Investigadores de la UAH confirman que la violencia contra las mujeres continúa reproduciéndose entre las nuevas generaciones

Los investigadores del departamento de Ciencias de la Educación de la UAH, Esther Rivas y Enrique Bonilla, están realizando un estudio en el que se analiza las actitudes sexistas, los mitos del amor romántico y las creencias distorsionadas sobre la violencia contra las mujeres en una muestra de jóvenes de España y América Latina.

bonilladen
Esther Rivas y Enrique Bonilla.

Los dos profesores también están realizando otras investigaciones, entre ellas un estudio fenomenológico de la violencia de género en la ciudad de León (Nicaragua). Además, están evaluando un programa de tratamiento de hombres condenados por violencia de género.

-¿Se puede hablar de una violencia de género propia entre adolescentes? ¿Qué distingue este tipo de violencia de género de la que se produce en los adultos?
-Las causas de la violencia de género que tiene lugar en la adolescencia y en la adultez no son diferentes. Los mismos tipos de violencia que tienen lugar en la población adulta, como puede ser la violencia sexual, psicológica, física o económica, se producen también en la adolescencia. La explicación no está en la etapa en la que se produce la violencia, sino en el machismo y la desigualdad de género. No obstante, en la adolescencia, los episodios de violencia tienen algunas peculiaridades. Podríamos decir que las etapas del ciclo de la violencia se suceden con mayor rapidez y en las relaciones de pareja los malos tratos aparecen antes que en la adultez. Otra de las diferencias está en el tipo de maltrato más frecuente. Tal y como indican los datos de la última Macroencuesta de Violencia contra la Mujer, las mujeres jóvenes y adolescentes son las que más sufren violencia psicológica de control en el contexto de una relación de pareja. A esto hay que añadir que el número de victimizaciones por violencia sexual en las mujeres jóvenes ha aumentado en los últimos años. Por lo tanto, a diferencia de lo que se piensa, la violencia contra las mujeres continúa reproduciéndose en las nuevas generaciones y los medios necesarios para erradicarla no terminan de llegar.

-Es una cuestión candente, los jóvenes están absorbiendo cierta música, ciertas series, ciertos hábitos que, más que ayudarles a avanzar, parece que puede hacerles retroceder en la igualdad de género, en el respeto al otro y a uno mismo… ¿cómo se combate eso, es posible?
-Esto es lo que se llama socialización diferencial de género. Distintos agentes de socialización influyen en la perpetuación de la desigualdad entre hombres y mujeres. La música, las series y los medios de comunicación son solo algunos de estos agentes. Y, en base a la influencia de todos ellos, terminamos naturalizando las desigualdades. Pero tampoco hay que ser pesimista. De la misma manera que se construyen los mandatos de género tradicionales, se pueden deconstruir y crear una sociedad más justa.  

-Y las redes sociales y el uso que los chicos hacen de las redes sociales ¿son un instrumento que rema a favor o en contra de la violencia de género?
-Tenemos un sentimiento ambivalente respecto a esto porque, como todo, tiene su parte positiva y su parte negativa. Por un lado, las redes sociales pueden ser utilizadas por maltratadores para ejercer violencia y coacción. Y esto sí que es algo que se ve más en la etapa adolescente. Este tipo de violencia mantiene a las mujeres en un estado permanente de alerta que afecta negativamente a su bienestar psicológico y a su salud mental. Incluso han surgido nuevas formas de violencia a través de las nuevas tecnologías, como por ejemplo sexting y sextorsion. Pero, por otro lado, las redes sociales han sido un instrumento fundamental en el crecimiento del movimiento feminista a nivel mundial, algo que es muy palpable en España. Gracias a este tipo de activismo virtual, ha cambiado la mentalidad social con respecto al machismo y ha aumentado la repulsa hacia la violencia contra las mujeres. Ahí están las campañas como el #Yosítecreo y el #Metoo, que han surgido espontáneamente en distintas plataformas virtuales y han permitido visibilizar y denunciar la violencia cotidiana que sufren las mujeres. Este es uno de los aspectos positivos de las redes sociales. Todas estas campañas están siendo secundadas por millones de mujeres y hombres en todo el mundo, lo que deja ver un halo de esperanza en una sociedad que, aunque está lejos de la igualdad real, está luchando por conseguirla.

-Las sentencias judiciales tampoco ayudan demasiado a ofrecer un mensaje de tranquilidad …
-Desde nuestro desconocimiento en el ámbito de la jurisprudencia, porque nuestros estudios se centran en las causas y consecuencias de la violencia de género, sí detectamos que muchas de las mujeres que han sufrido violencia nos cuentan que han sido revictimizadas a lo largo del proceso judicial. Y muchas de ellas manifiestan que no denuncian porque tienen miedo a que no se las crea y a que no se les brinde protección. Si el sistema produce miedo en vez de seguridad, hay que preguntarse qué se está haciendo mal. Desde la perspectiva de las supervivientes y un enfoque más integrador, pensamos que estos hechos narrados por ellas mismas no deberían ser ajenos a la justicia y deberían considerarse seriamente. Como han afirmado en reiteradas ocasiones distintas asociaciones de juezas y jueces, y como reclama la propia sociedad, hay que incluir la perspectiva de género en la justicia.

-¿Qué deberíamos estar haciendo que no hacemos, como sociedad, para detectar mejor y prevenir la violencia de género entre las adolescentes?
-Para eliminar la violencia de género, hay que eliminar la desigualdad entre mujeres y hombres, porque una es consecuencia de la otra. Esto es un trabajo de toda la sociedad. La sensibilización en materia de igualdad tiene que llevarse a cabo de forma transversal en todos los ámbitos de la sociedad: políticas públicas, medios de divulgación cultural, sistema educativo, medios de comunicación, etc. Dicho esto, y como nosotros somos educadores, nos centraremos en el papel que juega la educación. El fomento de la igualdad debe comenzar desde el momento del nacimiento y la escuela tiene un importante papel en ello. El sistema educativo es uno de los principales agentes de socialización y, además, tiene la posibilidad de colaborar con las familias. Si conseguimos que familia y escuela trabajen conjuntamente, los cambios sociales se producirán mucho más rápido. Los principios y valores que se construyan en los primeros años de vida permitirán rechazar la violencia y la discriminación. En este sentido, es necesario mejorar la formación inicial y continua del profesorado en materia de género e igualdad.

-Algunas recomendaciones para los que tenemos hijos adolescentes
-La mayoría de los padres y madres te suelen decir que educan en la igualdad; sin embargo, cuando profundizas en la cotidianidad, te das cuenta de que no siempre es así. Y no es que no se quiera educar en la igualdad, sino que de forma inconsciente reproducimos los mandatos de género. Hay muchos ejemplos en este sentido, como pueden ser las expectativas que se crean incluso antes del nacimiento en función del sexo, los colores con los que pintamos la habitación, los juguetes que compramos, los roles que transmitimos, etc. El trabajo en casa tiene que empezar cuanto antes, no hay que esperar a la adolescencia. Tenemos que repensar los modelos de socialización tradicionales y las concepciones implícitas que tenemos sobre la masculinidad y la feminidad. Y luego, cuando vaya llegando el momento, tratar todos los temas con naturalidad, sin infantilizar a nuestros hijos e hijas. Hablar de amor, de relaciones de pareja, de sexo, de expectativas, etc. Tenemos que normalizar la igualdad.

Publicado en: Entrevista