En verano: El poder secreto del jabón contra el COVID-19

Como cada verano, el Diario Digital uah.esnoticia muestra algunos de los contenidos con mayor impacto durante el curso académico. Las redes sociales y el diario digital de la UAH han seguido consolidando sus buenos resultados durante este curso 2019-2020, superando el millón de visualizaciones y los 291.000 usuarios.

Con el objetivo de trasladar a la comunidad universitaria y a la sociedad en general la actividad que se desarrolla en la UAH, desde el Departamento de Marketing Institucional y Comunicación Digital se ha impulsado la publicación de varios cientos de noticias y materiales gráficos y audiovisuales en el Diario Digital y en las redes sociales, donde la UAH sigue ocupando una posición de liderazgo.

Asimismo, se ha promovido la participación de la Universidad en los principales rankings nacionales e internacionales, la mejora y actualización del Portal de Comunicación de la UAH, y la organización de diversas actividades de promoción, como el Programa de Puertas Abiertas, AULA o las Jornadas Virtuales de Grado y Posgrado, en colaboración con los Vicerrectorados de Estudios de Grado y Estudiantes y Estudios de Posgrado. Igualmente, este curso se han seguido consolidando los acuerdos con varios medios de comunicación de Madrid y de Castilla-La Mancha para divulgar la actividad científica que realizan nuestros investigadores entre los ciudadanos.

Manuel Peinado Lorca descifra el origen desconocido del jabón y la multitud de propiedades que lo han convertido en algo imprescindible en la contención del COVID-19. Peinado es Catedrático de la Universidad de Alcalá en el Departamento de Ciencias de la Vida e Investigador del Instituto Franklin de Estudios Norteamericanos.

-¿A qué época se remonta el origen del jabón? ¿Cómo se conocen las propiedades desinfectantes del jabón y quién dio con ellas?

Conocemos perfectamente cómo se inventaron objetos o productos de uso cotidiano, por ejemplo, la máquina de vapor, el teléfono, el aeroplano, el ordenador y tantas otras cosas que aparecieron en épocas históricas, es decir, posteriores a la invención de la escritura. En cambio, no sabemos cómo surgieron otras, como el jabón, porque son prehistóricas y no existen registros escritos.

Como ocurre con tantas otras invenciones, no está claro cuándo ni cómo se inventó el jabón, aunque diversos pueblos se atribuyen su invención. Según una leyenda se descubrió en Italia. Cuentan que, cerca de Roma, en el Monte Sapo (de donde vendría el nombre saponis, jabón en latín), se hacían sacrificios ceremoniales de animales. En ese mismo monte quemaban leña para esas mismas ceremonias de sacrificio. Cuando llovía, el agua arrastraba la grasa animal y las cenizas de esos fuegos, que bajaban por riachuelos hasta la base del monte. Los esclavos que lavaban la ropa en las aguas que bajaban desde ese monte comprobaron que esas aguas la limpiaban mejor y de esa forma descubrieron cómo hacer jabón.

Como leyenda está muy bien. Pero es eso, una leyenda. Sí parece que ya se usaba en Babilonia hace casi 5.000 años. También era de uso común para muchos pueblos precristianos como fenicios, griegos, romanos. Y, desde luego, en el Lejano Oriente.

-¿Cuál es el secreto del poder del jabón? ¿Cómo produce su poder antiviral?

Básicamente, por la misma razón por la que elimina la suciedad grasa de una pieza de tela. Las grasas son lípidos y la pared de un virus, la cápsula que lo rodea para proteger el material genético vírico con el que se reproducirá en el interior de las células a las que infeste, esa cápsula protectora está formada por lípidos.

Las manchas de grasa no se pueden eliminar solo con agua por ser insolubles en ella. Los jabones ejercen su acción limpiadora sobre las grasas en presencia del agua debido a la estructura de sus moléculas. Estas tienen una parte liposoluble y otra hidrosoluble. El componente liposoluble hace que el jabón «moje» la grasa disolviéndola y el componente hidrosoluble hace que el jabón se disuelva a su vez en el agua.

Eso es exactamente lo que hace el jabón con la pared grasa de los virus o de las bacterias. El jabón destruye la cápsula de lípidos, “desarma” la estructura y arrastra las partículas resultantes disueltas en agua.

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                           Mecanismo de actuación de las moléculas y las micelas del jabón convencional para destruir patógenos. Autor: Luis Monje, Jefe de servicio de Fotografía Científica UAH.

-¿Cómo se produce el proceso de destrucción del virus COVID-19 al lavarnos las manos? ¿Cómo destruye el jabón las moléculas de coronavirus?

El jabón está hecho de moléculas en forma de alfiler, cada una de las cuales tiene una cabeza hidrofílica (se enlaza fácilmente con agua) y una cola hidrofóbica, que rehúye el agua y se adhiere fácilmente a aceites y grasas (es lipofílica). Las moléculas jabonosas, cuando están suspendidas en agua, flotan al azar, interactúan con otras moléculas en la solución y se ensamblan a sí mismas en pequeñas burbujas llamadas micelas con cabezas hidrofílicas que apuntan hacia afuera y colas lipofílicas que permanecen en el interior.

Algunas bacterias y virus, incluido el coronavirus SARS-CoV-2, tienen membranas de proteínas y grasas (lípidos) que se parecen a micelas de doble capa con dos bandas de colas hidrofóbicas intercaladas entre dos anillos de cabezas hidrofílicas. Estas membranas están erizadas de espinas, formadas con proteínas que permiten a los virus infectar a las células y a las bacterias desempeñar tareas vitales que las mantienen vivas.

Cuando nos lavamos las manos con agua y jabón, rodeamos cualquier microorganismo de nuestra piel con moléculas de jabón. Las colas hidrofóbicas de las moléculas de jabón que flotan libremente rehúyen el agua. Al hacerlo, se introducen en las envolturas lipídicas de bacterias y virus y las abren a la fuerza actuando a modo de cuñas que apalancan y desestabilizan todo el sistema protector de las membranas. Las proteínas se desprenden de las membranas rotas y pasan al agua que las rodea, matando a las bacterias e inutilizando a los virus.

Por tanto, el proceso es doble. Algunas moléculas de jabón rompen los enlaces químicos que permiten a las bacterias, los virus y la mugre pegarse a las superficies, arrancándolos de la piel. Las micelas que se forman alrededor de las partículas mugrientas y de los fragmentos de virus y bacterias atrapan a unos y otros suspendiéndolos en una especie de jaulas flotantes. Cuando te enjuagas las manos, todos los microorganismos que han resultado matados, heridos y atrapados por las moléculas de jabón son arrastrados por el agua.

-¿Sorprende qué el jabón se haya convertido en la principal arma contra el COVID-19? ¿Por qué?

A nuevas enfermedades, viejos remedios. Pero ojo, el jabón es un arma defensiva. El coronavirus penetra en nuestro cuerpo a través del sistema respiratorio, cuyas aberturas externas son las mucosas de boca, narices y, en menor medida, de los ojos. No puede penetrar a través de la piel, de la misma forma que nosotros no podríamos penetrar el caparazón de una tortuga pinchando con el dedo. El problema está en que las manos se dirigen infinidad de veces al día a la boca, a la nariz y a los ojos. Si las tenemos limpias, se acaba el problema.

En cuanto a una defensa terapéutica, actualmente no hay medicamentos efectivos que actúen directamente. Se emplean cócteles de antivirales genéricos, que dan algún resultado en algunos pacientes. En cuanto a la vacuna, ojalá que aparezca pronto, pero conviene recordar que el SIDA, producido también por un virus, se detectó por primera vez en los años cincuenta del siglo pasado y todavía no se ha encontrado vacuna. Desde que hay registros, el virus del SIDA, el VIH, ha matado a 45 millones de personas en todo el mundo y en 2019 acabó con la vida de 750.000 personas.

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