Un estudiante de arquitectura ofrece una reflexión sobre los asentamientos de refugiados en su TFG

Un estudiante de arquitectura de la UAH ofrece una respuesta de nueva tipología de asentamiento para las personas que sufren los desplazamientos forzados, un Tercer Espacio, en el caso concreto de la Península coreana. Ex-Terra Nullius, que así se llama el Proyecto de Fin de Grado de Daniel Martín-Villamuelas, surge como contraparte y crítica al problema actual y las previsiones de desplazados internos que se darán en un futuro en la que será la desdibujada frontera entre Corea del Norte y Corea del Sur, en situación de armisticio.

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Daniel Martín Villamuelas.

A día de hoy hay 70,8 millones de desplazados forzosos en el mundo. Personas que son perseguidas por motivos políticos, económicos, ideológicos… o huyen de la guerra, de la pobreza, de una vida sin futuro… en sus países de origen y deciden emigrar a otros países ‘santuario’ en los cuales pueden vivir dignamente. Recalando en la mayoría de las ocasiones, debido a la violencia estructural institucionalizada en los gobiernos, en zonas de frontera. En asentamientos informales y campos de refugiados que, carecen de los medios e infraestructuras necesarias para vivir con unas condiciones mínimas de habitabilidad básica, mientras llega una respuesta a su situación que nunca parece existir. Corea es un caso paradigmático dentro de este magma.

La Península mantiene dividida en Norte y Sur desde el fin de la Guerra Fría, hace 73 años, y Daniel Martín-Villamuelas ha buceado en la arquitectura, el territorio, datos, acuerdos, políticas nacionales e internacionales que se están dando en ambas Coreas y en las que se prevé un número aproximado de 2 millones de desplazados internos de norte a sur, tras la posible pero muy cercana Reunificación, en la que el actual territorio fronterizo, denominado Zona Desmilitarizada de Corea, jugará un papel determinante.

El proyecto se llama Ex–Terra Nullius y es una propuesta alternativa a las actuales para los futuros desplazados internos coreanos, que a su vez critica, redibuja y formaliza los criterios, medidas, programa y usos de cómo se construyen ahora los asentamientos humanos.

En esta entrevista, Daniel Martín-Villamuelas habla del proyecto, que ha despertado grandes expectativas

-¿Cómo ideas este proyecto, Daniel?
- Me fui a Eslovenia en curso 2015-2016 con una beca  Erasmus de la Universidad de Alcalá. En ese momento, se da uno de los picos más grande del flujo de personas desplazadas en las fronteras de Eslovenia y Croacia y Austria, procedente de Grecia. Conseguí contactar con una ONG y me inscribí como voluntario. En ese momento me di cuenta de los asentamientos que se construían no estaban adaptados a las necesidades de habitabilidad básica de las personas. Están basados en construcciones efímeras que tienen una durabilidad de 2 años, pero la realidad es que la media actual que una persona vive en un lugar así es de 17 años. Están caracterizados por una violencia estructural desde su planeamiento, desde la elección de sus localizaciones, la inexistencia de equipamientos y espacio público o el no aseguramiento de unas condiciones de habitabilidad básica. No olvidemos que los campamentos como el de Tindouf en Marruecos, por ejemplo, llevan abiertos desde hace más de 50 años. Así surgió la idea de realizar este PFG, con el objetivo de proporcionar soluciones que permitan a los desplazadas vivir con dignidad y que en estos asentamientos se cumplan las medidas de habitabilidad necesarias que permitan a estas personas un empoderamiento, una capacidad y una oportunidad de generar un punto de partida desde el que poder empezar a dirigir sus propias vidas.
-¿Qué soluciones aporta el proyecto en este sentido?
-El proyecto se localiza cerca de la estación de Dorasan dentro de la Zona Desmilitarizada de Corea que, además, es una frontera distinta a todas, con tres vallados fronterizos equidistantes 2 kilómetros que barren de este modo en una franja de 4 kilómetros los 254 kilómetros de la Península, formalizando un área de tierra de nadie, pero que a su vez es uno de los puntos más militarizados del mundo. A nivel de conectividad e infraestructuras de transporte este punto cuenta con la única carretera y la única red ferroviaria, con su estación de tren Dorasan, que conecta Corea del Norte y Corea del Sur. Existe un complejo industrial, el de Kaesong, con más de 240 empresas surcoreanas asentadas, las cuales estuvieron dando trabajo hasta 2016 a 50.000 norcoreanos, dónde parte de los beneficios se destinaron a un fondo interestatal para la reunificación y posterior equilibrio económico. Además se encuentra la Junta de Seguridad Coreana, lugar en el que se pactó el armisticio coreano y que a día de hoy es un espacio de consenso político que traza puentes para la reunificación y está gestionado por la ONU. Y es un lugar en el que se plantea el Peace Park coreano para mostrar la huella del espacio de reconciliación en el que un día la DMZ se convertirá. Mi propuesta plantea un asentamiento en esta encrucijada y lo que hace es subvertir los parámetros que aparecen actualmente en los manuales y las reglas que establecen los poderosos gobiernos para generar estos asentamientos y convertirlos en espacios inhumanos. El planteamiento es adaptar los asentamientos a las necesidades de las personas y sus sociedades empezando por el terreno donde se asientan, que debe ser un ‘tercer espacio’, en territorio de nadie, que esté bien conectado a nivel de infraestructuras, a nivel político y a nivel económico. Es un caso utópico, pero puede servir de base para defender una nueva filosofía de asentamientos. Esta ciudad dibuja un nuevo trazado de los asentamientos para desplazados, resolviendo la precariedad del diseño actual y respondiendo directamente a las necesidades de esta sociedad concreta.
¿Cuál es tu conclusión, después de esta investigación?
-Entiendo que no hay soluciones únicas, no debe existir manuales. Entiendo que cada asentamiento tiene sus particularidades, pero también debe haber unas bases que permitan unas condiciones de habitabilidad básica para estas personas que se han visto obligadas a marcharse de sus casas y que, tal vez, nunca vayan a regresar. Y entiendo que esa solución debe pasar por integrase en los entornos donde se ubican considerando la cultura de los allegados y las cuestiones territoriales, económicas y políticas que lo circunscriben.

Publicado en: Entrevista