Una nueva especie de felino vivió en Madrid hace 9,5 millones de años

‘Leptofelis vallesiensis’ era un animal algo más grande que los actuales gatos monteses, de entre 7 y 9 kilos y de porte ligero – de ahí su nombre en latín, que significa ‘gato esbelto del Vallesiense’, época en la que vivió - . Gema Siliceo, de la Universidad de Alcalá, es una de las investigadoras implicadas en el proyecto, que se ha llevado a cabo entre la UAH y el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC).

Los restos de este nuevo género de felino se encontraron en uno de los yacimientos madrileños del Cerro de los Batallones. ‘Se trata de un yacimiento muy rico, con una gran abundancia de restos fósiles de diferentes especies de carnívoros’, explica Gema Siliceo, lo que indica que se trataba de una trampa natural en la que estos depredadores entraban activamente atraídos por la presencia de algún otro animal previamente atrapado, de ahí la gran acumulación de fósiles. ‘En la mayoría de yacimientos encontramos más animales herbívoros que carnívoros, y aquí es al revés’. Otra singularidad

Gema Siliceo
Gema Siliceo

estriba en la buena conservación de los restos: de hecho, de este felino se ha encontrado el esqueleto prácticamente entero. Siliceo, que en el momento de la investigación disfrutaba de un contrato posdoctoral en la UAH, explica también que ‘este nuevo género nos cuenta una parte de la evolución de los felinos que era desconocida hasta ahora: la que transcurrió durante el Mioceno superior’. Una etapa de la que no se conservan restos de felinos pequeños, lo que hace este descubrimiento aún más excepcional.

‘Leptofelis vallesiensis’, era capaz de dar grandes saltos para cazar o protegerse de sus depredadores y vivió en la península ibérica hace entre 10 y 8 millones de años, en un entorno que combinaba zonas despejadas y boscosas. Su esqueleto presenta una combinación de caracteres primitivos y modernos, única entre los felinos conocidos, con unas rodillas que permitían una flexión mucho mayor que la de los felinos actuales, lo que indica que tenía unas capacidades excepcionales para el salto. Esta habilidad le permitía atrapar aves cuando estas intentaban escapar iniciando el vuelo desde el suelo, como hacen los actuales servales y caracales (una especie de linces africanos). Además, poseía en uno de los huesos del tobillo, el calcáneo, una inserción para el ‘quadratus plantae’, un músculo de la base de las patas, mucho más grande que la de otros felinos de su tamaño. Esta inserción indica que el músculo era suficientemente potente para generar una fuerza de impulso mucho mayor al trepar a los árboles y escapar así del ataque de los grandes depredadores con los que compartía su hábitat. Junto con estos rasgos de trepador, la articulación del codo de Leptofelis estaba diseñada para moverse rápida y eficazmente por el suelo, algo también crucial para cazar y escapar de los depredadores.

Los datos obtenidos a partir de los fósiles indican también que Leptofelis vivió en un paisaje mixto, con presencia de árboles y arbustos, pero también con zonas más despejadas. Además de los restos de este esbelto felino, en Batallones han aparecido fósiles de una segunda especie, mucho más grande que Leptofelis, cuyo estudio están solo empezando. Los yacimientos de Batallones (Torrejón de Velasco, Madrid), se formaron hace unos 9,5 millones de años, durante el Vallesiense, y han proporcionado fósiles espectaculares desde su descubrimiento en 1991.

 

 

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