"Existen garantías para ser razonablemente optimistas sobre el futuro económico de España"

Tomás Mancha, Catedrático de Economía Aplicada y Director del Instituto de Análisis Económico y Social de la Universidad de Alcalá, publica hoy un interesante artículo sobre el panorama económico más inmediato de España, cargado de sombras e inquietudes micro y macroeconómicas, pero que a su juicio, "en el caso de nuestro país existen garantías adecuadas como para ser razonablemente optimistas".

Los macrobjetivos básicos de cualquier economía moderna pasan por mantener unos precios estables, un crecimiento económico sostenido y sostenible que genere empleo; y, finalmente, lograr unas relaciones lo más armónicas posible con el resto del mundo.
 
En el contexto actual español, dentro del marco de unas inminentes elecciones generales, a veces se oyen voces que denostan lo macroeconómico y dicen que las preocupaciones del futuro gobierno deben centrarse en las necesidades más inmediatas de los ciudadanos, olvidando que si la economía de un país se aleja de la consecución de los macroobjetivos antes señalados difícilmente puede acabar atendiéndose adecuadamente las cuestiones más directamente relacionadas con la vida cotidiana de una familia.
 
Un repaso por la realidad española marca que nuestros precios tienen una preocupante tendencia alcista; y lo que es peor un diferencial positivo respecto al de nuestros socios europeos; un crecimiento que o se está desacelerando a un ritmo alto respecto a los últimos registros de 2007 –una tasa de 3.5 % en el último trimestre- o si no es difícil explicar como los datos de desempleo facilitados por el Ministerio de Trabajo hayan tenido una evolución tan negativa en el pasado mes de enero con un paso a la situación de parados de varias decenas de miles de personas.
 
Estos son los datos, desgraciadamente malos, y que marcan un claro cambio de tendencia en la evolución de la economía española, ante los que en nuestro contexto electoral sólo cabe exigir a los partidos que compiten en el mismo ofrezcan soluciones viables para hacer frente a los mismos.
 
Kydland y Prescott, Premios Nobel de Economía en 2004, demostraron que si los gestores de la política económica de un país carecían de la capacidad de responsabilizarse por adelantado de la regla de decisión específica que podrían tomar para resolver un problema, por ejemplo el de conseguir que la tasa de inflación bajase respecto a la del período anterior, el resultado más previsible es que después no acabasen adoptando la política económica más adecuada.
 
En pocas palabras, lo verdaderamente importante en la toma de decisiones económicas no es la “calidad técnica” de la medida o regla adoptada para resolver un problema; lo clave es HACER CREIBLE la solución. La evidencia empírica demuestra que las políticas macroeconómicas no son buenas o malas; son simplemente creíbles o no creíbles. Las primeras funcionan, las segundas fracasan. La credibilidad, como los dos economistas anteriores ayudaron a demostrar, guarda relación con la solidez de las instituciones que están detrás de la toma de decisiones.
 
En el caso de España, entiendo que afortunadamente, existen garantías adecuadas, la pertenencia a la Unión Europea es en este sentido muy importante, como para ser razonablemente optimistas y creer que el nuevo gobierno será capaz de encarar este panorama económico actual, cargado de sombras e inquietudes micro y macroeconómicas, con soluciones creíbles y, de acuerdo con la evidencia de la literatura económica derivada de los trabajos de Kydland y Prescott, muy probablemente exitosas siempre que no transcurra demasiado tiempo en su puesta en funcionamiento.

Publicado en: Archivo opinión