Aurora Luque: "la poesía me sirve para traducirme"



Es, primero poeta y después profesora de griego y luego traductora y también amante de los grandes poetas. Aurora Luque vino a Alcalá de Henares e hizo un doblete: participando en uno de los talleres de autor de la Escuela de Escritura de la UAH y recitando después sus propios poemas en el ciclo ‘Poesía en el corral’, en el Corral de Comedias, junto a José Ramón Trujillo.

Es una enamorada del lenguaje poético y de lo que significa éste en el universo de la literatura. Aurora Luque ha pasado por los talleres de autor de la Escuela de Escritura y ha mostrado su trabajo y sus métodos.

Aurora Luque pasó por los talleres de autor de la Escuela de Escritura de la UAH.


-Ha hecho doblete en Alcalá de Henares, primero con el taller de autor y luego con su participación en el ciclo del Corral de Comedias. Imaginamos que será muy difícil para un poeta recitar su propia obra, ¿no?
-No, no es fácil, y además yo creo que no tengo ese don. Es cierto que un poema puede estropearse totalmente si se lee mal y a veces los poemas exigen que no se actúe en exceso y es complicado encontrar el equilibrio. Pero yo espero haber quedado a la altura.

-¿Se puede enseñar a escribir poesía?
-Bueno, tienes que tener de antemano ilusión, y ganas. Y luego, claro, tanto se equivoca el que sin tener ningún entusiasmo se pone a ello, como quien teniendo mucho talento natural no lo cuida, no lo cultiva. Creo que para hacer buena poesía hay que tener una formación previa, hay que jugar con las herramientas, los recursos, para no decir lo que han dicho otros y decirlo de una manera lo más bella y lo más honda posible. La respuesta única es leer, leer mucho, leer a los clásicos, leer a Garcilaso, a Quevedo..., te tiene que sonar el endecasílabo y tienes que educar al oído con las buenas estructuras rítmicas del verso probado. Luego puedes romperlo, librarte de él o incluso inventar, pero tienes que tener esa música incorporada.

-De todos modos la poesía es el género literario más difícil
-Sí, es un poco secreto. Luego hay poetas que trascienden y que pueden llegar a emocionar mucho; ahora estamos en el centenario de Miguel Hernández, por ejemplo, y sabemos cómo él puede llegar a todos los públicos, a todas las edades. Pero aunque sea muy difícil, la poesía es muy apasionada. Quiero decir, que aunque llegue a una minoría, la persona a la que le gusta la poesía es muy apasionada. Se gana en pasión lo que se pierde en número, en cantidad. Los lectores de poesía son muy apasionados y también muy exigentes.

-Es profesora de griego, traductora y dirige algunas colecciones de poesía y es poeta, ¿cómo define su poesía?
-Bueno, yo no la puedo definir. Hago un poco lo que puedo. Intento ser honesta y procuro no engañar. Es verdad que vas pasando por épocas distintas, te cansas de lo que has hecho antes...De cualquier forma, para mí es un modo de vida, es una forma de estar en el mundo y a mí la poesía me traduce. Mis sensaciones, mis pensamientos, mis experiencias, me los pone en palabras, y trato de hacerlo con toda la modestia para que si alguien se encuentra con mis poemas pueda también traducirse, verse representado en ellos.

-En una sociedad como la nuestra, cargada de nuevos lenguajes, marcada por modos de comunicación en lo que parece que lo único que vale es la rapidez y lo que sirve ahora al minuto se queda caduco.. ¿en qué lugar queda el lenguaje poético?
-Bueno, yo creo que hay un anhelo de lentitud, en el fondo; yo creo que todo el mundo acaba poniendo el freno. Pero claro, los nuevos medios de alguna forma pueden aportar cosas nuevas: hay concursos de poesía por SMS y eso obliga a una síntesis, a una reflexión. Puede ser poético todo lo que obligue a reflexionar sobre el lenguaje y sobre la belleza del lenguaje. Así que bienvenido sea.
Yo creo que Internet puede servir para difundir poesía que los editores tradicionales no quieren difundir porque tienen establecidas sus ideas. Lo que no puede fallar es la educación previa. Si tú no tienes una formación que te oriente sobre lo que es bueno y es malo estamos perdidos, porque no todo vale. Pero si existe esa formación, lo demás, los nuevos modos de comunicación son ventajas.

-¿La poesía puede ayudarnos a salir de esta crisis económica y de valores en la que nos encontramos?
-Yo creo que precisamente la crisis puede ser un estímulo para hacernos pensar. Cuanto todo está muy bien, cuando todo el mundo está contento, tiene dinero, está satisfecho, como hemos estado ... de ahí no puede salir nada bueno, de ahí no surge arte crítico, ni arte vivo, de ahí surge un discurso conformista. Un ejemplo: después de la crisis en Argentina se ha empezado a hacer buen cine en Argentina, que antes era un tostón. Me da la impresión de que la crisis puede traer más reflexión y creo que entre los estudiantes, entre los más jóvenes, ha provocado que se replanteen que necesitan formarse y que no todo es viva la vida.

-¿La poesía es primero belleza y después compromiso o al contrario?
-Bueno, el compromiso es muy difícil, es una cosa muy difícil, porque cambia mucho con los años. Hasta hace poco teníamos la idea de que el compromiso en la poesía era un compromiso político y debía contener lucha expresa y que a lo mejor Juan Ramón Jiménez no era un poeta comprometido... Estábamos equivocándonos, desde luego. El compromiso del poeta es con su propia obra y consigo mismo. Juan Ramón estaba comprometido con el lenguaje poético y su pretensión era otorgar la máxima belleza posible a su poesía. Eso es mucho más valioso que otro tipo de compromisos más sociales. Cuando uno cumple con su misión propia de poeta y da lo mejor de sí mismo, tiene un gran valor. Lo que hay que ser es lo más honesto posible con lo que uno hace. Otro tipo de luchas son externas a la poesía. La poesía tiene que ver con lo que el poeta hace con el lenguaje, con lo que las palabras pueden transmitir. La idea del compromiso político fue válida, pero ha caducado. Yo creo que la torre de marfil que era un insulto, no puede considerarse un insulto. La torre tiene ventanas y puertas y balcones.

Publicado en: Archivo con buena letra