El fútbol y el VAR, ¿qué se gana y qué se pierde?, a análisis

El VAR –que no el bar, que también- ha sido uno de los grandes protagonistas del Mundial de Rusia. Jugada polémica y dudosa para el árbitro: se para el partido, se contrasta la decisión arbitral y, si es necesario, se corrige.

 

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 Leonardo Ceprián.

La Asistencia por Vídeo al Árbitro (VAR) es una de las tecnologías que más presencia ha tenido en este Mundial. Según el reglamento oficial del sistema VAR, se establecen cuatro situaciones en las que se puede utilizar: la duda ante la concesión de un gol, decisiones dudosas sobre la señalización de un penalti, infracciones controvertidas por tarjeta roja y confusión de identidad. En este reportaje, el profesor de CCAFYDE, Bernardo Ceprián Nieto, aborda qué gana y qué pierde este deporte de masas que, como se está comprobando durante el Mundial de Rusia, arrastra millones de pasiones.

En opinión del profesor de la UAH, aunque su puesta en práctica haya estado llena de polémica, el fútbol con video-arbitraje es justo. ‘Esto es irrebatible. El VAR acaba con la polémica. De hecho, la anula. Este sistema acaba de raíz con las conspiraciones y con aquello del ‘siempre benefician a Madrid y Barça’ -una expresión que era tan extendida como certera-. De hecho, no solo termina con todo ello, sino que castiga a los que habitualmente han tratado de engañar a los colegiados: delanteros que se tiran, centrocampistas que fingen o extremos que viven en el límite del fuera de juego hasta que consiguen aprovechar cualquier despiste del linier’.

El fútbol no es el único deporte en el que está establecido. Se ha implantado con diversos formatos en el tenis, mediante el ‘Ojo de Halcón’, y en el baloncesto, donde se puede usar para comprobar si la canasta entró en tiempo reglamentario o si se ha producido alguna falta.

Por tanto, todo parabienes ¿Todo? Sí, pero hay algunos ‘pero’. El primero es la lentitud. El VAR exige parar el juego para la decisión arbitral definitiva. Y eso genera nervios y pasividad en un deporte que siempre se ha caracterizado por su dinamismo y rapidez: ‘A veces, como en el segundo gol de España contra Marruecos en este Mundial, la espera es larga, hasta minuto y medio. Esto rompe el ritmo y acaba con parte de la esencia del fútbol. O, como dicen los más contrarios a este sistema, directamente lo destruye’.

Y no es infalible. El árbitro también se puede seguir equivocando, ‘como cuando durante el Mundialito de Clubes el árbitro pitó penalti correctamente, pero no se dio cuenta de que había fuera de juego previo incluso tras ver repetida la jugada’.

Y luego hay cuestiones que tienen que ver con la costumbre y los hábitos. Porque, a ver, ¿de qué se va a hablar en los bares, en los puestos de trabajo o en la fila del pan al día siguiente de un partido importante, si no hay discusión sobre las decisiones arbitrales?. Y es que, como señala el profesor de la UAH, ‘no hay que olvidar que el fútbol también es pasión, competitividad, pique y entretenimiento, no solo por lo que ocurre dentro del campo, sino por lo que se debate posteriormente. Es, en definitiva, charla de bar, socialización espontánea y natural’.

Y cuestiones que tienen que ver con la historia del fútbol, también entrarán en el cajón del olvido... Con el VAR no hubiera existido la ‘mano de Dios’ de Maradona en el partido entre Inglaterra y Argentina de 1986, ni la remontada del Barcelona frente al PSG (6-1) ni, como apunta también Ceprián, posiblemente la séptima Copa de Europa del Real Madrid…

Lo que está por ver es si esta tecnología que se ha asentado definitivamente en el Mundial de Rusia evitará el insulto y la agresión hacia los árbitros. Ceprián estima que ‘deja sin muchos argumentos a los fanáticos violentos que faltan al respeto al colectivo entero’ ¿Desaparecerán los árbitros y serán sustituidos por la tecnología? El profesor considera que por mucha tecnología que se establezca, los árbitros seguirán saltando al campo en los partidos de fútbol: ‘las consecuencias de sus decisiones serán cada vez menos contundentes y definitivas, y vendrán contrapesadas y neutralizadas con nuevas incorporaciones tecnológicas, pero no llegaremos tan lejos’.

 

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