Luis Girón: ‘para Harvard es un privilegio contar con el respaldo de la UAH en el Real Colegio'



Luis Girón Negrón
, catedrático de Literatura Comparada y de Lengua y Literatura Románicas de la Universidad de Harvard ha sido el encargado de ofrecer la lección magistral en la Annua Commemoratio Cisneriana, con el título 'Tus ojos de
paloma detrás de tus guedejas: Fray Luis de León y la herencia intelectual de Cisneros en el hebraísmo hispano-cristiano'.

En esta entrevista Girón habla, entre otros asuntos, de su relación con la Universidad de Alcalá y de los lazos, cada vez más fuertes, que la UAH tiene con Harvard.

-Profesor, imaginamos que es ilusionante para usted participar en la Annua, el acto que el que cada año la Universidad

Lección Magistral de Luis Girón.
de Alcalá rinde homenaje a su fundador, el Cardenal Cisneros…
-Sobra decir que me honra y me alegra poder participar en este acto. Hace apenas un año estaba aquí en Alcalá para un congreso conmemorativo con motivo del quinto centenario de la Biblia Políglota, mi primera oportunidad para honrar la memoria de Cisneros. ¡Yo estaba encantado! Recuerdo con toda claridad a una entrañable maestra de historia en mi colegio en Puerto Rico—la señora Carmen Colón—aludiendo con dramatismo a esa altisonante ‘Biblia Políglota Complutense’ como si fuera el grial (yo tenía entonces trece años). No podía imaginarme que unos 30 años más tarde tendría el privilegio de festejar aquí la obra pionera del cardenal, con conocimiento de causa.

-Háblenos brevemente del contenido de su conferencia
-El objeto primario de mi charla ha sido ilustrar sobre la herencia intelectual del cardenal Cisneros en un área de investigación que me atañe muy de cerca: el estudio del hebreo, y hacerlo a través de otra gran figura que también desfiló por estas aulas, el erudito fray Luis de León. Para ello he recurrido a un notorio episodio en el encarcelamiento de fray Luis –la defensa ante la Inquisición de su romance glosado del Cantar de los Cantares—para mostrar cómo éste se inició en la filología semítica con un ilustre discípulo de aquellos hebraístas conversos reclutados por Cisneros para su Políglota. De paso, he tratado de poner de relieve un vínculo inusitado entre la creación de Cisneros y mi propia universidad: la conceptualización de Harvard en el siglo XVII—época de su fundación—como Colegio Trilingüe.

-Usted es experto en literatura comparada de una de las etapas más brillantes de la historia de la literatura española (Edad Media y Siglo de Oro), ¿qué le atrajo a usted inicialmente?
-Tuve un gran amor por la literatura desde joven, en Puerto Rico, alimentado en la biblioteca de mis padres; también una afición por las lenguas que me marcó desde entonces y un profundo interés por la historia de las religiones (yo me eduqué en un colegio parroquial del vecindario con un director muy culto—madrileño, por cierto—que fue de mis primeros mentores). Al comenzar mis estudios de licenciatura en matemáticas—ya en los Estados Unidos—también trabé amistad con estudiantes judíos y musulmanes que avivaron mi interés particular por el judaísmo y el islam. La España medieval y el Siglo de Oro representaban, pues, un pretexto idóneo como pocos para combinar todos estos intereses en un campo de investigación.

-¿Y qué lección piensa usted que tenemos que extraer de una época marcada por una gran riqueza cultural y religiosa en España, en la que convivieron judíos, musulmanes y cristianos?
-Es anacrónico e inexacto conjurar una imagen sentimental de pura convivencia en el medioevo ibérico -hubo sus momentos de acercamiento fecundo y coexistencia pacífica, pero también los hubo marcados por el conflicto y la violencia interreligiosa-. Conmueve, sin embargo, por esa misma razón, los lazos complejos de interacción humana e intercambio cultural—incluso interreligioso—que unieron de forma intermitente a estas tres comunidades en la ausencia de una ideología entonces impensable de tolerancia, un proceso multisecular que marcó a fuego el devenir histórico de la península en los albores de la modernidad. Las lecciones de su historia, con sus luces y sus sombras, se proyectan con intensidad sobre la esperanza moderna de que las distintas religiones puedan convivir en paz.

-Finalmente, profesor, son cada vez más los lazos que unen a la Universidad de Alcalá y a Harvard. Ha sido muy ilusionante la reciente inclusión de nuestra Universidad en el Real Colegio Complutense...
-Es también un privilegio para mí poder servir a ambas universidades—a Harvard y a Alcalá—en este momento de expansión de la misión intelectual del Real Colegio. Es un privilegio contar con el respaldo institucional de esta ilustre Universidad en un momento de crecimiento; ahora en particular, recién celebrado un cuarto de siglo desde la creación de este consorcio singular entre España y Harvard. Y cabe decir—a título personal—que esto refuerza también una deuda de gratitud de muchos años que ya tengo yo en particular con la Universidad de Alcalá. Hace años, en efecto, que me unen lazos estrechos de amistad y colaboraciones científicas con varios colegas de la UAH, todos muy queridos y admirados. Vayan por delante los nombres de José Manuel Pedrosa, el mayor estudioso de la literatura oral en España hoy en día; Fernando Gómez Redondo, otro admiradísimo gigante del hispanomedievalismo; Pedro Sánchez Prieto-Borja, generoso erudito y sabio asesor de un proyecto editorial que codirijo sobre la Biblia romanceada de Arragel; María Dolores Cabañas, mi ángel guardián cada vez que visito la UAH y excelsa defensora de la herencia cisneriana; José Luis Moralejo, un distinguido latinista cuyo hermano, Serafín, historiador del arte, fue mi colega en Harvard, hoy llorado; Antonio y Carlos Alvar, admirados estudiosos también aunados en las humanidades; Teresa Jiménez Calvente, otra ilustre latinista y amiga entrañable, junto a su esposo Ángel y, claro está, Fernando Galván Reula y María de los Ángeles, su esposa, viejos amigos de Harvard desde su primera estancia como investigadores visitantes. Es, en efecto, un momento conmovedor de gran celebración.