima o la pared que se tiene enfrente, por ejemplo; si no hay pluma o bolígrafo basta con un lápiz de labios, con un trozo de carboncillo o con la propia sangre... A nivel material son, en su mayoría, productos muy heterogéneos y bastante sorprendentes.

-Quizá la carta sea la mejor forma de comunicación en este tipo de trances…
-Sí, efectivamente. No es la única manera de expresar por escrito el dolor, el trauma, la ansiedad o el miedo, pero sí la más recurrente. Hoy en día han cambiado enormemente las formas en las que nos comunicamos y nos relacionamos con la escritura. La carta ha caído en desuso (al menos en su apariencia tradicional) y las redes sociales son las que ofrecen el espacio de consuelo y terapia que antes tenía la carta. Pero hasta la llegada de la revolución digital tenemos que pensar que la carta era el principal medio de comunicación entre la gente (tanto de clase alta como baja), además de que constituía una ‘forma primaria de escritura’, como afirmó el paleógrafo italiano Armando Petrucci en el libro Scrivere lettere. Una storia plurimilenaria (recién traducido al español por la editorial argentina Ampersand). Es decir, que la carta ha sido la práctica escrita más sencilla y rápida de aprender, incluso para quienes no han tenido una alfabetización fuerte. Esto se debe, en buena parte, a su historia milenaria, que ha hecho que haya estado siempre al lado del ser humano, siéndole útil en infinidad de situaciones, y que haya evolucionado con nosotros; pero también se debe a sus características formales, ya que las normas que guían su escritura se han mantenido fijas e inmutables a lo largo del tiempo, dotando al género epistolar de una estabilidad que hace posible encontrar cartas muy parecidas en situaciones similares en el siglo XVI y en el siglo XX, por ejemplo. Si leemos una carta de un preso/a inquisitorial de la Edad Moderna y la de un prisionero/a del franquismo veremos que, en ambos casos, salvando tiempos y distancias, quienes escriben desde la cárcel lo hacen para obtener lo mismo: las cartas sirvieron a los presos/as para mantener la esperanza, seguir ligados a sus seres queridos a pesar de la separación impuesta por la reclusión, defenderse de las acusaciones recibidas, pedir perdón o clemencia, mantener su identidad, dejar constancia de que seguían con vida y crear una memoria de lo acontecido que, excepcionalmente, ha llegado hasta nosotros.

-¿Es fácil localizar este tipo de documentos? Las familias los guardan con más mimo…
-Cuando hablamos de documentación personal, y las cartas son una de sus expresiones por excelencia, nunca es fácil encontrar fuentes con las que trabajar, sobre todo cuanto más atrás nos vayamos en el tiempo y, aún más, si nos interesamos por la correspondencia de la gente común, En general, son pocas las cartas que reposan en los archivos públicos, y cuando se conservan en éstos casi siempre es debido a casualidades o a acciones represivas, salvo las colecciones donadas por particulares. Por eso, el mejor lugar en el que buscar cartas es la familia. En los archivos familiares se conserva numerosa correspondencia particular, aunque ciertamente siempre hay más cartas de personas destacadas que de personas corrientes, lo cual implica una posición desigual de partida en función de qué tipo de cartas manejemos y con qué propósito lo hagamos. Hay familias que enseguida facilitan el acceso a las cartas que conservan y se muestran partidarias de que las usemos en nuestros trabajos, incluso entienden que es la mejor manera de hacer justicia a sus seres queridos o de darles uso; pero hay otras familias que, por el contrario, guardan las cartas de sus antepasados como si de una reliquia se tratara, y prefieren no darlas a conocer a nadie, porque eligen ser ellos los guardianes de su propia historia. Y es entendible que así sea, sobre todo cuando esas cartas son fruto, precisamente, de situaciones extremas.

-Son tan, tan importantes, que hasta han protagonizado recientemente un programa de televisión en el que el grupo LEA-SIECE ha tenido un gran protagonismo…
-Si, las cartas redactadas en situaciones extremas han tenido gran protagonismo en la serie documental Cartas en el tiempo, que estamos asesorando para TVE y que se ha estado emitiendo, desde abril hasta mediados de julio pasado. En total la primera temporada ha constado de 13 capítulos que están accesibles en la página web oficial de la serie en la que también hay un apartado,‘Comparte tus cartas’, pensado para que quienes quieran puedan compartir las cartas que guarden en su casa con nosotros. Así que aprovechamos esta oportunidad para invitar a quienes lean esta entrevista a ver la serie y a participar en este intercambio epistolar ideado a contratiempo, al tiempo que anunciamos que el año próximo se emitirá una segunda temporada.

 

Publicado en: Entrevista