‘Los docentes deben convertirse en canal de transmisión de conocimientos para receptores con un extra de motivación’

Gabriel Cabrera es profesor en el Grado de Lenguas Modernas y Traducción de la UAH y durante el confinamiento grabó sus vídeo clases para impactar a los estudiantes y hacerles llegar los conocimientos de una forma amena.

 - Uno de sus vídeos es un caso de éxito en la iniciativa Arts & Humanities entrepreneurship Hubs (AHEH) en la que participa la UAH, ¿de qué manera forma parte la Universidad en esta organización?

Nuestra Universidad es beneficiaria y a la vez parte activa en este proyecto. Algunos de los casos de éxito tuvieron su origen en las aulas y los despachos de la UAH, y sus estudiantes se beneficiarán de los frutos.

El proyecto AHEH ha logrado elaborar una red europea de instituciones académicas y empresas interdisciplinares que permite a los estudiantes, facultades y emprendedores del proyecto compartir conocimientos y superar desafíos, por ejemplo, identificando oportunidades, desarrollando habilidades profesionales o empresariales, teniendo las Artes y las Humanidades como motor o, al menos, como resorte para generar riqueza en las empresas.

Son varios los nombres que la UAH aporta al proyecto como Carmen Santamaría y su Estilo más allá de la apariencia; Mónica Galán Bravo, autora del método Bravo; Adriana Jaime, creadora de la aplicación VOZE, Miguel Sevener, biólogo y músico que reorientó su carrera hacia la traducción de textos médicos; o yo mismo, ahora apostando por que haya un asiento en los Consejos de Administración para el Humanismo, tras uno de los vídeos que hice para las clases durante el confinamiento en el que hablaba sobre la idea de recuperar la ética y la moral en las empresas como argumento de venta y de bienestar.

- ¿Qué herramienta ha utilizado para seguir virtualmente en contacto con los estudiantes?

¡Creo que solo me faltó ponerle wifi a una paloma mensajera! Jamás voy a olvidar aquella noche en la que se anunció el cierre de los centros docentes en la Comunidad de Madrid. La primera gran duda era cómo seguir trabajando desde nuestro hogar, que a priori puede parecer algo muy sencillo: estás en casa, te conectas y punto. Pero la dispersión que provocó el confinamiento hizo que mi centenar de estudiantes terminara repartido por toda España, Croacia, Rumanía, Polonia, el Reino Unido y China, no sé si me olvido de algún Erasmus. Y claro, las conexiones en la capital no van mal pero dar clases en tiempo real con estudiantes en aldeas de Murcia, pueblitos de Galicia, rincones de Andalucía… ¡y hasta yo mismo en la olvidada Badajoz!, hizo que las clases se convirtieran en una sucesión de avisos de que alguien se había conectado, desconectado…

Así que después de probar muchas herramientas decidí preguntarles a los alumnos qué querían ellos que hiciera. Ese amago de reunión me abrió los ojos. No querían que yo les hablara, querían hablar y les ofrecí un entorno seguro para desahogarse. Terminé por exponerles que yo estaba en su misma situación, que también estaba cansado de mi casa, que también tenía miedo, que estaba al borde de la depresión cuando veía que no había trabajo en mi sector profesional principal y que se me caía el alma a los pies cuando tenía que ir a hacer la compra para mis padres cuando aún no había asumido ese cambio generacional en el que se pasa a ser cuidador. Así que llegamos al pacto de que les iba a dejar las clases grabadas en pequeños vídeos que podrían ver cuando les viniera bien y usaría YouTube, además del Aula Virtual de la UAH, por si no lograban entrar.

Así fue cómo surgió la Unidad Viral, una unidad didáctica extraordinaria dedicada únicamente a tratar los asuntos sociopolíticos que tuvieron lugar en nuestro país y que guardaran alguna relación con la asignatura Gestión de Proyectos de Traducción.

Además, generé un relato fantástico de terror en los anuncios del mismo Aula Virtual para tenerlos al tanto de los ejercicios y de los vídeos que colgaba. Al principio pensé que me estaba metiendo en un berenjenal pero cada vez que subía un anuncio con un nuevo capítulo del cuento de terror o un nuevo vídeo de 5 minutos explicando cómo nos afectaba a los traductores los ERTE, el permiso retribuido recuperable, la moratoria… se multiplicaban los agradecimientos por email, los comentarios en redes sociales y hasta la etiqueta #MakeAlcaláGreatAgain.

Puedo decir que después de probar muchas herramientas sofisticadas, funcionó lo más simple: Anuncios redactados en el Aula Virtual y vídeos grabados en la misma situación que ellos, en casa y en pijama. Yo diría que parte del éxito se debió a que los estudiantes se vieron reflejados en un profesor que explicaba desde su casa y en pijama, que a veces estaba en la cama, a veces se le cruzaba el gato y otras, su hija recién levantada. Y estoy seguro de que otra parte se debió a que entre todos pactamos la mejor forma de comunicarnos.

Gabriel Cabrera Interior
El profesor de la UAH, Gabriel Cabrera, durante la grabación de una de sus video clases

- Antes del confinamiento, ¿realizaba este tipo de actividades online?

En absoluto. Aunque le he sacado el máximo partido posible a todas las herramientas de nuestro Aula Virtual, antes del confinamiento yo hacía mis presentaciones en Power Point, dejaba archivos en PDF y subía algún vídeo mío o de otros profesionales que guardaban relación con la asignatura, pero nunca grabé nada ad hoc para la clase cuando estas eran totalmente presenciales.

Sí es cierto que ya habíamos tenido la visita de algunos profesionales al aula de manera virtual, a través de alguna herramienta de videoconferencia, para evitarles desplazamientos hasta la facultad pero los estudiantes y yo mismo estábamos en el aula y la conexión se hacía en tiempo real.

- ¿Cuál ha sido el feedback que ha recibido por parte de los alumnos?

Puritísimo almíbar. No solo cuando se tomaban la molestia de escribirme para contestar al relato de terror o para verter su opinión personal sobre lo que comentaba en algún vídeo al foro de la asignatura, sino que guardo con cariño algunos emails de agradecimiento por hacerles los días menos tediosos. Algunos alumnos que estaban fuera disfrutando su Erasmus y, por lo tanto, jamás vinieron a mi clase, me animaban a seguir los relatos y los vídeos; pues poca docencia más estaban recibiendo esos días en sus destinos.

- ¿Cómo prepara el contenido de los vídeos? ¿En qué se diferencia con la forma de preparar una lección presencial?

Busqué mostrar que lo que pasaba a nivel político y social tenía un reflejo en la asignatura. En esta aprendemos a trabajar en una empresa de traducción o a gestionar nuestro trabajo como profesionales autónomos, así que aproveché para explicar todas las medidas que el Gobierno estaba tomando y cómo estas afectaban al sector. Grababa los vídeos de la forma más casual que podía pero eso, evidentemente, estaba milimétricamente cuidado. No aparezco en pijama sobre la cama con mi gato, ni entre mi estantería de cómics, ni en la cocina, ni completamente despeinado por casualidad. Todo obedece a un momento y a un fin.

- De todos sus vídeos, ¿cuál es el que tiene más visitas? ¿a qué cree que es debido?

Tiene más visitas el titulado Viral Unit: Experiencia de marca y puede ser porque en él hablo de la importancia de que una marca cale en el imaginario de un cliente. Es posible que pocos reflexionaran anteriormente sobre qué les hace elegir entre dos productos para lavar la ropa o entre cenar en una u otra hamburguesería. Bueno, a lo mejor eso de ver al profesor por primera vez en pijama, también hizo su parte del trabajo.

- Esta experiencia, ¿cambiará la forma de impartir sus clases presenciales? ahora, ¿serán un complemento a estas lecciones?

Sin duda ahora voy a preguntar más cómo se sienten, qué necesitan, qué echan de menos, qué les ronda la cabeza... Desde unos años a esta parte estoy viendo que los estudiantes acompañan su madurez con un halo de negatividad involuntaria, que posiblemente tenga su origen en el mantra ese de que ‘la cosa está mal’ o en los reiterados mensajes de televisión parecidos a ‘no hay trabajo’, ‘es imposible independizarse’... Quiero trabajar la docencia empática porque denoto que el estudiantado necesita sentirse parte del proceso de aprendizaje. Lejos han quedado los tiempos en los que el docente era una fuente de conocimientos que regaba su saber sobre los alumnos mientras estos sacaban cubos de información en sus apuntes. El mundo ha cambiado y ahora los docentes deben convertirse en canal de transmisión de conocimientos para receptores con un extra de motivación. No puedo decir si vivimos tiempos mejores o peores pero queda claro que son distintos.

Publicado en: Entrevista