La UAH cuenta con el primer diccionario interactivo y audiovisual de gestos
El trabajo de una década se ha traducido en una buena y útil obra, Diccionario audiovisual de gestos españoles. Hablar en español sin palabras, de la que Ana Mª Cestero es autora junto a Mar Forment, Mª José Gelabert y Emma Martinell.
Es el primer diccionario de tales características, realizado tras estudios empíricos, y también es el único libro interactivo digital, de acceso libre para todo el mundo, con el que cuenta el servicio de publicaciones de la Universidad de Alcalá, si bien se trata de un catálogo innovador que irá aumentando.
-Primero de todo, queríamos transmitirle la enhorabuena por la publicación del diccionario audiovisual de gestos españoles, ¿para qué perfiles está indicado?
Muchas gracias. La verdad es que ha sido un trabajo bastante costoso en tiempo y esfuerzo, pero estamos muy contentas del resultado final, ¡ha merecido la pena! Se trata de un diccionario audiovisual de gestos españoles de uso común y frecuente. Creemos que será muy útil, sobre todo, para aprendices de español como lengua segunda o extranjera, y, claro está, para profesores de español como lengua adicional. Ahora bien, su uso será, esperamos, productivo en otros ámbitos, como son la traducción y la interpretación, los negocios y la empresa, la ingeniería lingüística o comunicativa, la mediación intercultural, la lingüística clínica o la lingüística forense, entre otros.
-En el aprendizaje de un idioma, pocas veces se enseñan los significados de onomatopeyas y signos no verbales que cambian según el país, ¿cómo se puede mejorar esta situación?
Efectivamente, aunque se reconoce su importancia en documentos oficiales, como el Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas (Consejo de Europa), son escasísimos los planes curriculares que incluyen comunicación no verbal de manera integrada, y también son poquísimos los manuales que la atienden y los materiales que permiten trabajar con signos paralingüísticos, quinésicos, proxémicos o cronémicos en el aula de lenguas.
Es muy poca, además, la mención que a la comunicación no verbal se hace en los programas de lenguas maternas en educación secundaria, en bachillerato o, incluso, en educación primaria, a pesar de su importancia en la comunicación humana, por un lado, y de que las aulas de hoy son multiculturales y plurilingües, por otro.
Portada del diccionario interactivo audiovisual |
-¿Cree que deberían incluirse en los diccionarios y gramáticas de estudio?
Debería trabajarse en asignaturas relacionadas con comunicación, sin duda, ya sean de lengua materna o lengua extranjera, en distintos niveles educativos. En los diccionarios es más difícil, pues, como puede verse por el que acabamos de publicar, las entradas son diferentes, en configuración, a la de las palabras o expresiones lingüísticas, pues son signos de naturaleza distinta. Los que sí aparecen ya, cada vez más, en diccionarios son los llamados elementos cuasi-léxicos, que son paralingüísticos, sonoros, de gran rendimiento, como las onomotopeyas o interjecciones no léxicas, y sonidos del tipo de hm, eeeeh, puff, ts, etc. Esa imposibilidad de ser recogidos en los diccionarios habituales es la que hace pertinente y necesaria la creación de Diccionarios, Inventarios o Repertorios de signos no verbales de distinto tipo, de los que hay muy pocos aún…
- Ahora que se realizan tantas vídeollamadas por el confinamiento, ya sea por trabajo o por estar en contacto con nuestros familiares y amigos, ¿qué consejos daría para utilizar un correcto lenguaje no verbal en las mismas?
Cuando son vídeollamadas se usa la comunicación no verbal de manera similar a como se hace en una interacción cara a cara, con los condicionamientos que surgen de una situación en la que, por ejemplo, no podemos usar una mano porque sujeta el móvil o estamos sentados… Cuando solo nos oímos, queda mermada una parte de la comunicación porque no vemos los gestos y, en ese caso, hay que emplear más signos de otros sistemas para compensar. Este confinamiento y la necesidad de controlar ‘el contacto’, que, para nosotros, es natural en la interacción comunicativa, sí va a requerir el empleo de signos no verbales, expresiones faciales y elementos paralingüísticos relacionados con la expresión de emociones sobre todo, que nos ‘acerquen’, como, por ejemplo, la sonrisa permanente, la mirada cálida y directa, el ladeo de cabeza, el posicionamiento del cuerpo/tronco hacia adelante, gestos manuales abiertos y abundantes, tono, timbre y volumen medios, voces cálidas, enérgicas y alegres…
- Los ciudadanos de los países del Mediterráneo utilizamos muchos gestos para comunicar, ¿cuáles nos identifican a los españoles?
Somos culturas con un repertorio de signos no verbales de gran rendimiento funcional. Lo que caracteriza a los españoles, como a otras culturas mediterráneas, árabes y africanas, es, precisamente, el uso habitual de un inventario de elementos no verbales extraordinario, de gestos y de elementos cuasi-léxicos sobre todo. Somos las llamadas ‘culturas de contacto’, en las que la comunicación social natural y espontánea se regula habitualmente con ‘toques’ o contactos y se produce a una distancia muy corta, especialmente la conversación, de menos de 1 metro; además, realizamos comúnmente una gran cantidad de gestos de uso social que implican el contacto con la otra personas, como son los propios besos para saludar, o el abrazo, que dan ‘acceso’ a la interacción comunicativa, funcionando como rituales.
- ¿Cómo dificultan la comunicación las medidas para evitar la expansión del virus como guardar la distancia de seguridad o el uso de las mascarillas?
Partiendo del hecho de que nuestra distancia natural en interacción conversacional es de bastante menos de un metro y de que la gesticulación facial es de extraordinaria productividad, estas medidas requieren el uso de gestos y signos paralingüísticos que puedan compensar las ausencias de elementos empatizadores y de estructuración de la interacción. Suponen un cambio drástico en nuestro comportamiento natural, y un gran esfuerzo por parte de la población, porque las distancias habituales y la realización de signos no verbales que comportan contacto las tenemos automatizadas, surgen espontáneamente, ya que las adquirimos desde pequeños, en la etapa de socialización; ahora tenemos que utilizar un ‘monitor’, es decir, hemos de controlar conscientemente que es necesario guardar una mayor distancia con nuestro interlocutor y que no debemos tocarlo. Es tiempo de utilizar otros códigos para los que no estamos entrenados.
Ana Mª Cestero, profesora y coautora del diccionario |
En cuanto al uso de mascarillas, como estas no dejan ver la boca y, por lo tanto, no podemos estar seguros de que se produzca, por ejemplo, sonrisa, gesto empatizador y de gran acercamiento (aunque es posible intuirla por movimientos de ojos que la caracterizan -cuando se sonríe, se combina el movimiento de boca con el de ojos), también se hace necesario el empleo de signos que compensen o que permitan percibir claramente sonrisa y otros signos no verbales de aportes positivos.
- Una vez que hayamos superado la pandemia, ¿cree que seguiremos guardando la nueva distancia social?
Las distancias de realización de actividades interactivas, que son culturales, se adquieren, como se ha mencionado, en edad temprana, y quedan automatizadas; por tanto, en mi opinión, dado que ‘la nueva distancia’ es circunstancial, necesaria en un periodo de tiempo no muy largo, tras la situación que vivimos volveremos al uso ‘habitual’, lo que para nosotros es la normalidad. Quizás podría repercutir en los niños que estén en la última fase de adquisición, de entre 10 y 12 años, pero lo dudo bastante, o al menos eso espero.
Publicado en: Entrevista