Efectos colaterales de los medicamentos: otro mundo por descubrir de la mano del profesor Zaragozá

El catedrático de Farmacología y profesor emérito de la UAH, Francisco Zaragozá, se subió a la cátedra del Paraninfo para ofrecer la lección inaugural del curso académico. Un curso excepcional si se considera que acaban de cumplirse los 40 años de la reapertura de la Universidad de Alcalá y este año se conmemora el 500 aniversario de la muerte de su fundador, el Cardenal Cisneros.

zaragozainaudenEs miembro de la Comisión Permanente del Consejo Asesor de Sanidad, coordinador del Comité Científico del Plan Profarma de Industria Farmacéutica, dentro del programa I+D+i; vocal nacional de investigación y docencia del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España, académico de varias academias nacionales e internacionales de farmacia y un referente en la investigación farmacológica pero, sobre todo y ante todo, el profesor Zaragozá es un maestro en el sentido más profundo de la palabra que, a sus 70 años, ya como profesor emérito –aunque con la misma carga docente que cuando no lo era- transmite un gran entusiasmo por la ciencia y el conocimiento que alcanza a quienes le escuchan y reciben sus enseñanzas.

En la lección inaugural Zaragozá habló de ‘Curiosidades en torno al medicamento: utilidades poco esperadas’ y se refirió a las ‘observaciones colaterales’ de algunos medicamentos que, en ocasiones, han solapado o incluso sustituido a las indicaciones terapéuticas originales de los mismos.

-Profesor, imaginamos que muy contento con esta nueva vivencia…en la cátedra del Paraninfo, durante el acto inaugural del curso
-Es muy emotivo. Culminar la carrera subido a la cátedra supuso un gran honor, igual que lo fue que el rector, Fernando Galván, me propusiera para la lección inaugural. Fue un momento de gran emotividad, aunque la edad camufle ciertas cosas.

-Pero es un punto y seguido. Es su primer curso como profesor emérito…
-Afronto esta nueva etapa con una gran ilusión, como siempre. Los que somos docentes y tenemos un aceptable estado físico y continuamos teniendo ganas de seguir activos, tenemos que seguir adelante. Siempre es un privilegio hacer lo que a uno le gusta, y yo me siento un gran privilegiado.

-El medicamento, como usted dijo en la conferencia, es un bien inconmensurable. Y tanto es así que encierra algunos misterios que el gran público desconoce
-Efectivamente, el medicamento tiene una estructura química determinada, que se convierte en un mecanismo de acción que produce en el paciente uno o varios efectos. Algunos, los efectos derivados de las indicaciones terapéuticas, son más conocidos; otros, que pueden ser colaterales, se conocen menos, porque son poco esperados y no se habían previsto y, sin embargo, han tenido una gran repercusión posteriormente, hasta tal punto de sustituir, en algún caso, la indicación terapéutica principal.

-Háblenos de algunos de esos medicamentos
-Pues sin ir más lejos, podemos hablar de Charcot, neurólogo francés (finales del s. XIX, comienzos del XX). Se dio cuenta que las personas con síndrome de Parkinson –entonces era todavía un síndrome- también babeaban profusamente. Para paliar esta circunstancia, les administraba un inhibidor de la secreción, extracto de ‘belladonna’, para ser más exactos, y eso redujo el babeo, pero también comprobó Charcot que los síntomas del Parkinson (temblor, rigidez, falta de movimientos) mejoraban ostensiblente y fue de este modo como la ‘belladonna’ empezó a utilizarse para los enfermos de Parkinson.

-La historia es lo que más enseña, profesor. En el caso de los medicamentos, también
-Sí, la historia y la observación son fundamentales para avanzar. Es muy curiosa la historia de cómo surgieron los primeros antidepresivos: después de la Guerra Civil y la II Guerra Mundial se dispararon los casos de tuberculosis, una enfermedad temida, prácticamente mortal, que carecía de un tratamiento efectivo y era contagiosa. Generaba un desánimo completo, porque el tuberculoso era un ‘apestado’, nadie quería acercarse a él. Se introducen para su tratamiento las ‘hidracidas’, que durante décadas fue una palabra mágica asociada a la tuberculosis, y los médicos se dieron cuenta que al tratar a los enfermos tuberculosos con ‘hidracidas’ mejoraba su ánimo de forma notable, incluso antes de que remitiera la tuberculosis… Eso hizo que empezaran a utilizarse las hidracidas como terapia para las personas con síntomas depresivos. Fue la ‘iproniazida’ la que empezó a usarse para estas terapias.

-En un momento en el que el medicamentos es cada vez más ‘diana’ y las terapias son cada vez más personalizadas, ¿se corre el riesgo de que la investigación pierda esos efectos colaterales que tanto bien han generado?
-No la debemos dejar perder. Estudiando y considerando la estructura química de los fármacos se pueden prever otros efectos. Yo animo a los investigadores, médicos y farmacéuticos, a que sigan uniendo esfuerzos y conocimientos encaminados, entre otras cosas, a aplicar todas las propiedades terapéuticas de cada medicamento.

-A veces, profesor, son los propios pacientes los que observan distintas indicaciones gracias a la observación, de la que usted hablaba antes, y ‘descubren’ nuevas ‘aplicaciones’ no terapéuticas pero sí muy positivas de algunos medicamentos
-Sin duda. Hay un ejemplo muy reciente de un uso ‘frívolo’ de los medicamentos. Algunas prostaglandinas, las PGF2Alpha, se utilizan para controlar la presión intraocular y evitar el glaucoma y el dolor. Se ha comprobado que las pestañas crecen maravillosamente con este colirio, con un resultado estético impresionante. Y si se insiste mucho, personas que tienen los ojos claros, pueden oscurecerlos, además en bandas…En Estados Unidos, donde los medicamentos se venden en los supermercados, este colirio hace furor, claro, sin importar que en realidad previene el glaucoma. Lamento decir que en España este medicamento se vende con estricta receta médica (dice sonriendo).

-Lo cierto es, profesor, que este tipo de efectos colaterales han hecho mucho bien a la humanidad…
-A veces mucho bien y otras veces no tanto. Y pongo un ejemplo de cada cosa. En un momento dado se detectó un pico de demanda de un antiulceroso, el ‘Misoprostol’, que además de ser un agente antisecretor de la secreción gástrica alternativo al ‘Omeprazol’. Se descubrió que lo estaban utilizando las clínicas abortivas para provocar el aborto, ya que induce igualmente contracciones intensas del útero. Hasta tal punto es así, que en algunos casos corre el riesgo la vida de la madre.
En la cara de estos efectos colaterales está la famosa ‘Aspirina’, analgésico antitérmico, antiinflamatorio estupendo pero que, bajando la dosis, trata perfectamente el síndrome coronario agudo, porque es anti-agregante plaquetario. Este es un ejemplo clásico de cambio de indicación. Y la famosa ‘Viagra’ también: cuando se ensayaba como hipertensivo, se observaron consecuencias inesperadas que, a día de hoy, han generado muchísimos beneficios a sectores de la población con altas discapacidades. Ha permitido, por ejemplo, que los parapléjicos puedan tener hijos de forma natural y, con ello, ha dado mucha felicidad a muchas personas.

Publicado en: Entrevista