'La prevención del suicidio es difícil, compleja, pero posible'

El profesor del departamento de Medicina y Especialidades Médicas, Guillermo Lahera, hace una reflexión en esta entrevista sobre el suicidio y la necesidad de que se visibilice un problema que causa la muerte diaria de 10 personas.

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Guillermo Lahera.

‘La sociedad debe afrontar la dura realidad del suicidio’. Así de tajante se muestra el psiquiatra, Guillermo Lahera, al hablar de un problema que causa casi 3.700 muertes al año.

-Profesor, apenas se habla del suicidio. De hecho, para los medios de comunicación es un tema ‘prohibido’ por cuestiones éticas. Pero en esta sociedad, parece que las cosas que no se cuentan no existen…

-Sí, y quizá ha llegado la hora de cambiar esa percepción, porque es evidente que las estrategias de prevención funcionan en otros casos, y salvan vida. Sucede así con la violencia de género o los accidentes de tráfico. Por ejemplo: en el año 2000 se registraron más de 6.000 muertes por accidente de tráfico y ahora la cifra se ha reducido a 1.900… Las tasas de suicidio, sin embargo, se han mantenido relativamente constantes desde 2000, en torno a las 7-8 muertes por cada 100.000 habitantes (entre 10 y 13 en el caso de los hombres y entre 3 y 4 en el caso de las mujeres).

Y, efectivamente, el suicidio ha sido tradicionalmente un tema tabú, una conducta rechazada por la sociedad; un asunto que genera mucha culpa y vergüenza a las personas afectadas y a su entorno. Este pacto de silencio añade sufrimiento a los supervivientes, minimiza el problema e impide transmitir a las personas en riesgo de suicidio que pueden recibir ayuda. Frecuentemente la persona se suicida y la familia lo oculta, como si supusiera una lacra, no hay que olvidar que hasta hace poco una persona que se suicidaba no podía ser enterrado en camposanto.    

-Ustedes, desde distintos colectivos de psiquiatras, abogan por que se rompa con ese tabú existente en los medios ¿por qué, por qué ahora?

-Tenemos muchos estudios de calidad que demuestran la efectividad de algunas estrategias preventivas frente al suicidio. Por ejemplo, las barreras de acceso a métodos letales, el tratamiento óptimo de las enfermedades mentales subyacentes (que están presentes en más del 90 % de casos), el seguimiento a pacientes que han realizado un intento o la formación en suicidio de profesionales que trabajan en centros educativos y de atención primaria. Pero otra estrategia que se ha mostrado efectiva es el tratamiento abierto y responsable del tema por parte de los medios de comunicación. Hablar del suicidio puede salvar vidas si se hace bien y de forma responsable, evitando el morbo y el amarillismo.

-¿Y no temen que se abra la veda y las consecuencias sean negativas, tanto para la víctima como, sobre todo, para las familias afectadas?

-Hablar sobre el suicidio es los medios es un reto que exige mucha profesionalidad, prudencia y empatía, pero si se hace bien tiene una enorme utilidad. Históricamente los medios han preferido silenciar el tema ante el miedo al contagio o el llamado ‘efecto Werther’, pero ahora ya sabemos que todo depende de cómo se dé la información. Las dimensiones del problema son escandalosas, por lo que no hablar de ello no es una opción. El reto es hacerlo con rigor y profesionalidad.

-¿Cómo se habla en positivo de un suicidio o de un intento de suicidio?

-A la hora de dar una noticia de un suicidio, el periodista debe tener en cuenta, al menos, tres factores: respeto a la intimidad y la memoria del fallecido por suicidio, empatía por los familiares y allegados que están viviendo una auténtica tragedia y consideración hacia la población vulnerable, con riesgo suicida. Teniendo en cuenta estos tres factores, el abordaje periodístico de este asunto es positivo y potencialmente preventivo de nuevos suicidios. El tabú del suicidio genera daño, pero aún más el tratamiento sensacionalista del mismo. Antes de nada, la información relacionada con un suicidio (o con un posible suicidio) debe ser veraz y fidedigna, respetuosa con la intimidad de las personas implicadas y alejada de especulaciones, opiniones ligeras o juicios personales. Básicamente diría que los medios deben evitar tanto justificar la conducta suicida (buscando explicaciones simples y directas) como culpabilizarla con juicios morales.   

-¿Y dónde está la raya entre lo oportuno y lo insoportable?

-Todas las guías en este campo desaconsejan, por ejemplo, dar detalles sobre el método empleado, descripciones detalladas, fotos del cadáver o del lugar exacto o difundir notas de despedida. Debe evitarse un tratamiento idealizado o romántico del suicidio, especialmente en personas admiradas por el público; también es negativa la tendencia a explicar el suicidio a partir de una única causa (social, familiar, mental, etc). Es cierto que en el 90 % de los suicidios subyace un trastorno mental o un abuso de tóxicos, pero este factor por sí solo no explica la conducta. Tener un diagnóstico de esquizofrenia o de trastorno bipolar no justifica en absoluto el suicidio. Seguro que hay otros factores involucrados y hay que pensar en los millones de personas que comparten estos diagnósticos y que reciben esta noticia. Es fundamental contar con expertos rigurosos, que siempre orienten su intervención hacia la información científica y la prevención de este problema de salud pública.

-Profesor, ¿cuáles son las causas más comunes de suicidio y por qué es tan alta la tasa entre los más jóvenes, varones sobre todo?

-Lo primero es entender que el suicidio es una conducta, no una enfermedad mental, a la que se llega por múltiples caminos. Los 4 factores más implicados son la presencia de una enfermedad mental subyacente, la desesperanza, la impulsividad y las adversidades vitales. Efectivamente es más frecuente en hombres, aproximadamente representan el 75 % de suicidios consumados. En cambio, la mujer hace el triple de tentativas de suicidio. Las causas de estas diferencias son múltiples, pero seguramente tienen que ver la alta letalidad de los métodos utilizados, la mayor impulsividad en varones, el mayor consumo y abuso de tóxicos y la diferente estrategia con la que se afronta el estrés. Tradicionalmente el hombre ha tendido a luchar contra los problemas o al menos evadirse de ellos, pero no tanto a pedir ayuda y reconocer la propia vulnerabilidad.

-Al principio hemos dicho que la tasa es elevadísima respecto a otras tasas de mortalidad que ya nos parecen tremendas pero, ¿qué provoca que una persona decida suicidarse, qué falla en el sistema para que algo así pueda producirse?

-Debemos llevar a cabo planes preventivos a nivel social, educativo y sanitario. La prevención del suicidio es difícil, compleja, pero posible. Precisa recursos humanos y materiales de calidad y la participación de toda la sociedad, por eso los medios de comunicación son un elemento clave.

Publicado en: Entrevista